Después de aceptar el encargo del emporio del Cristantemo de Hierro, el Capitán Shen, Sarah, Balon y Evania volvieron al Maldición de Besmara y le contaron lo ocurrido a Echidna y Vanderlay. Durante la tarde, Vanderlay consiguió averiguar cual era la localización del Flor de Minata y cómo moverse en los puertos de Cho-Tzu, y se dirigieron hacia allí a la caída de la noche, encontrándose una gran taberna flotante de aspecto decadente. Mientras Echidna aprovechaba la situación para disfrutar de los encantos de una de las prostitutas del lugar, y Balon, Sarah y Kio Shen probaban con escaso éxito los brebajes locales, bajo la mirada de Evania, Vanderlay conseguía atraer la atención de los presentes, deleitándoles con sus canciones, su música y sus historias de piratas. De una y de otra forma, consiguieron alguna información sobre la enigmática dueña del Flor de Minata, y finalmente, Balon convenció a un cervecero de que les permitiera cruzar su barco para llegar a su destino. El Capitán, Sarah, Echidna, Evania y Trufa cruzaron la estrecha pasarela que les llevaría al Flor de Minata, evitando una trampa mágica de peligroso aspecto, mientras Balon y Vanderlay permanecían en el barco del cervecero, cubriéndoles las espaldas a sus compañeros.
La anciana propietaria del Flor de Minata recogió la caja que le entregó Shen, y le entregó otra caja con su respuesta, pero mientras esto ocurría, Balon y Vanderlay escucharon un ruido extraño, y fueron a investigar. Se encontraron con uno de los guardias del barco cervecero muerto de un flechazo, y se dieron cuenta de que el barco taberna estaba en completo silencio. Entonces, empezó la emboscada, y varios ninjas atacaron a los aventureros con sus arcos. Balon hizo estallar la pasarela que unía el barco taberna y el del cervecero, mientras Vanderlay se refugiaba tras un hechizo de invisibilidad para evitar ataques y ayudar a sus compañeros. Shen, Sarah, Echidna y Trufa volvieron al barco cervecero, mientras Evania utilizaba sus hechizos desde el Flor de Minata, Serían Balon, Echidna y Shen, apoyados por Vanderlay quienes se enzarzarían en un combate a distancia con los asaltantes, y Balon caería al borde de la muerte, asaltado por uno de los asesinos que había trepado al barco invisible. Después de que Vanderlay le curara, el Capitán Shen también fue herido de gravedad por los arqueros, siendo protegido por Sarah y aunque Echidna consiguió curarle, las cosas parecían ponerse serias para los aventureros, especialmente después de que Vanderlay fuera consciente de que en breve sus atacantes recibirían refuerzos. Decidieron escapar por el agua, y Sarah cubrió su retirada, escapando en última instancia y dejando atrás, entre los barcos del puerto, a sus perseguidores. Tras una larga noche, consiguieron volver al Maldición de Besmara, donde pudieron descansar y curarse, y Kio Shen y Balon espiaron el contenido de la caja, encontrándose un mapa lacrado y una perla blanca, a pesar de la magia de adivinación que Evania y Echidna habían detectado en el cordel que cerraba la caja.
Al día siguiente, mientras Shen, Balon, Evania y Sarah acudían al Crisantemo de Hierro, los más jóvenes de la tripulación, Echidna y Vanderlay decidieron quedarse en el puerto, ultimando los detalles del viaje y extendiendo historias sobre sus aventuras por el puerto. Lo Fiang y Lowen Fen recibieron a los piratas en sus salones, sinceramente preocupados por lo que había ocurrido en el puerto. Shen les entregó la caja enviada por la anciana, y Lowen Fen les pagó 1500 monedas de oro, un 50% más de lo acordado, por la confianza que creía haber tenido de ellos. Además, hizo llamar al sabio Shingen Kai, tal y como había prometido. El anciano Shingen llegó a la sede comercial, y percibió de inmediato el mal alrededor de los aventureros. Shingen acudió junto a los aventureros al Maldición de Besmara, y tras un breve examen del Cráneo de la Esperanza Cruel, les dio por muertos, afirmando que lo único que podía salvarles era confiar en la protección de un dios, y hacerlo cuanto antes. Balon propuso que acudieran a Trono de Besmara, donde se encontraba el santuario de la diosa, y Sandara Quinn se ofreció a guiarles. Mientras, en el puerto, Echidna y Vanderlay se encontraron con una hermosa joven tien que se presentó como Ray Fen, y les entregó una caja para que se la llevaran a Kio Shen, a cambio de un generoso pago. Así lo hicieron los jóvenes, volviendo al Maldicion de Besmara, donde se encontraron que todo estaba preparado para partir. Echidna entregó la caja a Kio Shen, que, extrañado, se retiró a su camarote para averiguar que llevaba la caja. Era simplemente un crisantemo muerto, un extraño regalo de Kai Fen.
Adiós, Sandara... hasta pronto. |
En su viaje a Trono de Besmara cayeron en una emboscada organizada por un grupo de Sahuagin a los que derrotaron sin demasiados problemas, y finalmente, la sacerdotisa Sandara Quinn se dirigió hacia el Templo en soledad, dejándoles en Reina Bes, la mayor ciudad de la isla, donde Vanderlay aprovechó para difundir las historias sobre sus viajes, y Balon compraba materiales para realizar pociones para sus compañeros. Tras dos días de espera, Sandara volvió, sin el Cráneo de la Esperanza Cruel. La suma sacerdotisa Laharra había aceptado custodiar el poderoso y malvado artefacto, pero el precio era que la propia Sandara debía quedarse en Trono de Besmara, abandonando la tripulación. Balon y Echidna mostraron cierta preocupación por el futuro de la sacerdotisa, mientras el Capitán Shen se ponía a su disposición si en el futuro necesitaba su ayuda. El joven Vanderlay quedó absolutamente desolado y se despidió de ella entre lágrimas. Triste, Sandara se despidió de él regalándole una de sus posesiones más preciadas, su Sombrero de Tres Picos de Besmara; y después brindó por ellos: Que la suerte, la riqueza y la fortuna acompañaran a aquellos que rompieran la Roca de las Mareas.
Finalmente, inspirados por las palabras de la sacerdotisa, las mismas que el capitán Merrill Palo Firme les dirigiera en la botadura del Maldición de Besmara, decidieron dirigirse hacia la Roca de las Mareas, donde parecía que su suerte les esperaba.