jueves, 28 de febrero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 15

Después de explorar el templo de I´jin, encontrando el cubo correspondiente a la diosa almiraj, los aventureros continuaron explorando Omu, siguiendo la avenida principal, completamente invadida por la bruma y la vegetación. No muy lejos del camino y ya pasado el mediodía, encontraron un campamento abandonado. Kellek identificó los restos de una vieja banderola como el símbolo de una compañía de aventureros, el Estandarte Amarillo, y el guerrero enano Musharib encontró en el interior de una de las tiendas una vieja carta, que parecía escrita por el líder de dicha compañía para uno de sus compañeros, señalando que en el norte de la ciudad se encontraba, marcada por un obelisco, la Tumba de los Nueve Dioses. Todos escucharon que alguien se acercaba al campamento, y se escondieron, pudiendo ver a un mago rojo de Thay escoltado por tres guerreros, pero el mago vio a Musharib, y antes de desaparecer, envió a sus guardaespaldas a por el enano. Mientras Leodithas permanecía escondido, Joehr y Jara se unieron a Musharib, respaldados por la magia de Kellek. Consiguieron acabar con los guerreros, pero enseguida el mago rojo desató sobre ellos una tormenta de hielo que les infringió serias heridas, aunque Kellek y Jara consiguieron evitar lo peor. Leodithas dirigió el ataque contra el mago rojo, que finalmente cayó muerto antes de poder realizar ninguna acción más.



Siguiendo el camino hacia el sur y ya con la noche sobre ellos, encontraron un espacio amurallado que mostraba rastros de una batalla, y tras explorarlo y acabar con una manada de chacales que estaba devorando a un grupo de cadáveres, encontraron un símbolo de Dendar, la Serpiente Nocturna a la que veneraban los Yuan-Ti y que según estos, devoraría el mundo. Además, entre los restos de un edificio medio derribado encontraron a un hombre que pedía ayuda, aplastado y medio muertos de sed, al que rescataron y ayudaron. Mientras acampaban entre los muros, el hombre se presentó como Orvex Ocrammar, escriba y traductor. Había llegado a la ciudad acompañando a los Magos Rojos de Thay que, como ya les había dicho Valindra Shadowmantle, buscaban el Almero en las ruinas de Omu, para lo cual tenían que encontrar el acceso a la Tumba de los Nueve Dioses; pero mientras los thayanos buscaban los santuarios, un grupo de Yuan-Ti habían atacado su refugio, matándolos a todos. Orvex se uniría a ellos para ayudarles a encontrar el resto de los cubos, y al día siguiente, después de descansar, continuarían explorando, dirigiéndose hacia la gran sima volcánica del suroeste de la ciudad, hacia donde según Orvex se habían dirigido algunos de los thayanos. 

En el camino encontraron el Santuario de Urkh, otro de los Dioses de Omu, un caracol flagelo. En su templo, los aventureros tuvieron que hacer frente a varios ghast, para después intentar encontrar la llave para abrir el altar del dios embaucador. Musharib disparó una trampa situada en la concha del caracol, que lanzó ardientes rayos eléctricos sobre los aventureros, pero finalmente consiguieron encontrar la llave adecuada para abrir el altar, recuperando el cubo de Urkh. En su viaje hacia la sima, tuvieron que cruzar el río a través de un gran árbol derribado sobre el río, donde fueron emboscados por un cazador tabaxi, que hirió de gravedad a Joerh y Kellek, aunque finalmente entre todos pudieron acabar con él aprovechando los momentos en que disparaba y se movía para alcanzarle con sus ballestas, arcos y jabalinas. Exploraron la zona en busca del cadáver del tabaxi, encontrándolo ya entrada la noche y quedándose Jade con su arco y el veneno que llevaba, haciendo noche cerca del puente para dirigirse a la mañana siguiente hacia la sima y el templo que pensaban que había en la sima. 

Cuando llegaron a la sima, interrumpieron un ritual en el que un grupo de vegepigmeos se disponían a sacrificar a un gung arrojándolo a la lava, pero los vegepigmeos huyeron asustados por el chwinga que se había desaparecido entre las barbas de Musharib, lo que permitió que pudieran liberar al gung, que se presentó como Imbok, el hijo número 183 del gran señor de los gung, Yorb, y que sin duda les recompensaría grandemente si le escoltaban hasta su refugio en el viejo santuario de Nangnang. Los aventureros aceptaron, dejando allí a Imbok antes de cruzar la sima para llegar al Santuario de Moa, aunque Musharib estuvo a punto de precipitarse al vacío y a una muerte cierta en la lava. Los aventureros se adentraron en el templo de Moa tras enfrentarse a varios jaculi, encontrando un nuevo relato del enfrentamiento entre Moa y Wongo, y dos cubos que parecían corresponderse con el que debía ser el cubo de Moa. Cuando Kellek cogió uno de los cubos, se activaron varias trampas: una docena de arqueros mecánicos y fosos llenos de limo verde. Mientras Kellek trataba de conseguir el cubo verdadero, que resultó ser una ilusión, Joehr y Leodithas trataron de escapar del templo, cayendo en las trampas, recibiendo heridas por el ácido, que además parecía devorar sus armaduras. Musharib cayó herido de gravedad por las flechas de los arqueros, y mientras Kellek continuaba intentando conseguir un cubo verdadero, Joehr y Leodithas salieron del templo. Jade llegó hasta Musharib, dándole una poción y cubriéndole con sus escudo para protegerle del ataque de los arqueros, y finalmente, el guerrero enano, la exploradora y el sacerdote pudieron reunirse con sus compañeros en el exterior, pero sin ningún cubo. 

Sin duda, estaba ya en manos de los Hechiceros Rojos de Thay. 

viernes, 22 de febrero de 2019

IMPERIOS Y ESPADAZOS

Imperios y espadazosImperios y espadazos by Andoni Garrido
My rating: 5 of 5 stars

Imperios y espadazos ha sido todo un descubrimiento, no sólo por el libro en sí, sino por el canal de Youtube que fue su raíz y que yo no conocía hasta que vi este libro, Pero eso es otra historia. En el canal, Andoni Garrido se ha propuesto hacer un recorrido por toda la historia de la humanidad de un modo genial, equilibrado entre el humor y la rigurosidad, de una forma amena y accesible, lo que hace que se haya convertido en mi canal favorito. Y en este libro, Andoni nos hace a su estilo un resumen de todo lo que hemos llamado normalmente "Historia Antigua", es decir, la historia de Europa y el Próximo Oriente, desde las primeras civilizaciones del Tigris, el Éufrates y el Nilo hasta el fin del Imperio Romano de Occidente y su último emperador, Rómulo Augústulo. Entre unos y otros, tenemos la historia de Asur, Acadia, Asiria, los hititas, los griegos, los etruscos, los persas, los medos, los partos, los celtas, los tartessos, Egipto... y Roma. Con todos los nombres y personajes que os podáis imaginar y hasta donde sabemos, muy centrado en lo que en mi facultad llamaban con cierto horror "historia evenemencial", y que siempre es la que a mí más me ha atraído. Y es que las batallas y los romances siempre molan.

¡Una gran lectura, espero que llegue pronto la versión medieval de la historia!

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jueves, 21 de febrero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 14

De inmediato los aventureros se lanzaron escaleras abajo tras el kobold al que habían visto, encontrándose con que las escaleras que descendían estaban bloqueadas con un montón de muebles, con solo un pequeño resquicio por al descubierto por el cual se había deslizado la criatura. Joehr y Leodithas forzaron los muebles, arrojándolos escaleras abajo, y todos descendieron hasta el final de estas, donde encontraron unos antiguos almacenes, convertidos en el refugio de un grupo de kobolds dirigidos por un hechicero kobold llamado Kokorol... que afirmaba ser un dragón y que les exigió que se arrodillaran ante él. Sorprendidos y decididos a averiguar qué estaba pasando allí, Los aventureros fingieron ser seguidores del kobold, entregándole incluso el medallón en forma de dragón que habían obtenido en la guarida de Yesca, en la Forja Wyrmheart. Hablando con Kokorol averiguaron que la guardia de los Yuan-Ti de Ras Nsi estaba en el llamado Fano de la Serpiente Nocturna, una estructura amurallada situada en la zona oriental de la ciudad, y que al norte de Omu se encontraba la llamada Tumba de los Nueve Dioses, cuyas llaves estaban escondidas en los santuarios de los Nueve Dioses en Omu. Y que un archiliche llamado Acererak era quien gobernaba realmente todo lo que ocurría en Omu, y sería Acererak quien convertiría a Kokorol en dragón para premiarle por su buen servicio. 

Tras averiguar del kobold todo lo que pudieron, los aventureros liderador por Kerek se marcharon del mercado, dirigiéndose hacia el sur por una gran avenida, en la cual encontraron casi de rebote un nuevo templo, dedicado esta vez a un dios de forma simiesca llamado Wongo. El santuario tenía cinco pasillos de acceso, de modo que los aventureros se distribuyeron uno por cada uno de ellos. Leodithas, que recorrió el camino del centro dio con una  cámara en la cual había una estatua de un suracate, un mono de aspecto violento, con las manos y los pies ahuecadas a modo de cuencos, y en las paredes aparecían cuatro máscaras: un león, un buitre, un jabalí y una cebra. Cada uno de los compañeros que recorrieron los pasillos se encontraron con que los corredores acababan en una serie de inscripciones en omuense antiguo, y unas aberturas que se correspondían con los ojos de las máscaras, además de que cada uno de ellos podía ver un rayo de luz distinto caer sobre una de las extremidades de la estatua de Wongo. Después de que Kellek tradujera las inscripciones, averiguaron que se trataba de un acertijo que señalaba en qué cuenco debían verter agua para conseguir el favor de Wongo. Tras darle varias vueltas, Leodithas planteó una posible resolución, y Kellek trepó a la estatua, siguiendo sus instrucciones y volcando agua en una de las extremidades... descubriendo que habían tomado la decisión correcta. El cubo apareció sobre la cabeza de Wongo, pero Kellek escuchó una voz que decía "Cógela ahora y maldice a tus compañeros o lucha con mis hijos". Kellek avisó a sus compañeros, ya que decidió luchar, y se encontraron enfrentado a cuatro suricates que se teleportaron al interior de la sala mientras cinco rastrillos cerraban las salidas. Aunque uno de ellos consiguió herir a Joerh con un ataque psíquico, los suracatas no resultaron ser rival para los aventureros, que acabaron con ellos enseguida, consiguiendo así el segundo cubo de los Nueve Dioses Embaucadores. Después de asegurarse de que podrían levantar los rastrillos, decidieron pasar la noche en el Santuario de Wongo, aunque tuvieron un encontronazo nocturno con un trío de tarántulas gigantes que consiguieron envenenar a Turión en su guardia, impidiendo que avisara a sus compañeros, aunque Joehr despertó cuando fue atacado por una de ellas, y sí pudo reaccionar, de modo que acabaron con las tarántulas.



A la mañana siguiente continuaron buscando los Santuarios, encontrando un carro abandonado en un patio, donde Kellek pudo leer una inscripción en omuense y común que hablaba de como la Reina Napaka de Omu declaraba la ciudad bajo la protección de los nuevos dioses que habían ocupado el lugar de Ubtao. Además, allí encontraron también un chwinga que pareció sentirse especialmente cómodo entre las barbas del guerrero enano, entre las que se desvaneció.  Algunas horas más tarde, encontraron un nuevo templo, esta vez dedicado a un almiraj llamado I'jin. Accedieron al interior del templo, que resultó ser de los más tranquilos que habían visto, evitando las primeras trampas siguiendo las instrucciones de Leodithas sobre unas baldosas marcadas, y luego consiguiendo cruzar un laberinto sin problemas para acceder a la sala donde encontraron el tercer cubo, dedicado a la diosa almiraj I'jin. 

sábado, 16 de febrero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 13

Después de conseguir la Orquídea Negra de Nangalore, los aventureros se dirigieron rápidamente hacia Kir Sabal, para que la sacerdotisa Asharra pudiera realizar para ellos el Ritual de los Siete Vientos, de modo que pudieran sobrevolar la selva y localizar la ciudad de Omu, actual dominio del malvado Ras Nsi, que antaño alzara ejércitos de muertos vivientes en Chult, y a quien la sabia naga de Orolunga les había pedido que mataran... y lugar donde probablemente se escondiera el Almero que llevaban buscando desde que llegaran a Chult. Y en Kir Sabal, tal y como había prometido, la sacerdotisa de Ubtao llevó a cabo su ritual, destruyendo la Orquídea Negra y sacrificando sus propias alas en el proceso para que los aventureros pudieran volar durante tres días. Así, ellos obtuvieron sus propias alas, y siguiendo las indicaciones que habían ido consiguiendo durante su periplo por Chult, se dirigieron hacia el suroeste, donde finalmente, tras haber consumido casi los tres días de vuelo, avistaron la ciudad de Omu.



La ciudad se encontraba en una gran hoya rodeada de jungla y al pie de un volcán activo, y hacía mucho tiempo que había sido devorada por el agua de un río que inundaba parte de la ciudad y que la llenaba de brumas y niebla al precipitarse sobre el pozo de lava que resbalaba del volcán. Cómo les había advertido Asharra, la ciudad estaba vigilada por decenas de gárgolas, así que decidieron mantenerse a cierta distancia, y tras examinar sus posibilidades, Kellek decidió someter a votación por dónde debían entrar en la ciudad, por unas escaleras situadas al suroeste tal y como señalaba Leodithas, o descendiendo por las caídas de agua del noreste, como plantearon Joehr y Jade, y ese fue finalmente el camino que decidieron seguir. Mientras preparaban la bajada, Kellek observó la ciudad y tuvo una sorprendente visión, en la que la ciudad, aún en su esplendor, era devorada por la oscuridad, con centenares de muertos por las calles y las almas volando como buitres sobre ella. Afrontaron el descenso con cuidado, aunque Joehr acabó precipitándose montaña abajo, cayendo a las aguas. Tras recuperarse, finalmente comenzaron a explorar la ciudad, haciendo frente a dos enredaderas asesinas, que pusieron en aprietos a Kellek, y encontrando un pequeño templo inundado al que accedieron tras acabar con cuatro cocodrilos y un cocodrilo gigante que tenían allí su nido. El templo estaba dedicado a un tal Papazotl, que parecía ser una especie de dios semejante a un eblis. En el interior del tempo había varias estatuas y un mosaico que representaba el enfrentamiento entre pel eblis Papazotl y una rana con tentáculos que según las inscripciones descifradas por Kellek, recibía el nombre de Kazamot. En el interior del templo, encontraron un pequeño altar que escondía una trampilla sellada, y que los aventureros se empeñaron enseguida en abrir. Después de que Leodithas consiguiera descifrar un acertijo escrito en las estatuas y descubrieran un pasadizo tras una de ellas, llegaron a una extraña sala vacía con un diseño de cuadrícula de diferentes colores sobre una de las paredes. 

Decidieron descansar allí mientras trataban de descifrar el enigma, y finalmente, al transponer las letras del acertijo de las estatuas con la plantilla de la pared, descifraron un nuevo mensaje que les señalaba que debían tapar los ojos de las estatuas. Así lo hicieron, y así se desbloqueó la trampilla sellada, de modo que consiguieron lo que escondía: un pequeño cubo de piedra con el sello de Papazotl tallado en sus caras. Pensando que debían localizar más templos, entendiendo que Papazotl debía ser uno de aquellos Dioses Embaucadores de los que habían oído hablar, se dirigieron hacia un edificio amplio... pero en el camino se encontraron frente a frente con un monstruo que sólo habían atisbado en la distancia, un gran tiranosaurio rex con el lomo cubierto de plumas y que vomitó sobre ellos un enjambre de avispas venenosas antes de tratar de devorarlos. Con Kellek atacando con su magia desde cierta distancia, el tiranosaurio puso en serios problemas a Jade, Leodithas y Jeorh, hasta que finalmente y tras una larga y peligrosa lucha, Jade consiguió acabar con  el dinosaurio, hundiéndole dos flechas en uno de sus ojos. Tras ser sanados por Kellek, decidieron continuar su camino, encontrándose con que el edificio al que se dirigían era un antiguo mercado, pero que estaba plagado de simples trampas, en una de las cuales cayó Joehr, que se encontró cubierto de ciempiés venenosos. Y siguiendo unas pequeñas huellas, encontraron un kobold que descendía hacia los sótanos del mercado... 

jueves, 7 de febrero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 12

Las ruinas de los antiguos jardines de Nangalore se encontraban finalmente ante ellos. Muchos años atrás probablemente hubiera sido un lugar hermoso, unos jardines colgantes edificados entre estatuas de mármol, altas cúpulas y surtidores... pero ese tiempo había quedado muy atrás. El paso de los años pesaba sobre las ruinas, algunas estatuas se habían derrumbado, igual que el tejado de una de las cúpulas. Extrañas flores, plantas y árboles crecían por doquier, y el río había inundado la zona, hasta el punto de convertir todo su entorno en una zona pantanosa. Kellek, Joehr, Leodithas, Jade y Turión se adentraron en los jardines en busca de la Orquídea Negra, encontrando unos jardines descuidados entre los que sobrevivían unas viejas imágenes de la reina Zalkore, en cuyo nombre parecía haberse fundado el jardín, y que ya transmitían tensión hacia un tal Thiru-Taya, que al parecer había sido su amante y luego la había traicionado. Buscando la orquídea, tuvieron que hacer frente a una emboscada de unos extraños zombies que parecían manejados por unas peculiares plantas amarillas, a lo que Kellek consiguió destruir, y luego, escalando a la parte más alta del jardín, el sacerdote y Joehr acabaron con una araña gigante que había hecho su cubil en una de las estatuas que habían sobrevivido al tiempo. 

Después de que Jade y Joehr exploraran una parte del Jardín, decidieron investigar uno de los invernaderos, cuajados de extrañas plantas de colores brillantes y propiedades narcóticas, que decidieron recolectar con la idea de venderlas en el futuro en Puerto Nyanzaru, pero Jade cayó bajo la influencia de las plantas, narcotizada y luego hechizada por una extraña magia que resultó ser causada por los eblis sobre los que Asharra les había advertido en Kir Sabal, y que atacaron a los aventureros, utilizando su magia de ilusión, complicando la lucha. Después de acabar con los eblis, continuaron explorando el jardín, encontrando el nido de los eblis en una cúpula derruida, y pasando después a explorar al palacio central de Nangalore, después de que Jade derribara una puerta que hizo que parte del techo se derrumbara sobre ella. El palacio estaba presidido por una gran estatua de un guerrero chultano cuyo rostro había sido desfigurado por unas poderosas garras. Explorando la sala, encontraron una urna de cerámica, algo escrito en las paredes y una estatua más pequeña, que según pensaron se trataba más bien de un hombre petrificado. Las palabras parecían ser algún tipo de disculpa hacia Thiru-Taya, y pensando que podía tratarse de algún tipo de trampa, Kellek disparó con su arco hacia la urna, que se volcó, derramando un puñado de cenizas. 



Finalmente, utilizaron el palacio para cruzar al otro lado del jardín, entrando en la cúpula que había sobrevivido, y donde se encontraba la Orquídea Negra... custodiada por la reina Zalkore, cubierta de ligeros velos. Kellek trató de entablar una conversación con la reina, pero esta estaba enloquecida, y de alguna manera, consiguió saber que el sacerdote había perturbado los restos de su amado Thiru-Taya, por lo que se volvió contra ellos a pesar de las explicaciones de Kellek. Turión consiguió acercarse a ella lo suficiente para herirla, anticipándose a los movimientos tanto de la reina como de los eblis que la servían, pero después de herirla, cayó ante la espada de Zalkore. La lucha comenzó en el antiguo dormitorio real, donde los aventureros trataron de concentrar sus ataques en Zalkore, que después de que Leodithas también la golpeara con fuerza, convocó el espíritu de Thiru-Taya, que la custodió durante el resto de la lucha. La reina finalmente se retiró el velo, revelándose como lo que ellos sospechaban que era, una medusa, y todos trataron de evitar su mirada petrificante. Kellek se apartó del resto, utilizando su magia para sanar a Turión, y aprovechando la distracción de la reina para hacerse con la Orquídea Negra, mientras el ladrón elfo se arrojaba sobre ella, ignorando la posibilidad de quedar petrificado  para golpearla de nuevo, sobreponiéndose a la magia de la medusa, que finalmente caería atravesada por la lanza de Jade. La muerte de Zalkore disipó al espíritu de Thiru-Taya y dispersó a los eblis, y con la Orquídea en su poder, los aventureros decidieron alejarse de Nangalore lo más posible antes de poder descansar y recuperarse para emprender el camino hacia Kir Sabal... 

LA HISTORIA DE ZALKORE.
Zalkore era una antigua reina de Omu, conocida por todos por su belleza, y en cuyo honor, el general Thiru-Taya, su consorte, construyó los Jardines de Ka-Nanji, el Jardín Colgante de los Sueños. Pero la adulación constante terminó perturbando la mente de Zalkore, que cerró un siniestro pacto con una erinia para conservar su juventud y belleza para siempre. El pacto convirtió a Zalkore en una medusa, pero cuando esto se supo en Omu, el ejército de la ciudad se alzó contra la reina, exiliándola a los jardines, que pasaron a ser llamados Nangalore, El Jardín de los Sueños Perdidos. 

Furiosa pensando que Thiru-Taya había sido el instigador de la rebelión del ejército Omuense, Zalkore destruyó las imágenes de su consorte, pero con el tiempo, la reina exiliada descubrió que Thiru-Taya le había sido siempre fiel, y había pasado largas décadas encerrado hasta la muerte, castigado por defenderla. Zalkore consiguió que las cenizas de Thiru-Taya fueran llevadas a Nangalore, y luego comenzó a cultivar las extrañas plantas narcóticas que le permitían vivir en una suerte de sueño eterno en el que podía seguir viendo a su amante... 


martes, 5 de febrero de 2019

ATLAS OBSCURA

Atlas Obscura: An Explorer's Guide to the World's Hidden WondersAtlas Obscura: An Explorer's Guide to the World's Hidden Wonders by Joshua Foer
My rating: 4 of 5 stars

Atlas Obscura ha sido una lectura muy entretenida y sobre todo muy curiosa. Todos estamos acostumbrados a las guías de viaje, y más o menos, si planteamos un viaje a algún sitio del mundo, normalmente tenemos una idea de qué es lo que vamos a ver, porque habitualmente lo que hay que ver es... bueno, pues eso. Lo que hay que ver. Ahora bien, Atlas Obscura nos trae una serie de lugares que no siempre van a ser fáciles de encontrar, a los que en alguna ocasión incluso está prohibido acceder o en los que lo mismo te juegas hasta la vida... pero oye, que ahí están y que son sitios nuevos, sorprendentes. Un lago africano que una noche mató a casi toda la población de un poblado cercano, un cementerio en Rumanía donde las lápidas están ilustradas con elementos sarcásticos de la vida de los fallecidos, una fiesta en España de saltar bebés, una piscina en Australia donde te bañas con cocodrilos, museos extraños, construcciones extravagantes... Todo un desfile de 365 lugares que, como poco, son eso, extraños y curiosos.

¡¡Muy divertido!!

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