martes, 24 de mayo de 2011

LA TRAVESÍA DEL VIAJERO DEL ALBA

            Aprovechando un rato libre en la tarde del sábado, me puse al día en cine, y vi una de las películas que llevaba ya algún tiempo esperando a ver; la tercera parte de Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba. Y por supuesto, hay que dejar constancia de ello…



            Las Crónicas de Narnia son la versión cinematográfica de la heptalogía del mismo nombre escrita entre 1949 y 1954 por el irlandés C.S Lewis, obra de referencia de la literatura británica, aunque prácticamente desconocida en España hasta que se realizó la primera adaptación de la primera de sus novelas al cine; El León, la Bruja y el Armario, que se vería seguido de su continuación, El Príncipe Caspian pocos años después.

            En La Travesía del Viajero del Alba lleva al cine el tercero de los libros de Lewis, esta vez de manos de 20th, ya que Disney no obtuvo los beneficios esperados de la segunda parte y abandonó el proyecto. El director fue Michael Apted, y entre los protagonistas, destacaban (y repetían) varios de los protagonistas de las anteriores películas, como Skandar Keynes como Edmund Pevensey, Georgie Henley como Lucy Pevensey, Ben Barnes encarnando de nuevo a Caspian, y Tilda Swinton en su papel de la Reina de las Nieves.  Esta vez, los dos mayores de los Pevensey, Edward y Susan no aparecen más que de forma tangencial pues, como ya les avisó Aslan el León al final de El Príncipe Caspian habían crecido demasiado como para volver a viajar a Narnia.

            En esta película, los dos Pevensey menores continúan en Inglaterra durante la II Guerra Mundial, viviendo con sus tíos y su odioso primo, Eustace Scrubb, y se verán atraídos de nuevo a Narnia a través de un cuadro que representa el mar con un barco al fondo, llevando con ellos a su primo Eustace. El barco resulta ser El Viajero del Alba, dirigido por Caspian, que trata de encontrar a los Siete Lores Solitarios, siete antiguos aliados de su padre que abandonaron Narnia en dirección a las Islas Orientales. Sin embargo, en su camino, se encuentran con una red de esclavistas que parece servir a una maligna fuerza mágica que procede del gran océano, al Este de donde se encuentran, en el mar ignoto que se encuentra entre las Islas Orientales y el legendario reino de Aslan. Por supuesto, la trama se complica, dando lugar a una película de aventuras de lo más entretenido, en la línea de las dos cintas anteriores, llenas de escenas de acción y con argumentos lo suficientemente bien desarrollados como para hacer de cada una de ellas una película de lo más recomendable.

            Pero además, al igual que las películas anteriores, y como ocurre en las propias novelas, hay mucho más en Narnia de lo que se puede ver a simple vista. La película respeta la iconografía cristiana que C.S Lewis había ido introduciendo en El León, la Bruja y el Armario y en El Príncipe Caspian, iconografía y trasfondo que convierten las novelas de Narnia en una clásica lucha entre el Bien y el Mal, la Virtud y la Tentación, siendo cada vez más clara la identificación de Aslan, el León y protector de Narnia con Cristo.

            Pero esto… es material para un post diferente…

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