lunes, 4 de julio de 2011

LA SANGRE DE LOS TIRANOS (I)

            Corre el año 1789. El Sabbat ha comenzado una Guerra Civil que enfrenta a Tzimisce y Lasombra en las tierras americanas, y la Camarilla está aprovechando la situación. Y en el mundo humano, el pensamiento humanista se expande como la pólvora, especialmente después de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, que llevó a la firma de la Declaración de Derechos Humanos. Y París se ha convertido en el centro de todo el mundo, tanto el de los humanos como el de la Estirpe. El Sabbat ha puesto sus ojos en la ciudad. Si consiguen París, darán un golpe mortal a la Camarilla, y además, una Cruzada de tales características, podría eliminar las rencillas entre Tzimisce y Lasombra, acabando así con la Guerra Civil.
            Es ello lo que lleva a Mihail Pahlevitch, convertido en Cardenal de Dalmacia; a Pier Francesco Orsini, Arzobispo de Veracruz y a la Priscus Luna Rivera a París. Pero París también es el lugar al que se dirige la Tremere Raquel bar-Seraph para tratar de ascender en la Estirpe, ya que es el lugar donde todos los ojos de todos los Vástagos de la Camarilla se concentran. En el viaje, los cuatro comparten extraños sueños en los que se ven entrando a una pequeña fortaleza, donde siguen a un muchacho, famélico y debilitado, que se adentra en el corazón de la fortificación. Mientras, decenas de locos y espectros de sus antiguos enemigos persiguen a los personajes, que comienzan a escuchar la voz de Anatole procedente de los sótanos. Hacia allí se dirigen, siguiendo al muchacho, que saca una llave de latón de una bolsa marcada con el sello de una familia austriaca, los von Neumann, y abre una puerta tras la que se encuentra Anatole. El Malkavian se gira hacia ellos, sonriendo, con la boca llena de sangre y los ojos vacíos, mostrando terribles campos de batalla. Y cuando Anatole ríe, ellos despiertan.
            Mihail, Pier Francesco y Luna se encuentran en un almacén cercano al Sena, donde el Sabbat parece tener su punto de reunión, y allí conocen al organizador de la Cruzada, el Brujah Antitribu Gerard de Châtelle, que les dio la bienvenida para luego invitarles a una fiesta que se celebraba la noche siguiente, una fiesta de la Camarilla, con el objetivo de que conocieran de primera mano aquello que planeaban destruir. La misma invitación la recibía Raquel bar-Seraph, de mano de Noel de Artois, el que fuera embajador del Príncipe François Villon en la cuestión de María Asunción. Noel despreció a Raquel, alojándola en un burdel de mala muerte, pero la Tremere lo aceptó con resignación.
            A la noche siguiente, los cuatro acudieron a la fiesta, sorprendiéndose al encontrarse allí. Pier Francesco se apresuró a unirse a Raquel, temiendo que la Tremere pudiera traicionarles y revelar su presencia a los miembros de la Camarilla, pero finalmente consiguió convencerla de que no lo hiciera, ocultando su objetivo de recoger información para facilitar la toma de París. Mientras Pier Francesco y Raquel se presentaban (el primero con nombre falso) ante el Príncipe de París, el Toreador François Villon, Luna y Mihail asistían a una discusión protagonizada por Châtelle en la que se hablaba de la dignidad innata del hombre. Sin embargo, tras algún tiempo en la fiesta, el Malkavian Anatole hizo su aparición, acompañado de su habitual compañera, Lucita, y de un nuevo aliado, el nodista Beckett, pidiéndoles que le acompañaran rápidamente, pues debían volver a París para “encontrarle”.
            Por el camino, se encontraron con que los rumores que habían escuchado en la fiesta eran ciertos. Había disturbios por las calles de París, los miembros del Tercer Estado se habían reunido en un campo de juego de pelota y exigían un cambio en la legislación representativa de los Tres Estados. Era 14 de Julio, y los rumores decían que La Bastilla había sido asaltada. Tras superar algunos grupos de revolucionarios, y siguiendo las indicaciones de Anatole, llegaron a la Bastilla, encontrándose con que era la fortaleza con la que habían soñado. Efectivamente, los humanos habían asaltado la Bastilla durante el día, y parecía que había pasado un huracán por el interior de la fortaleza. Anatole corrió por el interior de la fortaleza, encontrando finalmente lo que buscaba, una de las celdas, en la que Raquel utilizó el Toque del Espíritu, descubriendo que había estado ocupada por un joven llamado Georg von Neumann, y que había sido liberado por la multitud que había asaltado la Bastilla. Pero lo importante era que Georg había conseguido escapar de su viejo amo llevándose un antiguo pergamino de gran importancia, y Raquel reconoció en las imágenes al viejo amo del muchacho… Zelios, el Arquitecto.
            Mientras se preparaban para buscar un refugio para el día, los personajes, Anatole, Lucita y Beckett se dieron cuenta de que la Bastilla estaba siendo de nuevo rodeada,  esta vez de hombres, ghouls y vampiros armados con antorchas y portando barriles de aceite y brea. Frente a ellos, vestido como un sans-cullote, se encontraba Gerard de Châtelle, dispuesto a acabar incluso con sus superiores en su afán de convertirse en el vencedor único de la guerra por París, para convertirse en el Arzobispo de la ciudad. En ese momento, hizo su aparición una Nosferatu. Se hacía llamar Ruxandra, chiquilla de Marusca, chiquilla de Zelios, y estaba acompañada por una extraña mujer quemada que se movía entre las sombras y llevaba el sello de la Mano Negra, que se hacía llamar simplemente Luz. Ruxandra y Luz ayudaron a los personajes a salir de la Bastilla a través de unos túneles que les condujeron a las catacumbas de París, y a través de ellas, a la llamada “Corte de los Milagros”, el dominio de la Matusalén Nosferatu Mnemach. Al parecer, existía un acuerdo milenario entre Mnemach y los diferentes Príncipes que habían ocupado el París de Arriba. Ellos gobernaban Arriba, ella Abajo. Además, Mnemach tenía prisionera a la Matusalén Ventrue Saviarre, antigua esposa del Príncipe Alexander, a la que llevaba más de quinientos años torturando.
            Aunque Pier Francesco trató de conseguir el apoyo de Mnemach contra de Châtelle, la Nosferatu no parecía interesada en la política de la superficie, aunque cuando Anatole y Lucita solicitaron su ayuda para encontrar el rastro de Georg von Neumann, la Nosferatu aceptó. Luz, además, sugirió a los personajes que lo mejor que podían hacer era dejar París por un tiempo. De Châtelle tenía fuerzas suficientes como para acabar con la Camarilla de París… pero también con ellos. Finalmente, los personajes aceptaron, pues Ruxandra volvió tras un par de días con dos destinos posibles para Georg von Neumann. Uno de ellos era la ruta del norte, desde Calais hasta Inglaterra. Otra, la que los personajes decidirían seguir, la del sur, hacia Toulouse. Finalmente, disfrazados de mendigos, abandonarían la Corte de los Milagros, no sin que Luz les mostrara un extraño lugar, una sala con un mosaico hecho a base de nudillos humanos, algunos blancos, otros teñidos de negro con carbón que formaban la imagen de una mujer con la cabeza convertida en un orbe oscuro del que emanaban diferentes rayos. Luz desconocía el sentido del mosaico, pero tenía muy claro lo que quería decirles a los personajes: había más bajo los Nosferatu de París de lo que parecía en principio…
            Disfrazados de mendigos, los personajes abandonaron París…

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