lunes, 25 de julio de 2011

LA SANGRE DE LOS TIRANOS (III)

            Después de averiguar que Nefer-Ankh-Eset se encontraba en París y había conseguido runas de Zelios capaces de hundir la ciudad, los personajes decidieron volver a París. Tras conseguir atravesar las fronteras francesas que comenzaban a ser bloqueadas por los ejércitos galos para evitar una invasión por parte de los Austriacos, se dirigieron a la capital francesa, donde se refugiaron en un antiguo palacete que había ardido en parte. Vieron la Guillotina, en la Plaza de la Bastilla, y supieron que durante el tiempo que habían estado fuera, habían continuado las ejecuciones de los nobles y de todos aquellos acusados de ir en contra de la Revolución. Al parecer, el ciudadano Jean Paul Marat tenía especial habilidad para mandar a gente a la Guillotina, que mantenía bien surtida de víctimas.
            En su deambular por la ciudad, dieron con una manada del Sabbat, recién llegados de Rouen para apoyar el dominio de Gerard de Châtelle. Pier Francesco interrogó a la ductus de la manada, una Toreador Antitribu, mientras Luna y Paolo trataban de eliminar al resto del grupo para que nadie revelase su presencia en la ciudad a Gerard, pero midieron mal sus fuerzas, y hubieran sido destruidos de no haber vuelto Pier Francesco a tiempo de evitar que fueran diablerizados por los Cainitas franceses. Pero al tratar de despertar a Luna, esta fue víctima del Frenesí, e hirió de gravedad al Lasombra. Finalmente, la Brujah Antritibu consiguió controlarse, pero los tres se encontraban heridos.
            Mientras Pier Francesco se recuperaba, Paolo trató de encontrar por la ciudad a alguno de los Cainitas pertenecientes a la Corte de los Milagros, pero era como si los Nosferatu y los Ravnos hubieran sido borrados de la ciudad. Mientras, Luna acudía a la rivera del Sena, a la zona del mercado de pescado, donde al parecer, Georg se había reunido con la mujer que le había llevado hasta los subterráneos y Nefer-Ankh-Eset. Y no encontró a ninguna mujer, pero sí a un joven Malkavian, Aimery St.Claire, que caminaba por la rivera del Sena, medio chapoteando, y con una cabeza decapitada entre las manos. Sorprendida, Luna comprobó que se trataba de la cabeza de Luis XVI. Aimery había escapado del laberinto de la Corte de los Milagros siguiendo las voces de los muertos. Y en algunos momentos, los ojos de Aimery cambiaban por los de Anatole, y su voz cambiaba por la del otro vástago, que afirmaba que habían sido engañados y que debían detener a la Hija de la Sombra que se retorcía bajo las calles de París, antes de que construyera su Torre de Babel del Terror. Aimery no era capaz de recordar las ubicaciones de las entradas a la Corte de los Milagros, pero sabía que Memnach tenía un ghoul a su servicio en el mundo de la superficie que podría conocer las ubicaciones de las entradas a la Corte. Su nombre era, precisamente, Jean Paul Marat.
            Paolo acudió a la mansión de Marat, y trató de matar a la criada, que huyó de la casa, provocando un gran disturbio, mientras Paolo se infiltraba en la casa y escuchaba un grito procedente del baño. Una mujer salió corriendo de la casa hacia la calle, con un cuchillo sanguinolento en la mano, pero fue detenida por la turba que se había organizando en la calle. Paolo encontró el cuerpo de Marat en la bañera, acuchillado por la mujer, que resultó ser una girondina, Charlotte Corday. Pero cuando iba a huir de la casa, se dio cuenta de que había alguien que se alejaba de allí a toda prisa. La siguió, y descubrió que se trataba de Ruxandra, la Nosferatu aliada de Mnemach. Paolo fue derrotado por Ruxandra, que dejó su cuerpo para que se consumiera por el Sol.

            A la noche siguiente, Pier Francesco y Luna descubrieron la muerte de Marat y la ejecución de su asesina, Charlotte Corday. Buscaron a Paolo, pero no encontraron ningún resto del Nosferatu, así que rastrearon el cuerpo de Corday en un pudridero. La encontraron, y entre sus ropas, vieron que la mujer que había matado a Marat también había robado los mapas de la Corte de los Milagros. Y en ellos, uno de los signos de Zelios aparecía marcado en el emplazamiento de Nôtre-Dame. Tras recibir una visita sorpresa de Madame Guil, que parecía haber adoptado a Aimery como paje, y que esta les informara de que los grandes líderes de la Camarilla (Hardestadt, Mithras, el señor de la guerra Karsh, el príncipe François Villon que sólo había fingido su muerte…) se dirigían hacia París, Pier Francesco y Luna se dirigieron al Louvre, convertido en refugio de Gerard de Châtelle. Allí estaba el Arzobispo de París, con sus seguidores y la Templario Luz. Pier Francesco desafió a de Châtelle a Monomacia, y este trató de que Luz le defendiera, pero la Templario se negó. La Monomacia era un rito sagrado, y Luz no estaba dispuesta a enfrentarse a su propia Progenie, revelando  así que era Lisetta Iluminada, la Sire de Pier Francesco, antes de desaparecer entre las sombras. Gerard atacó a traición a Pier Francesco, pero este consiguió defenderse, y aunque el Brujah Antitribu incluso atacó a  Luna para utilizarla como rehén, había violado el rito de la Monomacia, y sus propios seguidores le empalaron. Pier Francesco, convertido por derecho de combate en Arzobispo de París, ordenó que le llevaran a la Guillotina, y allí fue ejecutado.
            Acto seguido, Pier Francesco y Luna, junto a varios miembros del Sabbat que se distribuyeron por las entradas de la Corte de los Milagros, entraron a los subterráneos a través del Cementerio de Les Innocents. Utilizando los mapas de Marat, consiguieron llegar al punto indicado, bajo Nôtre-Dame, donde encontraron a Mnemach llevando a cabo su ritual. La fe de la Catedral había sido pervertida por viejos signos setitas mezclados con los signos de Zelios, mientras una pirámide realizada con cabezas cortadas desde siglos atrás se convertía en eje del ritual. Tras Mnemach (o Nefer-Ankh-Eset, ya que finalmente se quitó la máscara, revelando que era una Setita, la primogénita de la Diosa de los Mil Rostros), se encontraba presa la antigua Condesa de París, la Matusalén Saviarre, esposa del Príncipe Alexander. Mnemach reveló que su sacrificio hundiría la Ciudad de la Luz y la sacrificaría al Dios de la Sombra, a Apofis, que permitiría el resurgir de Set. La Setita inició el ritual, y las cabezas comenzaron a cantar, bañadas por la sangre de Saviarre.
            El subsuelo de París comenzó a temblar, y mientras Pier Francesco trataba de liberar a Saviarre, Luna se enfrentaba a Mnemach. Finalmente, el Lasombra consiguió soltar a la Matusalén Ventrue, que en pleno frenesí, atacó a Mnemach, envuelta en llamas, ya que la Setita había tratado de hacerla arder. La tierra se abrió bajo ellas, y una ardiente Saviarre, arrojó a Mnemach a las entrañas de la tierra, saltando tras ella hacia la Muerte Definitiva. Pier Francesco y Luna consiguieron escapar de los subterráneos, para encontrarse con que en París, apenas habían notado un pequeño movimiento de tierras…
            Habían evitado que Nefer-Ankh-Eset llevara a cabo su ritual, habían salvado París, pero ahora, la Camarilla se acercaba para recuperar la ciudad que era su símbolo, pero Pier Francesco, a pesar de saber que no podían defenderla, no estaba dispuesto a dejarse derrotar tan fácilmente. Habían demostrado que podían golpear a la Camarilla en su mismo corazón, y sabían que finalmente, tendrían que abandonar París… Pero no iban a hacer que fuera fácil para la Torre de Marfil.

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