jueves, 8 de septiembre de 2011

LAS GUERRAS DE DIOS

Pues a lo tonto, se me ha ido casi un mes en la lectura del libro que voy a comentar hoy y que me ha tenido ocupado durante las vacaciones y parte de la reincorporación al trabajo… bueno, con las interrupciones lógicas de algún que otro libro para aligerar (el ya comentado “El Pistolero”, por ejemplo) y los cómics de rigor. Pero finalmente, hace unos días terminé “Las Guerras de Dios”, de Christopher Tyerman, y ha llegado la hora de hacerles su huequito (1800 páginas de nada) en las estanterías del Iconocronos.


                Los que seáis seguidores asiduos del blog, ya habréis vistos varios posts dedicados a ese movimiento característico de la Edad Media que fueron las Cruzadas, y probablemente ya haya comentado en algún momento la fascinación que ejerce sobre mí estas, así como todo lo que las rodeo, y que probablemente la etapa que va desde la fundación del Reino Latino de Jerusalén (1099) hasta la caída del Segundo Reino (1291) sea de los más interesantes de la Historia, probablemente junto con ese gran momento que fue el siglo XVI. Hace ya muchos años (más de los que me gusta asumir), en la facultad, encontré una estupenda crónica de las Cruzadas, una obra que realmente narraba la historia de los Templarios, pero lo hacía a través de una narración completa de las Cruzadas, desde la preparación de la primera de ellas hacia 1097 hasta la ejecución de Jaime de Molay en 1314. Se trataba de Mazmorra, Hoguera y Espada, de John Robinson, libro que por cierto, estoy buscando como un loco para mi biblioteca particular, y no hay manera de encontrar. Cuando en esta pasada Feria del Libro, en la FNAC, encontré Las Guerras de Dios, me dije a mí mismo “Ah, pues tiene buena pinta, quizá con él puedas sustituir a Mazmorra, Hoguera y Espada”.
                Lo cierto es que ni mucho menos. A pesar de que la temática de ambos es la misma, o muy semejante, Mazmorra, Hoguera y Espada es un libro mucho más ameno que Las Guerras de Dios, bastante más denso en su lectura… pero también mucho más completo. La obra de Tyerman, que es la que hoy nos ocupa, es una completísima crónica de todo el movimiento cruzado, desde los orígenes de la Primera Cruzada a los coletazos del movimiento en los siglos XV y XVI. Tyerman se centra principalmente en las Cruzadas que todos conocemos como tales,  es decir, las luchas que tuvieron lugar entre cristianos y musulmanes por el dominio de la estrecha franja costera que llegaría a conocerse como Reino de Jerusalén y que comprendería parte de las actuales Israel, Siria y Líbano y que tendrían siete representaciones principales entre 1097 y 1291, comenzando por la Primera Cruzada organizada convocada por Urbano II y protagonizada por terratenientes franco-normandos que daría lugar al Reino de Jerusalén así como al Principado de Antioquía y los Condados de Edesa y Trípoli; hasta los últimos movimientos dirigidos por Luis IX de Francia (el futuro San Luis) en Egipto y Túnez, anteriores a lo que sería finalmente la caída del Segundo Reino de Jerusalén (centrado en la ciudad de San Juan de Acre) provocada por el advenimiento de los Mamelucos como fuerza principal de Egipto y Oriente Medio. A través de todo este plazo de tiempo, Tyerman nos habla de los fundamentos de cada una de ellas, de su desarrollo y de sus finales, encadenando cada una con su sucesora en el tiempo. Pero además, el autor presta atención e incluye en el movimiento Cruzado dos elementos propios de la Edad Media de los que no se suele hablar cuando se estudia las Cruzadas. El primero, y del que estamos acostumbrados a oír hablar, es la Reconquista de la Península Ibérica. Y el segundo (y para mí mucho más interesante, ya que de la Reconquista he oído hablar más que suficiente en las clases de la Facultad, el Instituto y hasta el Colegio), los movimientos cruzados de la expansión alemana hacia el Este a través de las conquistas de las Órdenes Militares alemanas en Prusia, Estonia, Lituania o Livonia, y que como gran parte de la historia de Europa del Este, para nosotros es terra incógnita, hasta el punto de que, siendo Historiador (y Medievalista), sabía más de estos acontecimientos por el juego de Rol Vampiro: Edad Oscura que por lo que vi de ellas en la Facultad.
                Como he dicho antes, Tyerman hace una crónica contundente de todo el movimiento cruzado, muy interesante si eres, como yo, fanático del tema, pero que requiere de algunos conocimientos previos para, en algunas ocasiones, no volverte loco entre las decenas y decenas de nombres que se van dando lugar a lo largo de toda su narración. Además, adolece de cierta carencia del “otro punto de vista”, es decir, se centra mucho en el origen y desarrollo de las diferentes Cruzadas desde Occidente, pero apenas menciona qué ocurre y como cambia “el otro lado”, los musulmanes: su evolución política, religiosa y cultural, y como se pasó de los dispersos reinos enfrentados entre sí que se encontraron los protagonistas de la Primera Cruzada a la maquinaria de guerra de los Mamelucos Egipcios, y por supuesto, el gran inventor del Imperio Ayubbí, Saladino (aunque esa perspectiva, de forma genial, la ofrece la obra de Amin Maalouf Las Cruzadas Vistas por los Árabes, lectura obligatoria). Además, y esto es un error achacable sólo a la traducción realizada por Crítica, hay diversos nombres que no son siempre traducidos de la misma manera, produciendo cierta confusión si no sabes de quién están hablando (en varios momentos, hay personajes cuyo nombre baila de Amaury a Amalric o Amalarico), e incluso hay algunos errores de traducción (me estaba volviendo loco cuando hacen referencia al Concilio de Viena a principios del siglo XIV, ya que no me sonaba que se hubiera realizado ningún concilio en Viena, y menos en esa época, en la que el Papa comenzaba “la Cautividad de Aviñón”, hasta que me di cuenta de que no se trataba de la capital austriaca, sino de la ciudad francesa de Vienne)
                En general, un libro apropiado para historiadores y/o fanáticos de la historia de las Cruzadas, lleno de datos y de información, pero que llega a espesar demasiado en algunos momentos y que pasa demasiado por encima de otros muchos.

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