jueves, 19 de enero de 2012

PRÍNCIPE DE NADA I: EN EL PRINCIPIO FUE LA OSCURIDAD

                Cuando dejé, hace muchos años, de leer fantasía épica, no me imaginaba que al volver me iba a encontrar con lo que había cuando me decidí (me empujaron) a volver con La Saga de Geralt de Rivia y Canción de Hielo y Fuego. En uno de los posts que hice sobre una de las dos anteriores sagas (no me acuerdo), uno de los habituales que suelen pasar por aquí, El Espíritu de las Navidades Pasadas (así es Internet… vale, creo que ya he utilizado suficientes paréntesis por hoy), me habló de la existencia de una serie que DEBÍA leer. Se trataba de Príncipe de Nada, la obra de Scott R. Bakker que con el año nuevo, he comenzado a leer. Y o yo estoy últimamente muy impresionable con el tema fantástico, o señores, esto es otra joya.


                El primer tomo de la trilogía Príncipe de Nada, con el peculiar título de En el Principio fue la Oscuridad, nos encontramos con el arranque de una historia que pronto te deja sin aliento, y es que Bakker no se anda con medias tintas, y antes de que te haya dado tiempo a entender muy bien por donde te mueves, estás en medio de una historia enorme, con grandes implicaciones y que tiene su base en un pasado remoto del que sólo sabemos retazos. En el Principio fue la Oscuridad nos sitúa en el continente de Eärwä, en un mundo muy parecido al nuestro, y dentro de una región llamada Los Tres Mares que se parece mucho a la región Mediterránea en la Edad Media de nuestro propio mundo. Hace miles de años hubo una gran batalla, grande hasta el punto de que se habla de ella como El Apocalipsis, que acabó con el Imperio Kuniuri en el Norte, una gran batalla entre las huestes de algo llamado el No-Dios y sus seguidores no-hombres y los guerreros Kuniuricos; por lo que las grandes civilizaciones que han pervivido, se encuentran en la zona sur del continente, en los llamados Tres Mares.

                Y en los Tres Mares hay un amplio tablero con diferentes jugadores. Por un lado, tenemos los llamados Reinos Inrithi, los seguidores del Último Profeta, Inri Sejenus, conocidos como “Hombres del Colmillo”, ya que adoran un objeto llamado “El Colmillo”, donde se encuentra la primera escritura humana y cuyo principal representante son los llamados Mil Templos, dirigidos por el Shriah, que domina la ciudad de Sumna. Por otro lado, tenemos el Imperio Nansur, dirigido por la dinastía de los Ikurei, en la persona de Ikurei Xerius III, con un gran poder político en la región. Los Fanin serían la tercera de las facciones a tener en cuenta, los Inrithi los consideran herejes, seguidores del falso profeta Fane, que dominan la ciudad en la que nació Inri Sejenus, la santa Shimeh. Y manteniendo fronteras tanto con Nansur como con el reino fanin de Kian, están los scylvendios, una raza de jinetes guerreros que dominan las estepas existentes entre estos dominios.

                Pero además de estos actores políticos, hay otras grandes facciones: Las Escuelas de Hechicería. Considerados blasfemos por los Inrithi, con los que ya han tenido una guerra, los hechiceros de este mundo se dividen entre diferentes escuelas. Los Chapiteles Escarlata es la más poderosa de todas, y de hecho, tiene el dominio fáctico sobre uno de los reinos Inrithi, el Alto Ainon. Por el contrario, en el Imperio, el Saik Imperial pone la hechicería a disposición del Emperador y sus huestes. Los Fanin tienen sus propios hechiceros, los Cishaurim, que disponen de su propia y extraña magia. Y por último, pero no por ello los menos importantes, sino al contrario, el Mandato. El Mandato se define por dos cuestiones. La primera, que poseen la antigua magia del Norte, de los reinos Kuniuricos. Y la segunda, que aunque el resto del mundo ha superado el Apocalipsis, los Maestros del Mandato continúan recordándolo cada noche en sus sueños, donde tienen visiones de Seswatha, el hechicero que sirvió al Emperador Anasurimbor Celmomas, último rey de Kuniuri. Aunque el No-Dios fue derrotado, sus sirvientes, el Consulto, sobrevivió al Apocalipsis, y se han escondido… o eso piensa al menos el Mandato, que continúa manteniendo una guerra contra un enemigo cuya existencia se pone más en duda.

                Con este panorama, la llegada de un nuevo Shriah al control de los Mil Templos, provoca que los Tres Mares se dirijan hacia el estallido del complejo panorama político que se había trazado allí, y es que el nuevo Shriah convoca una Guerra Santa, un poderoso martillo que los Inrithi lanzan hacia la estructura completa de los Tres Mares y lo que cada una de sus civilizaciones significan. Y mientras, un monje llamado Anasurimbor Kellhas, un dunyaino, un heredero del Norte, se dirige hacia el Sur, al parecer cumpliendo una vieja profecía…  A través de varios personajes, todos ellos reseñables, Bakker nos muestra cómo es el mundo y la sociedad de los Tres Mares. Anasurimbor Kellhus (que es un puñetero psicópata, de verdad), el Maestro del Mandato Drusas Achamian, el Emperador Ikurei Xerios y su sobrino, el heroico General-Exalto Ikurei Conphas, la prostituta Esmetenet, un guerrero scylvendio llamado Cnaiur-urs-Skiotha, la antigua esclava Serwe… Son nuestros ojos para ver la gran máquina de la Guerra Santa y como su movimiento altera historias y situaciones que quizá, ni el mismísimo nuevo Shriah había pensado al convocarla.

                Obviamente, Bakker ha cogido las Cruzadas como referencia para su historia. Los Inrithi son los Cristianos, el Shriah el Papa, los Fanin los musulmanes, el Imperio Nansur se correspondería con el Imperio Bizantino, los scylvendios se parecen mucho a los Mongoles (y por lo tanto a los dothraki… je, je, je… ostias, yo había dicho que no iba a utilizar más paréntesis…). Sumna se parece mucho a Roma, Momemn a Constantinopla, Shimeh es Jerusalén… Pero Bakker consigue, con gran maestría, aunar un momento tan grande de la historia de nuestro mundo como es este con un mundo de fantasía épica oscurantista y creíble.

                Cuando Edu… digo, el Espíritu de las Navidades Pasadas, me recomendó este libro, y por las críticas que he visto posteriormente en Internet, se habla de que Príncipe de Nada es una trilogía de lectura más compleja, que tiende hacia la filosofía e incluso hacia la psicología y a la teología. Siendo un poco consecuentes… a ver, efectivamente no es Canción de Hielo y Fuego, Bakker no es Martin, que ha trabajado en televisión y maneja los tiempos de atención de forma espectacular, como si sus libros fueran series. Pero Bakker no es, para nada, difícil de leer si has tenido un mínimo de lecturas más allá de “Soy un bárbaro, tú un arquero, cogemos a un mago y a un elfo, y nos vamos a buscar al dragón”. Sí, no es una novela de “Fantasía Épica” al uso, es especial… diferente. Y eso es genial.

                En fin, una novela que me ha enganchado prácticamente desde la página tres, y de la que seguiré hablando… que El Profeta Guerrero lo tengo a la vuelta de la esquina…

1 comentario:

  1. Curioso, que curioso (joder soné como un tipo de Harry Potter XD). Un amigo y yo nos pusimos a comparar a Canción de Hielo y Fuego con Príncipe de Nada..., y sí, francamente se los puede comparar cuando cada uno es tan diferente al otro. Digamos que están en iguales categorías.

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