Anoche,
finalmente, tras un breve Sprint final
de “Dios mío, no puedo parar de leer, me queda tan poco y es todo tan interesante”,
terminé El Pensamiento de las Mil Caras,
y con él, la trilogía Príncipe de Nada.
Han sido tres libros de acompañar a unos personajes fascinantes a la Guerra
Santa, de vislumbrar grandes naciones y civilizaciones, aquellas que rodean a
los Tres Mares que tanto recuerdan al Mediterráneo en tiempos de las Cruzadas. Con
El Pensamiento de las Mil Caras, y después
de los sucesos de El Profeta Guerrero, la
Guerra Santa se encuentra más cerca que nunca de la sagrada tierra de Amoteu, y
por lo tanto, de Shimeh, su objetivo, y la sede de los enigmáticos cishaurim,
los hechiceros fanim… y de Anasurimbor Moenghus, el padre de Kellhus y motor en
la sombra de toda la historia que hemos leído.
Bakker
traza en El Pensamiento de las Mil Caras
una historia múltiple (de mil caras), en la que a través de las diferentes
perspectivas de cada uno de los protagonistas, cada uno con sus circunstancias,
planes, filias y fobias, los últimos tiempos de la Guerra Santa, a la vez que
se van resolviendo los enigmas que se planteaban desde el principio de la
Guerra. El objetivo de Anasurimbor Moenghus entre los cishaurim, la verdad
sobre el Santo Shriah Maithanet, qué se esconde detrás de los Chapiteles
Escarlatas, y muchos más datos sobre esa gran historia no contada que es el
Primer Apocalipsis y el alzamiento del No-Dios. Y todo ello, a través de
personajes que cada vez crecen más, dedicándose este volumen mucho más a los
que han sido menos importantes, apartando en buena parte del libro a Kellhus
del protagonismo para centrarnos en sus seguidores y en lo que el Profeta
Guerrero provoca a su alrededor. Así, Anasurimbor Kellhus y Cnaiur urs Skiotha dan
un paso atrás para permitir avanzar tanto a Drusas Achamian (protagonista
absoluto final de la saga), como a Esmenet, Proyas o ese personaje genial que
es el Exalto-General Ikurei Conphas.
La
narración de Bakker sigue siendo genial, equilibrando perfectamente hechos con
filosofía, avanzando tanto en la Guerra Santa como en las consecuencias
psicológicas y filosóficas que la Guerra tiene en aquellos que participan de
ella. El mundo que perfila, que atisbamos a ver más allá incluso del camino de
la Guerra Santa es fascinante, y en todo momento, te quedas con ganas de saber
más sobre el Primer Apocalipsis, sobre Kuniuri y la perdida Tryse, o sobre las
tierras de la Sal que forman el dominio de los Kianene.
Sólo
hay una pega a la historia… ¡¡¡y es que la historia no acaba!!! O sea, sí lo
hace la trilogía, pero no está todo dicho, ni mucho menos, ni sobre los
personajes ni sobre la situación que se desarrolla. La Guerra Santa llega a su
culminación, pero no lo hace el Segundo Apocalipsis. Se resuelve la guerra
entre los inrithi y los fanim, pero no la vuelta del Consulto… Y es que tras Príncipe de Nada, Bakker ha proyectado
otros dos ciclos, siendo los siguientes El
Ciclo del Emperador-Aspecto, compuesto por dos novelas, La Gran Ordalía y Los Cuernos de Golgotterath… pero no se han publicado en España.
Así que…
¿A
quién hay que exigirle que termine esto?
Ah, sí, el ciclo del Segundo Apocalipsis consta de varias trilogías. Yo eso ya lo sabía, pero no te lo iba a decir cuando te recomendé los libros, que si no no te los lees :p
ResponderEliminarQueeee majos. ¿Buscamos aliados y asaltamos Timun Mas para que la publiquen?
ResponderEliminarCreo que lo tienen anunciado. La verdad es que yo empecé esta saga sin saber que era de Timun, porque me han hecho tantas putadas que no compro nada que publiquen ellos hasta que no esté acabado. Pero creo que se ha vendido bien, así que confío en que saquen las continuaciones.
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