Tras
la toma de Desembarco del Rey por los hombres de Daenerys Targaryen liderados
por Barristan Selmy, Erwyn, Uther, Oweyn y Fusk se encontraron con una ciudad
prácticamente arruinada. Varios barrios habían sido destruidos durante la
batalla, y para sorpresa de los recién llegados, parecía que los habitantes de
Desembarco del Rey llevaban ya varios meses desabastecidos, pasando hambre. Los
hombres reclamaban comida, y las arcas de reino estaban vacías. Selmy pidió la
ayuda de Fusk para entender cierta documentación, relativa a un préstamo que
Eddard, en nombre del Trono de Hierro, había pedido al Banco de Hierro de
Braavos, la cantidad de 500.000 dragones de oro, deuda que ahora recaía sobre la
nueva reina… y que parecía difícil devolver, lo que ponía al Trono de Hierro en
una difícil situación con la poderosa institución financiera. Mientras, Oweyn y
Erwyn se unían a un grupo de Capas Doradas para recorrer los túneles que había
bajo la ciudad, en busca del dragón-cadáver de
Qyburn, al que habían cegado. Finalmente dieron con él ya en el exterior
de los túneles, en un barrizal cercano al Lecho de Pulgas en el que tras perder
a varios guardias y sufrir algunas heridas, pudieron poner fin a la existencia
de la aberrante criatura que podría haber significado una gran destrucción para
Desembarco del Rey.
Finalmente,
dentro de una austeridad marcada por la completa ruina de la ciudad, Daenerys
hizo su aparición en Desembarco del Rey, junto con el resto de su flota y sus
hombres. Para muchos, Daenerys llegaba como salvadora, para otros como
conquistadora. Algunos esperaban de ella la solución a todos sus problemas,
para otros solo era la hija del loco Aerys Targaryen. Daenerys no quiso ninguna
coronación oficial hasta que no pudiera asentar la paz en todo su reino, pero
rodeada de su círculo más privado de seguidores, por fin tomó posesión del
Trono de Hierro. Daenerys solicitó la ayuda de sus allegados para que
conformaran su nuevo Consejo Privado. Barristan Selmy se convertía así en la
Mano de la Reina, además de convertirse en Comandante de los Capas Doradas,
tras ser arrojado Janos Slynt a las mazmorras. Stannis retomaba el
almirantazgo, obteniendo el mando de la gran flota que Daenerys había reunido,
mientras que Fusk se convertía en nuevo Consejero de la Moneda. Daenerys
continuaría haciendo cambios más adelante, según fuera siendo necesario, y se
fuera haciendo con el control de Poniente. En aquellos momentos, la situación
no permitía una coronación, pero Daenerys ordenó que se diera una cena en la
Fortaleza Roja, y se repartiera por la ciudad parte de la comida almacenada y
de las provisiones que llevaban en los barcos. Mientras todo se preparaba,
Erwyn se vio sorprendido por la presencia de Gerolt Dayne, Estrella Oscura, que
le pidió una reunión privada. Erwyn siguió a Estrella Oscura hasta su pabellón,
y allí, este le hizo entrega de un cofre enviado por Ashara Dayne, dentro del
que estaba, como era de esperar Albor,
la espada que perteneciera a Arthur Dayne, y que siglos antes había empuñado
Azor Ahai bajo el nombre de Dueña de Luz,
el arma destinada a Edric Tormenta. Erwyn comenzó a entrenar a Edric, tras
comprometerse a convertirle en su escudero, para ocuparse de él durante
cualquier batalla.
La
cena de Daenerys se ofreció en el salón del trono, permitiendo a sus seguidores
disfrutar de bebida, comida y música, y algunos, como Erwyn, se olvidaron
incluso por algún momento de la oscuridad que parecía acecharles. Siguiendo los
consejos de Fusk, Oweyn aprovechó para solicitarle a Daenerys ser eximido de
los crímenes que se le imputaban, relevándole de su juramento y de los castigos
que pesaban sobre él. Stannis estuvo de acuerdo, y Daenerys aceptó,
devolviéndole a Oweyn el derecho a llevar sus armas y sus colores, además,
decidió que había llegado el momento de nombrarle caballero. Barristan Selmy se
encargaría del nombramiento, y Oweyn solicito a Erwyn y Uther como padrinos,
pero ante la negativa de Stannis a aceptar a Uther (ya que aún no había pedido
siquiera el perdón real), Daenerys ocuparía el lugar de su segundo padrino.
Poco después del nombramiento, uno de los Capas Doradas entró en la sala del
trono, llevando un mensaje para Daenerys, que ordenó que se detuviera la
música, mientras entraba el recién llegado: Lord Varys, el Eunuco. Varys se
inclinó ante la Reina, presentándose y afirmando que había hecho mucho para
ponerla en el trono, pero Fusk le espetó que debería haber estado en la ciudad
cuando le habían necesitado. Varys se disculpó, argumentando que había
continuado con su labor, buscando aliados para su Reina. Un bardo que tocaba
Las Lluvias de Castamere precedió la entrada de Tyrion Lannister, que venía
escoltado por su tío Kevan Lannister, su sobrino Lancel, y Sandor Clegane, el
Perro. Con cierto toque burlón, Tyrion se inclinó ante Daenerys, y anunció que
venía a negociar en nombre de su familia con la Reina de Dragones. Según
Tyrion, su hermano continuaba controlando los Ríos desde Harrenhal, y su padre
defendía Occidente de las incursiones de los Hombres del Hierro, pero deseaban
un acercamiento a la nueva Reina y sus aliados, por lo que ordenó al Perro que
dejara Hielo, la espada de Eddard
Stark, a los pies de la Reina, para que esta la hiciera llegar al Joven Lobo.
Daenerys asintió, y ordenó a Fusk que negociara con el Gnomo.
Mientras
esto ocurría en Desembarco, Rhoynar, llevado por la curiosidad provocada por la
carta recibida de Daenerys que le informaba de la desaparición de Tyene Arena y
de Melisandre de Asshai, se dirigía a Rocadragón, junto a su antiguo aliado, el
volantés Nansirio Ikurei. El viaje fue duro, pues las tormentas del Invierno ya
azotaban Rocadragón, los rumores de los marineros decían que todo el mar al
norte de Puertogaviota se estaba congelando… Y Rhoynar pudo ver extraños
augurios en el cielo, una luz procedente del Norte, y un cometa blanco que
cruzaba el firmamento de norte a sur… Además, por el camino estudió el volumen
que había rescatado de la biblioteca de Qyburn, encontrando extraños textos y
diagramas sobre la resurrección, muchos de ellos incomprensibles. Finalmente,
Rhoynar llegó a Rocadragón y fue recibido por el castellano, Ser Axell Florent,
que le condujo a la señora de la isla, Lady Selyse, la esposa de Stannis.
Selyse recibió a Rhoynar, pidiéndole noticias de su esposo, y alegrándose al
saber que Bastión de Tormentas y Desembarco del Rey habían caído. Sin embargo, Selyse
no sabía nada de Melisandre, y la inquietaba que se hubiera apartado de su
esposo. Caramanchada, el bufón, jugaba alrededor del trono de Selyse junto a la
pequeña Shireen, pero ambos se quedaron quietos cuando Rhoynar entró.
Caramanchada hizo una alusión a que lo había visto antes bajo el mar, al fuego
y a los dragones, y Axell Florent le reprendió y le ordenó callar. Caramanchada
abandonó la sala, no sin antes lanzar una extraña mirada hacia Rhoynar, que se
convertiría en huésped de Selyse, siéndole asignadas unas habitaciones, en
espera de la llegada de la Mujer Roja. Rhoynar descendió a los subterráneos de
Rocadragón, encontrando el lugar en el que Jorah Mormont le había contado que
la leyenda decía que la sangre real despertaría a los dragones de Rocadragón.
En la biblioteca de Stannis, además, encontró en un viejo libro el origen de
las leyendas, el mito de que los Targaryen que habían conquistado Rocadragón
como el punto más lejano del Feudo Franco de Valyria y habían enterrado huevos
petrificados de dragón bajo el volcán. Y mientras esperaba, alguien deslizó una
nota bajo la puerta, un simple trozo de pergamino escrito con carboncillo en el
que se podía leer “ven a la torre”.
Rhoynar
se dirigió hacia la torre, sin saber muy bien con qué iba a encontrarse, y le
sorprendió ver a la pequeña Shireen sobre una gárgola, asomada al vacío. El
antiguo maestre se dio cuenta de que la joven estaba atada, de modo que no
corría peligro, pero fue demasiado tarde para él, y Caramanchada apareció de
algún lado, arrojándole por encima del muro, al mar. Las olas atraparon a
Rhoynar, que se vería arrastrado hacia el fondo, y aunque trató de resistirse,
no pudo liberarse de las corrientes que le llevaron hacia las profundidades…
donde sus ojos se abrieron para ver. El Frío Blanco resplandecía en el Norte,
una flecha blanca cruzaba el cielo hacia el Sur… la sombra de un dragón volaba
sobre él, y la Oscuridad se reunía, envolviendo un corazón negro. Un León, un
Huargo, y un Dragón se reunían para hacer frente a la Oscuridad, que se rompía
cuando una Espada atravesaba un Corazón Ardiente. La Luz volvía, una corona de
oro en forma de dragón giraba sobre sí misma, estandartes de oro y plata
celebraban la victoria… y entonces, el Mar llegaba y lo barría todo. Con un
sonido estruendoso, el Mar lo arrastraba todo, y todos quedaban quietos,
quietos y muertos bajo el mar…
En
Desembarco, Fusk no se encontraba en el mejor estado de ánimo para negociar con
los Lannister. No olvidaba que estos se habían aliado con los Frey y los Bolton
para asaltar Puertoescarcha, el propio Jaime Lannister había ejecutado allí a
Catelyn Tully… Fusk exigió la entrega del responsable de todo esto, Tywin
Lannister, a lo que Tyrion se opuso en firme. Si era necesario, los Lannister
irían a la guerra contra Daenerys, ¿podían enfrentarse a un asedio de años?
Porque la Roca no caería fácilmente. Fusk era partidario de ir a la guerra, así
que abandonó las negociaciones, e intentó convencer a Daenerys de que la guerra
con los Lannister era lo adecuado, y Erwyn abogó en parte por la misma causa,
pero Uther, que había presenciado la Oscuridad del Norte, defendió que una
alianza entre los Lannister y el Trono de Hierro permitiría a los hombres del
Sur acudir en ayuda del Norte cuanto antes. Siguiendo las órdenes de Daenerys,
Fusk volvió a las negociaciones con Tyrion, apoyado en algunos momentos por
Erwyn. A cambio de la retirada de los Lannister de los Ríos y la promesa de
liberar a Edmure Tully, que sería devuelto a su posición de Señor de
Aguasdulces, los Lannister exigían que les fuera entregado Eddard Stark, para
ser juzgado en la Roca por el asesinato de la princesa Myrcella; y conseguían
que se reconociera su dominio sobre Septo de Piedra. A cambio de seguridad para
la Roca y seguridad para los Lannister, Jaime Lannister pondría su espada al
servicio de Daenerys, y Lannisport asumiría la mitad de la deuda vigente con el
Banco de Hierro. Además, acordaron el matrimonio del Príncipe Tommen con Sansa
Stark, con lo que el pequeño Rickard Baratheon se convertía en heredero de la
Roca, lo que parecía divertir enormemente a Tyrion. Además, Fusk exigió la
devolución de Robert Arryn al Nido de Águilas, bajo la tutela de Lord Stannis
Baratheon. A través de estas negociaciones, Daenerys conseguía a los más
improbables aliados: los Lannister.
Pero
mientras las negociaciones se desarrollaban, Oweyn y Uther descubrieron que
Fusk no era el único que estaba en contra de esa paz, y había alguien dispuesto
a dinamitarlas de forma más entusiasta. Y es que el día después de la cena,
tras perderse en Desembarco, encontraron en las aguas del Aguasnegras el
cadáver de Lancel Lannister, estrangulado y marcado con el sello de la Arpía.
Oweyn y Uther recabaron la ayuda de los guardias de la ciudad, volviendo a la
Fortaleza Roja e informando a Daenerys de lo ocurrido. Mientras la Reina
informaba a Ser Kevan, ellos investigaron en la Fortaleza, interrogando a
Eddard (del que no sacarían nada en claro y con el que Oweyn estaría a punto de
llegar a las manos), y descubriendo que Lancel había desaparecido la noche
anterior en compañía de una de las Gracias. Pero mientras investigaban, fueron
emboscados por dos Hombres Bestia, de cuyos cuellos pendía el signo de la
Arpía. Oweyn y Uther consiguieron derrotarles, dejando a uno de ellos con vida,
averiguando que la Arpía estaba en Desembarco del Rey, y que su objetivo era “matar
a la Llama ante la mirada de los Viejos Dioses”. Antes de que consiguieran
averiguar mucho más, el Hombre Bestia se arrancó la lengua con sus propios dientes,
pero al volver a la Sala del Trono, encontraron a una Daenerys aterrorizada.
Alguien se había llevado a Missandei y a Rhaego.
En
Rocadragón, Rhoynar despertó en una de las playas rocosas, con Caramanchada
sacándole el agua de los pulmones. El antiguo maestre sintió tal ataque de ira
que estuvo a punto de golpear al bufón con una piedra, pero controló su
impulso, y se limitó a preguntar que por qué lo había hecho. Caramanchada se
encogió de hombros, afirmando que Rhoynar debía ver lo que él había visto
tiempo atrás, como todo el mundo acababa muerto y quieto bajo el mar. Rhoynar
volvió al interior del castillo para ponerse ropa seca y esperar la llegada de
la Mujer Roja, pero apenas pasaron unos instantes cuando en una de las galerías
se dio cuenta de que pasaba algo extraño. Había un punto ciego en la isla, un
lugar al que nadie miraba… y al que él no conseguía mirar. Identificando
aquella extraña sensación con la magia de Asshai, Rhoynar corrió hacia el lugar
que todos evitaban mirar, un pequeño embarcadero oculto entre las rocas, hacia
el que se dirigía un pequeño barco. Melisandre era su tripulante, y no se
mostró demasiado sorprendida por ver allí a Rhoynar, que la ayudó a asegurar el
barco, e incluso a bajar a una drogada Tyene Arena, a la que Melisandre parecía
dispuesta a sacrificar para despertar a los dragones de Rocadragón, lo que
podía significar la diferencia entre la victoria y la derrota en la lucha contra
el Otro. A su alrededor, la tormenta arreciaba, y unos grandes granizos,
comenzaron a estallar contra el suelo de la isla. Rhoynar aceptó, e incluso fue
él quien empuñó la daga con la que acabaron con la vida de Tyene Arena en las
profundidades de Rocadragón. Su sangre empapó las piedras… pero no pasó nada.
Esperaron largo rato, pero no pasó nada. Obviamente, las leyendas estaban
equivocadas. Rhoynar y Melisandre se deshicieron del cadáver de Tyene,
poniéndola en el barco en el que la Mujer Roja había llegado, prendiéndole
fuego mientras los hombres de Rocadragón se refugiaban de la tormenta. Y
entonces, Melisandre vio una de las hogueras, que se estaban apagando. Casi
histérica, Melisandre avivó de nuevo las llamas, con ayuda de Rhoynar, y luego
las escrutó, antes de lanzar un grito y desmayarse sobre el antiguo maestre. “Ya
no queda nada, está todo perdido” dijo. Axell Florent acudió al escuchar el
grito, y ayudó a Rhoynar a dejar a la Mujer Roja en las habitaciones del
antiguo maestre, antes de acudir juntos a llevar una carta recién llegada del
Norte a Lady Selyse. La carta llevaba los sellos de los Stark y la Guardia de
la Noche, y cuando Lady Selyse la leyó, palideció y la dejó caer al suelo, de
donde Rhoynar la recogió…
Barristan
Selmy organizó la búsqueda de Missandei y Rhaego, pues Daenerys parecía
enloquecida, y ordenó a sus dothraki que liberaran a los dragones. Encontraría
a su hijo, aunque tuviera que destruir para ello Desembarco del Rey. Uther y
Oweyn corrieron hacia el bosquecillo de dioses, pero allí no había rastros de
Missandei y Rhaego, así que se dirigieron hacia las ruinas del Septo de Baelor.
Y allí encontraron al Perro, atrapado por los Hombres Bestia, al parecer en un
plan que llevaría a culpar a los Lannister de la muerte de Rhaego, acabando
cualquier posibilidad de paz entre Daenerys y los Lannister. Missandei sostenía
a Rhaego, y para sorpresa de todos, parecía dispuesta a acabar con él. Ella era
la Arpía. Oweyn arrojó con certeza una daga a la esclava, que dejó caer al
niño, y los hombres de Desembarco la asaetearon con sus ballestas, dejándola
herida de muerte antes de que pudiera causar más daño. Mientras liberaban al
Perro, Oweyn y Fusk , junto a la guardia de la ciudad, acabaron con los Hombres
Bestia y las Gracias que habían servido a la Arpía, y Daenerys llegó para
encontrar sano y salvo a su hijo. Sorprendida, Daenerys quiso hablar con
Missandei antes de que muriera, y la muchacha admitió haber sido siempre una
traidora, para eso la habían enviado los Viejos Maestros junto a Daenerys: para
traicionarla. Ella había orquestado los ataques de la Arpía en Meereen, ella
había pactado con la Oscuridad, con Qyburn, con Gwyddion… Ella debía extender
la guerra por Poniente, para que Azor Ahai no pudiera volver a alzarse. Missandei
expiró, y Daenerys regresó junto a sus hombres a la Fortaleza Roja… para
encontrarse a Selmy con el rostro sombrío, sosteniendo una carta sellada con
los símbolos de los Stark y la Guardia de la Noche…
El Tiempo se nos
ha acabado en el Norte. Saben los Dioses, los Viejos y los Nuevos, que hemos
intentado hacerlo lo mejor posible, que hemos intentado resistir lo más
posible.
Pero
ya no hemos podido resistir más, y la
ayuda del Sur que esperábamos no ha llegado. El Norte se ha perdido,
quizá para siempre, la Oscuridad se extiende desde las Tierras del Eterno
Invierno hasta el Lanza de Sal. Último Hogar se ha perdido. Puertoblanco se ha
perdido. Bastión Kar se ha perdido. Puertoescarcha se ha perdido. Fuerte Terror
se ha perdido. Ciudadela de Torrhen se ha perdido. Bosquespeso se ha perdido.
Invernalia
ha caído.
Y
puede que esta vez sea para siempre. No sabemos como ni cuando rebasaron el
Yermo, las tierras que antes fueron el Muro, como una tormenta de sombras y
oscuridad. Algunos dicen que han visto en el corazón de las sombras al portador
de la propia Oscuridad, el cuerpo que ahora viste el Otro, la carcasa que
encierra su oscuridad. Ni Robb, ni Theon ni yo lo hemos visto, de modo que no
puedo dar esto por cierto. Los hombres se cuentan muchas historias terribles en
estos días inciertos.
Intentamos
resistir, plaza por plaza, hombre por hombre, pero caímos. Sólo la ayuda de los
Reed desde Atalaya de Aguasgrises nos permitió resistir en Foso Cailín el
tiempo suficiente para reunir a nuestros hombres y deshacer el camino que tanto
nos había costado hacer para recuperar el Norte de la artera alianza entre los
Frey, los Bolton y los Lannister. Hemos tomado Los Gemelos, trataremos de hacer
frente aquí al Mal del Norte, pero no podemos prometer más que nuestra muerte
en la lucha. Si hay un rey que ocupe el Trono de Hierro que sepa que la
Oscuridad ha despertado, y viaja hacia el Sur. Si el Trono está vacío, que
estas palabras sirvan para que los Señores del Sur sepan que pronto la
Oscuridad estará llamando a sus puertas. Porque si Los Gemelos caen, caeremos
todos.
La
Noche ha llegado, pero el momento de la Guardia ha pasado. Somos el fuego que
arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los
durmientes, el escudo que defiende a los reinos de los hombres.
Pero
si no recibimos pronta ayuda, nos quebraremos, y ya no habrá fuego, luz, ni
reinos que defender.
Acudid
a nosotros, o abandonadnos para morir, pero elegid hoy, pues no habrá mañana.
Lord Jon Nieve, Alto Comandante de
la Guardia de la Noche.
Lord Robb Stark, Guardián del
Norte, Señor de Invernalia.
Mientras
en Desembarco del Rey se preparaban para partir hacia el Norte, en Rocadragón,
Rhoynar sugería a Axell Florent y a Lady Selyse que guardaran a sus hombres
para proteger Rocadragón, él y Melisandre regresarían a Desembarco del Rey.
Pero cuando regresó a sus habitaciones para buscar a Melisandre, Rhoynar la
encontró enfebrecida, desnuda, y con el ópalo de fuego de su garganta
resplandeciendo. A pesar de Rhoynar afirmaba que aquel no era el momento para
algo así, Melisandre afirmó que era el momento, el único momento, y quizá aún
pudieran conseguir algo. Rhoynar se dejó llevar, y tomó a Melisandre de Asshai,
para asistir sorprendido a como poco después su vientre empezaba a hincharse. “Llévame
fuera”, ordenó Melisandre, y Rhoynar la cogió en sus brazos, saliendo al
embarcadero la que Melisandre había llegado. Allí, con el vientre enormemente
hinchado, Melisandre comenzó a dar a luz, o más bien, las sombras comenzaron a
brotar de su interior en la parodia siniestra de un parto… Una criatura
cubierta de escamas de sombra brotó del interior de la sacerdotisa, una
criatura que extendió unas alas correosas, y creció tanto como para alcanzar el
tamaño de Vyserion… el tamaño de un dragón, un dragón hecho de sombras, como el
que Rhoynar había visto en su visión bajo el mar…
“Vamos”,
dijo Melisandre, “quizá aún lleguemos a tiempo”… Y volaron hacia el Norte.
El
suelo tembló en Poniente. Algunas casas viejas o dañadas se derrumbaron en
Desembarco del Rey. Los tenderetes se
desplomaron en Lanza del Sol, y las dunas del desierto dorniense temblaron. Una
gran alcanzó algunos pueblos de pescadores alrededor de Salinas… El Otro
avanzaba.
En
Rocadragón, los ojos de todos se volvieron hacia el volcán, temiendo una
erupción. Ninguno vio las grietas que se extendían por la base del volcán,
hacia el mar, y de las que la lava comenzó a resbalar…
Listo y ansioso por vivir el desenlace :)
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