DJANGO
DESENCADENADO
Una película de Quentin Tarantino
Interpretada por: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Kerry
Washington, Samuel L. Jackson y Don Johnson.
Texto: Isabel Beneito
Sí, Django
Desencadenado es un
western, pero es que muchas películas de Quentin Tarantino lo son, si
bien es cierto que ésta es la primera ambientada en el Lejano Oeste
estadounidense. Y es que el western es el género perfecto para un
cineasta que, como Tarantino, trata tan recurrentemente el tema de la justicia.
Django Desencadenado es
la tercera parte de lo que, a mi juicio, es una serie de películas
cuidadosamente elaboradas en torno a una idea obsesiva de la justicia entendida
en términos absolutos, en bruto. Éste es, obviamente, un privilegio que
Tarantino sólo se puede permitir porque la ficción le da licencia para
olvidarse de los principios humanitarios y de derecho que deben regir la
realidad política y social, para extenderse, con todo lujo de recursos que
muestran la psicología de los personajes, en la justicia como virtud emocional
que apela no sólo a nuestro sentido de lo razonable, lo equitativo y lo moralmente
deseable, sino también a la necesidad de satisfacción personal.
Aunque se la haya
descrito habitualmente como una historia de “venganza”, el grandioso final de Kill
Bill le confirmaba
como una gran apología cinematográfica de la “restitución”, que es la forma más
perfecta posible de justicia, pues la justicia total es
imposible, ya que lo realmente “justo” sería que el agravio inicial no hubiera
existido.
En una continuación del
discurso justiciero de Tarantino, Malditos Bastardos recurría a la virtualidad histórica para
ofrecernos un poderosísimamente simbólico relato de purificación retributiva
sobre lo que fue uno de los más grandes crímenes colectivos de la historia y,
de nuevo, al final, una de las lecciones más inteligentes de justicia
disciplinaria o “lustración” en la marca de la esvástica en la frente.
Django
Desencadenado recupera la “restitución” como maximización de cualquier posibilidad de
justicia, y recurre de nuevo al final purificador-redentor sobre otra
gran catástrofe histórica. Lo hace con un plantel de actores entre los que
Christoph Waltz deslumbra, de nuevo, y Leonardo Di Caprio y Samuel L. Jackson
demuestran, también una vez más, que no están suficientemente valorados en
Hollywood.
En este filme Tarantino
recurre también a otra obsesión temática de su carrera, por otro lado muy
frecuente en los cineastas que tratan el tema de la violencia, como Takeshi
Kitano o Clint Eastwood, y es la del individuo subestimado, de apariencia a
veces inofensiva e incluso “minusválida”, otras veces abiertamente beligerante,
que guarda en secreto el poder supremo de la violencia inesperada de los que
tienen la única razón posible para ejercerla: su amor o su maldad.
Muy buen post. Viendo más allá de lo que es acción y sangre en una película, como debe ser. Aunque Tarantino y yo no nos llevamos bien. ¡Muy buena entrada!
ResponderEliminarMira que no tenía muchas ganas de ver la peli, pero la pintas de una forma tan épica que voy a empezar a pensármelo... ¡¡Muchas gracias por la colaboración!!
ResponderEliminarBueno, la verdad es que podría haber dicho muchas más cosas de esta película, y de las otras, porque están llenas de detalles que son una constante en el cine de Tarantino y que, analizados con tiempo y dedicación, ponen de relieve toda su genialidad como cineasta y "pensador" artístico, porque éste es un hombre que se come mucho la cabeza, diría yo. Quizá para mi esta "saga" sea tan épica porque Tarantino trata en ella temas que me interesan, y por tanto sus películas siempre me inspiran curiosidad, como mínimo. De cualquier forma, te guste el estilo de Tarantino o no, Django merece la pena sólo por ver a Christoph Waltz, Leo DiCaprio y Samuel L. Jackson actuar. Están inmensos. Gracias a ti Tomás.
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