lunes, 15 de abril de 2013

NOCHES DE ROMA: DOS CIUDADES (III)

Con la nueva noche, los personajes comenzaron a moverse mientras esperaban el momento de su reunión con Romo en el Circo Máximo, que tendría lugar la noche siguiente, con la mediación de Pértinax. Ashai continuaba interesado en encontrar datos sobre lo ocurrido en Cartago con el enfrentamiento entre los Ventrue y los Brujah de Cartago. Los libros que Simón el Judío le había dado sobre la guerra le habían dado la perspectiva Ventrue de esto, pero Ashai quería acceder a la opinión de los Brujah, de modo que acudió al Foro, donde sabía que se encontraría alguno de los agitadores de este clan. Ashai se encontró en el Foro con Licas el Ateniense, que se encontraba de camino a reunirse con la Cónsul Larissa, y con Pértinax, que estaba cazando. Mientras se encontraban en el Foro, oyeron rumores de que Marco Emilio Escauro había sido atacado la noche anterior por uno de sus secuaces, que no había sido otro que Lucio Póstumo Gálico. Preocupados por el futuro de su aliado Gangrel, que al parecer iba a ser ejecutado en la Roca Tarpeya, donde se le expondría al Sol, Pértinax, Quéreas, Licas y Ashai concertaron una cita en el Foro para encargarse de ese tema tras cumplir sus deberes de esa noche. Tras ello, Quéreas acudió en busca de Tíbulo, mientras Licas acudía al refugio de la Cónsul Malkavian, y Pértinax y Ashai acudían a escuchar al orador Critias, un Brujah chiquillo del Matusalén Menelao, que clamaba a favor de la República contra el poder totalitario de la Príncipe y los Ventrue. Critias no se mostró demasiado dispuesto a escuchar al Setita, aunque Pértinax conseguiría que el Brujah les contara su experiencia en Cartago, donde los Brujah habían establecido una utopía de convivencia entre humanos y vampiros. Critias aceptaba que la influencia de Moloch en Troile había perjudicado a la ciudad, pero los Brujah ya estaban planeando solucionar esto cuando los Ventrue atacaron y destruyeron Cartago.

El Emperador Tiberio, que gobierna Roma durante esta crónica.


Mientras, Gálico despertaba en las mazmorras de Escauro, bajo la supervisión de Albio. El primus Gangrel estaba decepcionado con el comportamiento de Gálico, que le había costado muchos meses de manipulaciones y trabajo para conseguir un punto desde el que alcanzar una alianza favorable a los Gangrel con los Lasombra de Cayo Mario. Albio informó a Gálico de que moriría al amanecer,en la Roca Tarpeya, ya que al haber atentado contra Escauro, este podía disponer de su existencia a su antojo. Gálico no estaba dispuesto a dejarse ejecutar, así que, a pesar de sus graves heridas, y a base de fuerza de voluntad y sangre, consiguió romper las cadenas que le sujetaban a la pared, y escapar de la celda en la que había sido confinado. Mientras los hombres de Escauro se ponían en movimiento para cazar al Gangrel, este consiguió encontrar una salida a las cloacas, huyendo de la mansión de Escauro dejándose llevar por los ríos de desperdicios que fluían bajo Roma. Ignorante de que su aliado Gangrel había escapado, Licas fue recibido por Larissa, una peculiar Malkavian, como un fantasma envuelto en telas de seda, ante quien reveló sus sospechas de las manipulaciones de Ashai el Egipcio entre los romanos, afectando a Tíbulo, y revelando también la muerte de Fabia Naevia en manos de este. Larissa se comprometió con Licas a examinar el tema, de modo que el Malkavian acudió al Foro para reunirse con Pértinax, junto a quien debía acudir a ver a Cayo Mario, el cónsul Lasombra. En presencia de Casandra Papo, Pértinax defendió ante el antiguo general romano el apoyo de los Lasombra a la candidatura de Licas al Senado Eterno. Sin embargo, Mario resultó ser un hueso duro de roer, y sólo tras un gran esfuerzo de Licas como orador, Mario aceptó continuar escuchándole en noches siguientes, debido a que Pértinax y Licas debían reunirse con sus compañeros en el Foro.

Simultáneamente, Tíbulo, siguiendo las instrucciones de Ashai, acudió al Templo de Apolo Sosiano para volver a reunirse con Astiánax. Cecilia Albina se mostró extrañada por la presencia continuada de Tíbulo en el centro de poder de los Toreador, pero este consiguió convencerla para que le guiara de nuevo ante Astianax. El Censor Toreador recibió a Tíbulo, que comenzó preguntándole por la procedencia de todas las figuras de aspecto cartaginés que había en su despacho, incluyendo una pequeña estatuilla del oscuro Baal-Moloch, y Astiánax comentó orgulloso que había servido en Cartago bajo el mando de la que entonces era la líder del clan en Roma, Livia Fulgencia. Quizá movido por la facilidad con la que Astiánax había contestado a su primera pregunta, Tíbulo le preguntó por el Puño del Faraón Negro... lo que hizo que Astiánax se enfureciera y atacara a Tíbulo, averiguando que este había hecho esas averiguaciones por voluntad de Ashai el Egipcio. Astiánax borró de la mente de Tíbulo toda referencia al Puño del Faraón Negro y le implantó un condicionante: debería matar al egipcio. De regreso a su casa, Tíbulo se encontró con Quéreas, que le esperaba para llevarle al foro, donde sin saber que Gálico había escapado por su cuenta, los personajes se reunieron para tratar de salvar a su compañero.

A sugerencia de Licas, decidieron organizar un tumulto que impidiera a Escauro llevar a cabo su voluntad impunemente. Pértinax, Ashai, Licas, Tíbulo y Quéreas consiguieron deslizar la información de lo ocurrido a Critias el Brujah, lo que llevó a este a lanzar una fuerte diatriba en el Foro contra Escauro y los Ventrue, argumentando que lo que Escauro hacía a Gálico, acusarle sin pruebas lo podía hacer cualquier otra noche con cualquier otro vampiro. Mientras Critias encendía la hoguera, los personajes se encargaban de alimentar las llamas, hasta el punto de apedrear a un Senador Ventrue que trató de detener el alzamiento. El propio Tíbulo se subió a la Tribuna de los Rostra, donde los tribunos de la Plebe se dirigían al pueblo, y desde allí azuzó a los romanos contra Escauro, narrando cómo Escauro había asesinado a su mujer y capturado a su hijo para doblegarle a su voluntad, de modo que luego Pértinax espoleó a las masas contra Escauro, al grito de "Esta no es mi Roma". Una muchedumbre enfurecida se dirigió hacia la residencia del llamado Príncipe del Senado, que les hizo frente en las mismas puertas de su casa. En ese momento, Ashai utilizó sus habilidades corruptoras para obligar a Escauro, sin que este lo supiera, a liberar a Gálico de sus acusaciones, pero el Cónsul comunicó que Gálico ya no estaba en sus manos, sino que había escapado. Licas, Critias y Pértinax pudieron ser testigos de ello, descubriendo Licas que el Gangrel había huido por las alcantarillas. Escauro, que declaró que aquello no acababa allí, expulsó a los testigos de su refugio, y mientras cada uno volvía a su casa, Quéreas se dirigió a las alcantarillas, para movilizar a los miembros de Sub-Roma en la búsqueda de Gálico, que finalmente fue encontrado por los seguidores de Zóster. Ashai trató de interrogar a Tibulo sobre su conversación con Astiánax, pero este le llevó a su villa, y cuando Ashai se distrajo, le atacó, hiriéndole de gravedad antes de que el Setita pudiera recuperar el control de la situación, paralizando al Toreador y empalándole, encerrándole en su refugio hasta averiguar qué había pasado.

El Foro Romano, donde los personajes organizaron el tumulto.


A la noche siguiente, Ashai, Pértinax, Quéreas, Gálico y Licas se reunieron en el Circo Máximo, donde les recibió Romo, el Salubri. Este conocía las profecías de Tryphosa, por lo que preguntó por Tïbulo (Ashai había escondido ante el resto lo ocurrido, salvo Pértinax, a quien no le quedó más remedio que contar la verdad). Finalmente, convencieron a Romo de que les ayudara a encauzar el destino hacia el que Tryphosa les había lanzado, y el Salubri accedió. Romo conocía la existencia del Puño de Nephren-Ka, que había sido robado a los Setitas por uno de los Toreador que acompañó a Alejandro Magno al Templo de Amón. El Toreador, Néstor, se había instalado luego en Roma, y al que una Setita había robado el Puño para entregárselo a Moloch en Cartago. Romo había sido uno de los peregrinos Salubri que había denunciado la maldad en Cartago, y sabía que Moloch había utilizado el poder del Puño junto al de un viejo texto, el Libro del Laberinto. Los Baali habían escrito este impío texto en Creta, y Cibeles lo había salvado antes del terremoto que destruyó el Laberinto cuando Thera estalló y arruinó el reino de los Baali. Con el poder del Libro y el Puño, Moloch se había hecho con el control de Troile y de Cartago, y había estado a punto de destruir a los ejércitos romanos. Sin embargo, los romanos habían conseguido separar el Libro y el Puño, Moloch y Troile se habían sumergido en un sueño eterno bajo la ciudad, y Roma había vencido a Cartago. Romo les confirmó que el Puño estaba en manos de su legítimo dueño, el Toreador Néstor (a quien identificaron como Astiánax el Censor), pero que el Libro se había perdido. Había sido entregado a un Gangrel, Brinnus, que lo había llevado a su refugio en Tolosa... pero la ciudad había caído en manos de Roma, y el cónsul Quinto Servilio Cepio había robado el viejo tesoro de los Galos, el llamado Oro de Tolosa... y probablemente con él, el Libro del Laberinto, cuyo paradero era desconocido...

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