Aún no habíamos
terminado de recuperarnos de la Era de Apocalipsis cuando ya se estaba cociendo
en el mundo Marvel una nueva amenaza global surgida del mundo mutante. Desde
X-Men Prime había ido haciendo apariciones puntuales por todo el panorama X un
nombre enigmático, Onslaught, nombre que viene a significar algo así como “embestida”,
pero que aquí en España se dejó así en inglés tal cual. Y todo lo que ocurría
en estos momentos en las dos colecciones de la Patrulla-X venía encaminado a
preparar la llegada de esta nueva presencia, que se nos pintaba como la mayor
amenaza a la que los mutantes se habían enfrentado nunca.
Scott Lobdell continuaba
siendo el argumentista principal de las dos colecciones, aunque a partir del
número 10 de X-Men llegaría Mark Waid en solitario, pero en estos números
continuaría la costumbre de la época de que los argumentos fueran saltando de
una colección a otra y con ramificaciones que se extendían hacia otras
cercanas, como Lobezno o X-Force. Así, en Patrulla-X veríamos el periplo de
Arcángel y Lobezno en busca de una manera de ayudar a Mariposa Mental a
recuperarse de las heridas causadas durante la fuga de Dientes de Sable de la
mansión, acudiendo a Little China en busca de un misterioso hechicero de corte
oriental (muy del gusto de Madureira, dibujante de la serie) llamado Gomurr,
que pondría a Lobezno y Arcángel tras la pista de la Vena de Ébano, lo que les
llevaría a hacer frente a Tar y los guerreros del Amanecer Carmesí, una especie
de ninjas de la Mano pero más místicos y con dibujitos fluorecentes mágicos. Aliados
con el Doctor Extraño, Lobezno y Arcángel consiguieron el elixir, derrotando a
Tar y los suyos, y curando así a Betsy.
La trama saltaría
entonces a X-Men, donde de pronto, Tormenta, Cíclope, Lobezno y el Hombre de
Hielo se enfrentarían a Fortaleza en un entorno de pruebas, descubriendo
posteriormente que habían sido secuestrados por Pórtico, obligado al parecer
por Onslaught. En la batalla con Fortaleza (al que el equipo conseguiría
derrotar), el Hombre de Hielo sufriría graves daños en su forma gélida, lo que
le impediría recuperar su forma humana y le llevaría a un enfrentamiento
personal con Emma Frost, cerrando así una tensión que había comenzado mucho
tiempo atrás, cuando la directora de la Academia de Massachussetts había tomado
el control del cuerpo de Bobby Drake, consiguiendo más control de los poderes
del chico de los que este había tenido nunca. En el interludio entre la batalla
con Fortaleza y el enfrentamiento con Emma Frost, tendríamos un acontecimiento
importante que tendría lugar fuera de las series, en X-Men Unlimited (o
Crónicas de los X-Men, como se editaba aquí), y es que la Bestia Oscura
suplantaría a la Bestia de nuestro mundo. Hank McCoy (el bueno) pasaría a estar
encerrado en un zulo mientras McCoy el Malo ocupaba su lugar en la Patrulla,
haciéndose pasar por él e infiltrándose así en el corazón de la Patrulla.
Mientras Lobezno, sin
el Adamantium de los huesos (arrancado por Magneto en el mítico X-Men 25)
comenzó a involucionar, volviéndose cada vez más salvaje y asilvestrado. Xavier
trataría de ayudarle, enviando a Cíclope, Fénix, el Hombre de Hielo y un
renuente Arcángel en su búsqueda, para encontrarse con Ozymandias, el esclavo y
heraldo de Apocalipsis, un antiguo rey convertido en piedra cuyo nombre Lobdell
tomó del mítico poema de Percy Shelley (el marido de Mary Wolfstonecraft
Shelley, la autora de Frankenstein),
y que Alan Moore también había utilizado en Watchmen.
Mientras intentaban encontrar a Logan (con poco éxito en su sanación), por otro
lado, Bishop, Gambito y la Bestia (Oscura) tenían que enfrentarse a un grupo de
repentinos mutantes aparecidos en el metro de Nueva York, descubriendo que era
todo obra de un virus mutágeno desarrollado por Mister Siniestro. El trío de
hombres-X conseguía hacer frente a Siniestro, decidido a entender la presencia
de Bishop y consiguiendo separar los recuerdos de la Era de Apocalipsis de los
suyos propios, lo que alivió notablemente a Bishop. En esta trama, además,
comenzaría a intuirse cierta extraña relación entre Gambito y Siniestro, que se
desarrollaría más adelante, ya que Lobdell tendía a dejar más agujeros en su
historia que en un queso gruyere.
Y llegaría el momento
de centrarse en la llegada de Onslaught y la presentación de un nuevo personaje
que tendría mucho peso más adelante, diseñado in extremis por Pascual Ferry, que supliría a Madureira
precisamente en el número de debut de este personaje, Bastión. Bastión parecía
formar parte de un movimiento militar relacionado de alguna manera con Graydon
Creed, decidido a llevar a cabo el ascenso hacia la presidencia de Estados
Unidos. Gambito y Fénix tendrían que huir de Bastión y los suyos, siendo
ayudados enigmáticamente por Onslaught, que acudiría de nuevo a Jean
posteriormente, en un número de X-Men en el que la entidad psiónica aparecía
ante Jean Grey para llevarla al interior de los pensamientos de Charles Xavier,
decidido a demostrarle la hipocresía de la humanidad, y revelando que Xavier
había estado enamorado de Jean durante años. Onslaught pretendía convertir a
Jean en su consorte, pero esta le rechazó, y volvería a la mansión a tiempo de
encontrarse con quien había sido la primera víctima de Onslaught, Juggernaut,
que había aparecido y derrotado a Arcángel y Mariposa, y que acudía en busca de
Jean para que le ayudara a recordar quien era Onslaught. Mientras Jean trataba
de ayudar a Juggernaut, Tormenta, Lobezno, Bala de Cañón, Cíclope, Bishop, el
Hombre de Hielo, la Bestia y Gambito trataban de encontrar a Caín Marko en el
terreno de la Mansión siguiendo las instrucciones de Xavier.
La sorpresa vendría cuando
Jean consiguió finalmente descubrir la verdad sobre Onslaught en la mente de
Juggernaut, que huiría de la Mansión… solo para caer en manos de Onsaught, que
no era ni más ni menos que Xavier…
Una época un tanto chusca, pero que yo recuerdo con mucho cariño porque fue caundo comence a leer cómics mutantes.
ResponderEliminarLo que más me gustó fue un par de números dibujados por Pascual Ferry que creo eran una pasada.
Ah, y el senador Kelly me caía bien la verdad.