Después de regresar del Ártico y descubierta la existencia de los Anakim, los Magos de Chinese Red trataron de poner en orden sus ideas, mientras continuaban escuchando rumores sobre diversas cábalas que recibían mensajes procedentes de La Esfinge, que les enviaban en misiones de investigación o de lucha contra la Tecnocracia. Además, comenzaron a llegar rumores de un nuevo consejo de las Tradiciones, un intento de los magos de las Tradiciones por conseguir un nuevo mando unido. De hecho, Eyes, durante una guardia en el hospital, recibió la visita de Rhiannon, que actuaba como embajadora de los Verbena. Rhiannon le informó a Eyes de que los Verbena proponían que ella fuera su representante en el consejo. Creían que Eyes sería una buena elección, que podría hablar a otros consejeros en un lenguaje que entenderían, tenía relaciones con miembros de otras tradiciones, incluyendo Eteritas y Adeptos Virtuales, conocía al Canciller Pro-Témpore del Concilio (Mark Gillan, al que había conocido en Mus) y al delegado Hermético (Edward Gilmore, antiguo primus de Mus), y además, había participado en la revelación de la maldad del Casa Helekar, cuya antigua portavoz, Theora Hetirck, había solicitado al Consejo acudir ahora a hablar en nombre de Senex de Cerbero. Tras pensarlo brevemente, Eyes aceptó, comprometiéndose a acudir al Hotel Belasco de Los Ángeles, tres días después. Rhiannon se marchó, y Eyes pudo descansar un rato, aunque en ese momento, todos los miembros de la Cábala de Chinese Red compartieron el mismo sueño: aquel en el que el gigantesco Heylel hablaba con Detector. Las palabras de Heylel, aunque enigmáticas, parecían cobrar significado: hablaba sin duda de los Anakim (los Ángeles Terribles), y de la Unión de sus descendientes para hacer frente a la Tormenta del Avatar.
A la mañana siguiente, al despertar, Balam se encontró con un CD etiquetado con el emblema de la Esfinge sobre su mesa. Llamó a Eyes, Myrddin y Detector, y puso el CD en el reproductor. Sin duda, se trataba de la grabación de una amalgama de la Tecnocracia sobre una mujer de aspecto desastrado, que según las etiquetas, tenía poderes precog. A pesar de los intentos de la Amalgama de evitar que la mujer pudiera utilizar sus poderes, esta consiguió lanzar un mensaje a los personajes (que además, averiguaron que las iniciales MHG de la mitad de la corona de Heylel podían referirse a Mark Gillan, cuyo nombre completo era Mark Hallward Gillan), y les instaba a acudir al concilio para decirle a Mark que necesitarían sus ojos, mil ojos, ya que los Ángeles Terribles de los Ahl-i-Batin estaban sueltos. La mujer desapareció de la escena, rindiendo a los miembros de la Tecnocracia. Sin dudarlo, decidieron acudir todos junto a Eyes a Los Ángeles, pues sin duda ese era el concilio al que se refería el mensaje, y donde encontrarían a Mark Gillan. Sin esperar más, viajaron hasta Los Ángeles, comprobando las medidas de seguridad del Belasco, y preparándose para el Concilio del día siguiente, tratando de decidir como actuarían.
A la mañana siguiente, comenzó el Concilio. Balam y Detector se unieron al público, mientras Myrddin acompañó a Eyes entre bambalinas... donde se encontraron con la sorprendente presencia de Sci-Fi, que acudía como parte del equipo de Theora Hetirck. Tras una breve conversación, el Concilio dio inicio, y la primera exposición fue la del representante de los Cuentasueños, Netsilak Raymond, que habló de como estaba cayendo la Celosía, y como en muchos puntos, directamente estaba desapareciendo bajo la presión de la Tormenta del Avatar (de hecho, en el aeropuerto de San Francisco, por un momento Balam había creído ver arañas tejedoras...). La segunda en hablar fue Hetirck, que contaba con la oposición de casi todos los presentes como antiguo miembro de Helekar. Theora avisaba de la guerra que Voormas estaba llevando a cabo contra el equilibrio de la Rueda, y la imposibilidad de los Eutánatos de Sénex de deshacer el daño que el Segador había hecho a la Membrana de la Umbra Profunda, uniendo mundos de vivos y muertos. Además, Sci-Fi dio algunas explicaciones sobre la Estrella Roja Umbral, que parecía proceder de la Umbra Profunda, y llevar con ella tormentas y poderosos Umbroles. El Ojo de Shiva como lo llamaban los Eutánatos, parecía entremezclarse con viejos mitos y leyendas de destrucción... y Sci-Fi aprovechó para realizar un discurso de corte político sobre el futuro de las Tradiciones, en post de la unión, lo que le atrajo la simpatía de algunos miembros del público. Tras la charla de Hetirck y Sci-Fi, el tercer tema a tratar fue la petición de una cábala dirigida por Alexei Desjean, que pedía que se les diera el Décimo Asiento a los representantes del Concilio Renegado, aquellos situados tras el misterio de la Esfinge. Para sorpresa de todos, Desjean y sus aliados revelaron tener en su posesión el Décimo Asiento, que habían rescatado de un desierto iraquí, siguiendo las instrucciones de la Esfinge. La presencia del Décimo Asiento provocó tensión entre los presentes, pero el ataque de la Tecnocracia, les dio una válvula de escape. Fuerzas Bravo, HIT Mark y miembros de Iteración X asaltaron el Belasco, hiriendo y matando a muchos de los presentes. Con gran esfuerzo, Sci-Fi consiguió escapar del teatro, llevándose con él el Décimo Asiento, mientras Eyes huía junto al resto de los miembros del consejo, teleportándose por los sistemas de evacuación de los consejeros, y perdiendo de vista a Mark Gillan en el proceso. Detector sufrió heridas serias en un bombardeo, pero finalmente, Sci-fi consiguió volver y llevarles a Chinese Red, donde ya se encontraba también Balam. Pero los atacantes de Contingencia Cinco tenían planes de seguimiento, y tanto Eyes, en un hotel cercano, como Balam, Sci-Fi, Detector y Myrddin en Chinese Red serían pronto atacados por fuerzas de la Tecnocracia. La Cábala sería bombardeada (posteriormente, se hablaría de un ataque terrorista), aunque los Magos consiguieron escapar a través del Portal que Sci-Fi abrió a su cueva en el Himalaya, aunque perdieron el Décimo Asiento en el camino). Por su parte, Eyes trató de hacer frente a los cyborg de la Tecnocracia, y contó con la ayuda de dos misteriosos aparecidos, Alia y Farouk al-Faris, que se presentaron como Ahl-i-Batin, y acudían a ayudarla en nombre del Sha´ir Oculto, que ahora se hacía llamar Frater Iago. A la propia cueva de Sci-Fi acudió Faruk, llevándoles el mismo mensaje, y diciéndoles que su compañera Eyes ya estaba bajo su protección. Siguieron a Faruk, y así llegaron por primera vez a la fortaleza de Arx Karagoz, en Estambul, un lugar que Sci-Fi ya había visto en sus visiones.
Una vez reunidos, se contaron lo ocurrido, y curaron sus heridas, antes de que los khilwati Batini les llevaran a una estancia circular, donde se encontraba el Sha´ir Oculto, Frater Iago. Los Magos sabían que Iago era una figura casi mística, el líder de los asesinos mercenarios del Cáliz Dorado, una orden de los Eutánatos. La primera sorpresa fue saber que los Batini habían sobrevivido fuera de las Tradiciones. La segunda, ver a Iago sentado sobre el Décimo Asiento, mientras afirmaba que ni el trono ni la máscara le pertenecían. La tercera, descubrir que quien se encontraba tras la Máscara de Iago, era Caeron Mustai, el Hermético al que habian visto morir en Doissetep, pero que continuaba vivo. Además, les mostró que él había sido la mujer a la que habían visto en la grabación. Mustai contó parte de su historia, revelando un papel siniestro que había jugado en la historia de los Despertados.
Mustai había recibido formación por parte de los Batini, pero sin saber esto, el líder de los Fulmen de los Ksirafai (un grupo secreto de la Orden de la Razón, que se habían unido como traidores a la Orden de Hermes, como la casa secreta de los Jenízaros), le había captado para su causa. Mustai había terminado sustituyendo a su maestro al frente de los Jenízaros, y había aprovechado su situación para actuar según lo aprendido de su maestro khilwati. De él, había aprendido que la Ascensión era el Armagedón, la destrucción de todo lo que se conocía. Mustai había tratado de evitar la Ascensión, y para ello, había participado de la corrupción de Helekar, y había filtrado a la Tecnocracia los secretos de las Tradiciones, usando a los Jenízaros para ello. Se había enfrentado a Porthos en Doissetep, había muerto... y luego había vuelto, bajo los auspicios de la Esfinge. Dispuesto a redimirse, Mustai se había hecho con el control del Caliz de Oro, convirtiéndose en Iago, y había reclamado el dominio de los Batini. Con esas dos órdenes bajo su control, había eliminado a todos lo Jenízaros, para evitar que se pusieran del lado de la Tecnocracia, a todos menos a uno, que había sobrevivido a su purga: Myrddin, al que todos conocían como bani Solificati, pero que realmente, debería haber sido conocido como Myrddin bani Iaenisari. Mustai había comprendido que la Ascensión pasaba por la salvación de la humanidad, y que su salvación, llegaría sólo a través de la destrucción. Admitió haber tomado la forma del Fénix para llevar a cabo los designios de la Esfinge, y tenía un mensaje para ellos del Concilio Renegado: el Décimo Asiento no les permitiría la Ascensión, pero sí explorar sus caminos. Después de legar la Máscara de Iago a Myrddin (que se convertía así en el nuevo líder del Cáliz de Oro, y al mismo tiempo en el nuevo Sha´ir Oculto de los Batini), y afirmar que uno de ellos era una mitad del Grimorio de Heylel, afirmando que Gillan era la otra mitad, abrió un portal a la Umbra y se lanzó a él, muriendo en la Tormenta del Avatar.
Los magos quedaron impactados con las palabras de Mustai, confusos y sin saber si el legado del Sha´ir Oculto de Mustai era la destrucción o la salvación. Myrddin reveló efectivamente que siempre había pertenecido a la Orden Jenízara, pero pudo hacerse con la Máscara de Iago, mientras buscaban en el Décimo Asiento el "Nombre" de la Psicoguía de la que había hablado Mustai, pero sin encontrar nada. Los Batini entraron junto a un confuso Gillan, y entraron en cólera al ver a Sci-Fi sentado en el Décimo Asiento, afirmando que no le correspondía. Tras un breve conflicto dialéctico, los Batini teleportaron al Adepto a la sala de la entrada, mientras era Myrddin, su nuevo Sha´ir quien ocupaba el asiento. Finalmente, Detector pudo tocar a Gillan, con lo que abrieron el Grimorio Oculto de Heylel.
Detector y Gillan se encontraron de pronto en un bosque, junto a su antepasado espiritual, Heylel Teomin. Este reveló haber escrito el Grimorio en los tiempos previos a su caida, Heylel negó haberse dejado llevar por los demonios, nunca había sido un diabolista, como pronto le acusaría Akrites. Heylel les reveló la existencia de las Psicoguías, que los antiguos llamaban Gallu, y la existencia de un ritual que permitía atar a la Psicoguía a un despertado, la Unión Sagrada, que le permitiría desafiar a la misma Tormenta del Avatar. Después de estas palabras, mostró a Gillan y Detector su Grimorio secreto, y así, aprendieron el hechizo. A su despertar (apenas un segundo después), Detector pudo ver el nombre de la Psicoguía de Myrddin, grabado a fuego en el Décimo Asiento. Después de pedir intimidad a los Batini, dentro decidieron probar el ritual, y lo harían con Sci-Fi, decidido a practicarlo todo, en nombre de la Ciencia. Detector y Gillan participaron en el ritual, en el que también intervinieron Eyes y Balam para reunir las Esferas correctas...
Cuando el ritual concluyó, Sci-fi se había unido a su Psicoguía... y tenía poder sobre la Tormenta del Avatar. Con la Unión Sagrada en sus manos, y con Myrddin como Iago, dirigiendo a los Batini y al Caliz Dorado de los Eutánatos... la Guerra de la Ascensión parecía volver a estar en sus manos.
PD
La imagen de Helekar resplandecía, bajo el fuego rojo de la Estrella, del Ojo de Shiva. Sénex observaba desde su fortaleza, que hervía de magia de Entropía, mientras los Eutánatos se preparaban para aquella, la que probablemente fuera su batalla final. El anciano mago suspiró, el Jhor de Voormas ya podía sentirse desde Cerbero, los espectros que formaban la corte de guerra de Helekar, centelleaban en la Oscuridad. Helekar se acercaba, y tras ella, ardía la Estrella Roja.
Telos.
El Juicio.
El aire olía a sangre, sobre el pelado cráneo que coronaba Helekar, Sénex podía ver al Naraka, el Segador, con la forma de Kali, dirigiendo a sus ejércitos a la batalla.
Como las dos caras de una misma moneda, los dos líderes de los Eutánatos gritaron... y comenzó la batalla.