jueves, 20 de diciembre de 2018

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 8

Después de su conversación con Asharra en Kir Sabal y mientras aún meditaban sobre la legitimidad de Mwaxanaré a un supuesto trono chultano, los aventureros decidieron poner rumbo finalmente a Orolunga, donde buscarían el consejo de la naga Saja N'baza antes de adentrarse en Nangalore en busca de la orquídea negra que Asharra necesitaba para realizar para ellos el ritual de los Siete Vientos. Guiados por Azaka Stormfang se dirigieron hacia el oeste, hacia las ruinas de Orolunga. 

El camino fue relativamente tranquilo, pero aproximadamente a mitad de camino de las ruinas, cuando comenzaban a adentrarse en los pantanos que formaban la Costa Aldani y el nacimiento del río Soshenstar, Leodithas atisbó en la distancia algo extraño que volaba estático en poniente a unos treinta metros de altura. Desviándose de su camino ligeramente para ver de qué se trataba, dos días después se encontraban con una pedazo de tierra coronado por un árbol petrificado que volaba y giraba lentamente sobre sí mismo, con una vaga forma de corazón y en la que Jade y Kellek distinguieron a una mujer a la que llamaron, y que les contestó en elfo, invitándoles a acercarse. La mujer convocó un portal que les llevó hasta su refugio, y se presentó a ellos como la erudita maga  elfa Valindra Shadowmantle, y aquel lugar era su refugio, el llamado Corazón de Ubtao. A través de una extraña conversación que se movía entre la mediación de Kellek, la desconfianza de Joehr y la curiosidad de Leodithas, averiguaron que Valindra, al igual que ellos, buscaba el Almero que provocaba la Maldición de la Muerte, y para ello estaba aliada con los Magos Rojos de Thay, con los que los aventureros ya habían tenido algún encuentro en las junglas cercanas a Fuerte Beluarian. Al igual que Asharra, Valindra sospechaba que el Almero se encontraba en la ciudad perdida de Omu, aunque no podía afirmarlo, comprometiéndose a recompensar a los aventureros con largueza si obtenían más información para ella. Sin embargo, antes de continuar las negociaciones, Leodithas utilizó sus habilidades para detectar el mal a su alrededor, descubriendo que Valindra no era lo que parecía, sino que se trataba de una criatura no muerta, y que había más muertos vivientes en el interior del Corazón de Ubtao. Percibiendo la inquietud de Leodithas, Jade, Kellek y Joehr comenzaron a insistir en que debían abandonar el lugar, alejándose del Corazón de Ubtao en buenos términos con Valindra... al menos de momento. 



Mientras continuaban hacia Orolunga, en los pantanos de la Cuenca Aldani, además de descubrir que los rumores sobre la maldición lanzada por Ubtao a los antiguos habitantes de la región eran ciertos y que estos se habían convertido en unas extrañas criaturas con apariencia de gigantescas langostas, tuvieron un tenso encuentro con un zhentarim y sus acompañantes, que andaban buscando a Artus Cimber y su acompañante, Dragonbait, para recuperar un anillo que según ellos les había robado. Joehr y Kellek no pudieron evitar reparar en que el clérigo zhentarim, un sacerdote de Cyric, tenía como compañera una serpiente alada, como aquellas que habían visto en la mansión de Ifan Talro'a en Puerto Nyanzaru. 

Finalmente, y tras cruzar el río Tarth, dieron con el milenario zigurat que constituía lo único que quedaba en pie de la antigua ciudad de Orolunga, intentando alcanzar la cima, pero encontrándose con serios problemas, pues las espinas de las plantas que dominaban el primer tramo de escaleras parecían capaces de penetrar en sus más gruesas armaduras, hasta el punto de que Leodithas resultó seriamente herido, antes de que él y Kellek vieran un chwinga entre ellos con una máscara de triceratop y empuñando una orquídea de pétalos naranjas y morados con la que golpeaba las espinas, que se apartaban a su paso. Descendiendo de las escaleras y tras una corta búsqueda, Joehr consiguió dar con cuatro orquídeas, ya que Azaka permanecería de guardia a los pies de la escalera, e imitando al chwanga, consiguieron ascender hasta el segundo tramo de escaleras, que se desmoronaban bajo sus pies. Un nuevo chwanga con una máscara de camaleón empuñó una pluma roja de loro con la que subió ligero por las escaleras, y tras encontrar un puñado de plumas, los aventureros lo imitaron, consiguiendo llegar hasta el segundo rellano. El último tramo de escaleras era más peligroso, pues estaba plagado de serpientes, pero observando, encontraron a un chwinga que realizaba un extraño ritual, golpeando a las serpientes con la orquídea, acariciándolas con la pluma y tumbándose después para permitir que una de las serpientes les entrara por la boca. Jade y Kellek sufrieron heridas al no conseguir tragarse bien las serpientes, pero Joehr y Leodithas lo consiguieron en el primer intento, seguidos poco después por sus compañeros, y finalmente, juntos, entraron en el zigurat de Orolunga.

Tras un largo viaje se encontraban ante Saja N'baza, una naga guardiana que aceptó responder a sus preguntas. Así, los aventureros por fin averiguaron el paradero aproximado de la ciudad de Omu, y que esta se encontraba dominada por los Yuan-ti del hechicero Ras Nsi, un antiguo conquistador que había intentado tomar Chult, alzando ejércitos de muertos vivientes y que había sido expulsado por Ubtao antes de abandonar a sus seguidores a los dioses embaucadores. Tras la marcha de Ubtao, Ras Nsi había vuelto a Omu, y desde allí organizaba sus planes para destruir el mundo y sumirlo en la oscuridad, para lo que según Saja N'baza, se podrían estar utilizando todas las almas que la maldición de la muerte estaba encerrando en el Almero, aunque la saga sospechaba de que debía haber un poder aún mayor tras Ras Nsi. La naga prometió su ayuda a los aventureros si se comprometían a acabar con Ras Nsi, y así, les entregó diversos dones: el don del Héroe para Joehr, el don del Luchador para Leodithas, el don del Restablecimiento para Kellek y el don de la Visión para Jade...


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