Se suele decir “una de cal y otra de arena”. En esta semana, en el Iconocronos, podemos decir “Una de DC y una de Marvel”. El martes hablamos de Flash: La Infame Muerte de los Villanos, y hoy, toca hablar de Viuda Negra: El Nombre de la Rosa. Así que… habemus comics.
En los últimos años, Panini ha tenido el acierto de ir publicando dentro de su línea “100% Marvel” las diferentes series limitadas de las que La Viuda Negra, uno de los principales secundarios (valga la ironía) de Marvel, está disfrutando en Estados Unidos a modo de seriales dentro de diversos tomos. La calidad, por supuesto, es variable, y de la genial Las Cosas que Dicen de Ella pasamos a una mediocre Origen Secreto, por ejemplo. Y en esta ocasión, estamos ante un tomo que se encuentra en un punto de equilibrio entre ellos.
En esta ocasión, la espía rusa más conocida de Marvel, Natasha Romanova (y que tendrá aún más protagonismo en el futuro gracias a que Scarlett Johanson la ha llevado al cine en Iron Man 2 y para la futura Vengadores), cae en las manos de la guionista Marjorie Liu, especialista dentro del mundo del cómic en retratar a mujeres de armas tomar, como ha hecho con la propia Viuda Negra o con X-23, tanto en la colección propia de esta como en NYX. Y Liu opta por llevarnos hacia una historia clásica, una de esas historias para las que el personaje de Natasha es especialmente válida, una historia de espionaje y contraespionaje en el que las circunstancias convierten a la Viuda Negra en uno de los personajes más buscados por las fuerzas de seguridad internacionales y por muchos de sus compañeros, que se sienten traicionados por ella. Lobezno, el Capitán América y Elektra son algunos de los invitados de esta serie, como amigos o enemigos de la protagonista, y lo hacen formando parte de una historia fluida… aunque un poco difícil de entender si no se han seguido con atención las diferentes miniseries de la espía. Conspiraciones dentro de conspiraciones, complejas jugadas de espionaje, y alta tecnología son solo parte de lo que se reúne alrededor de la versión femenina y rusa de James Bond en Marvel.
El dibujo (completo, lápices, tintas y color) corre de la mano de un talento nacional, Daniel Acuña, al que pudimos conocer hace ya algún tiempo en DC haciendo las portadas de La Batalla por Blüdhaven y pasando a hacer ya viñetas en la miniserie El Tío Sam y los Luchadores de la Libertad, donde probablemente realizase el que sea su mejor trabajo hasta el momento. Ya para Marvel ha trabajado, por ejemplo, en Eternos o en Nuevos Vengadores, compaginando lápices con Stuart Immonem; y en el tomo que nos ocupa. Y con Daniel Acuña, debo reconocer que tengo una perspectiva un poco especial. Para ser un profesional con un recorrido tan (relativamente) corto dentro del mundo del cómic es curioso que de la impresión de que alcanzó ya su mayor calidad (en la ya mencionada Uncle Sam and the Freedom Fighters) y desde ese momento, ha ido cuesta abajo, siendo sus dibujos cada vez más pasables y menos llamativos, y lo curioso es que gran parte de la responsabilidad de esto parece recaer en lo que al principio era su mayor atractivo: el peculiar uso del color y las masas de grises que lleva a cabo en su trabajo.
En resumen, estamos ante un cómic equilibrado, muy entretenido, aunque realmente tampoco aporta nada destacable al mundo de las viñetas… a no ser que seas, como yo, uno más de los enamorados de la espía más llena de glamour del mundo del cómic. En ese caso… ¡a disfrutar!
Tomás, una pregunta. ¿Sabes si se ha editado en España esa serie limitada en la que le spasaba algo a todos los que habían sido besados por la Viuda?
ResponderEliminarGracias de antemano!!!
Pues tío, mira que lo de la Viuda intento seguirlo todo... pero no me suena de nada lo que dices, así que entiendo que no... ¡Pero tienes una serie limitada sobre la Viuda Negra el Marveltopía! ¡Y el último número es mío! (Je, je, je)
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