La historia comienza con la llegada de un nuevo Maestre enviado por la Ciudadela de Antigua a Puertoescarcha, el Maestre Rhoynar, procedente del sur. Tras reunir a los principales miembros de la familia en la sala principal de la gran fortaleza de Corona de Hielo, lord Ulryk Aesirk recibió al Maestre Rhoynar. Fusk, el pequeño de los hijos de Lord Ulryk Aesirk y Lady Sif Karstark llegó tarde, tras ser encontrado en una de las tabernas de Puertoescarcha por Oweyn Eld, su primo y escudero de su hermano mayor, el heredero de Puertoescarcha, Ser Uther Aesirk. Tras presentarle a los miembros de la familia, Lord Ulryk se quedó a solas con el Maestre Rhoynar. Sus ojos violeta le habían intrigado, y a pesar de que los Maestres debían olvidar su apellido al conseguir su cadena, Rhoynar no dudó en informar a lord Ulryk su apellido: Arena, era un bastardo de Dorne, aunque sus ojos violetas dejaban claro que la sangre de Valyria corría por sus venas. Esa misma noche, y tras reunirse con el moribundo Maestre Edwin, Rhoynar pudo asistir a una cena en su honor, pero fue rápida, pues al día siguiente, debían partir hacia la Isla del Oso. Trystenne, la hija de lord Ulryk, contraería matrimonio en tres días con Ser Josah Mormont, sobrino de Lady Maege Mormont, señora de la Isla del Oso.
Los preparativos de la boda de Trystenne y Ser Josah ocuparon los días siguientes, y finalmente, contrajeron matrimonio ante el Árbol Corazón del Bosque de Dioses de la Isla del Oso, donde intercambiaron sus capas. Después, comenzó la celebración: toneladas de comida, y ríos de hidromiel, sidra y cerveza. Un torpe juglar intentó tocar “las Lluvias de Castamere”, pero fue expulsado por Lady Mormont, mientras que los más jóvenes, escuderos y jóvenes doncellas, comenzaban a jugar al d´hainu en un rincón de la sala. En ese juego, chicos y chicas formaban dos círculos, y una chica ocupaba el centro de los dos. Con los ojos vendados, la joven del centro recitaba una poesía, mientras giraba sobre sí misma al tiempo que giraban también ambos círculos. El chico al que señalara, podría besar a la joven que deseara del círculo exterior. Una de las doncellas acudió en busca de Oweyn Eld, y Ser Uther le concedió permiso para jugar. De inmediato, la joven que dirigía el juego, Ioana Skadi, inició el juego y el poema: “Cuando el hielo rompa el corazón de piedra, y los árboles se doblen por la nieve yerta, ¿me seguirás? ¿Abandonarás tu vida?”. Oweyn fue el señalado, y eligió a una de las doncellas, a la que besó. El juego se inició de nuevo, y Ioana volvió a señalar a Oweyn por segunda vez. Tanto el Maestre Rhoynar como Fusk se dieron cuenta de que los más ancianos de la sala miraban ahora a los jóvenes con inquietud. Ioana Skadi inició el juego por tercera vez… y su dedo volvió a señalar a Oweyn. De inmediato, Lady Mormont dispersó el juego, mientras los ancianos se mostraban evidentemente molestos. Fusk, Rhoynar y Erwyn averiguaron que en tiempos antiguos, para los hombres de Más-Allá-del-Muro el d´hainu era un ritual sagrado con el que elegían a sus campeones, a los llamados por el destino. Mientras Oweyn trataba de seducir a la doncella que había besado durante el juego, algunos de sus primos y el Maestre repararon en la presencia de una “verdevidente” que decía la Buenaventura en un rincón de la sala. Tras ella había una muchacha, a todas luces retrasada, que miraba hacia el vacío. Fusk encontró a Oweyn en un lugar oscuro, y para vergüenza de la doncella, se lo llevó hasta la adivina, que tras recibir un pago, comenzó a leer la buenaventura al confundido muchacho. La adivina cayó enseguida en tópicos, pero la muchacha, Chica, apareció a su lado y recitó unas palabras que helaron la sangre en las venas de Oweyn. “Una flecha verde, una sola flecha verde abrirá el camino del Otro. Una flecha roja, una sola flecha roja, iluminará el camino de la Llama y la Furia. El Venado acabará con el Dragón, el León luchará contra el Lobo. El Fuego arrojará sombras, y la Oscuridad se mueve. Y cuando la Puerta se abra ante la vieja sangre, vendrá la Luz Blanca, y luego el Frío Blanco. Y los hombres temblarán, pues es el Último Invierno”.
“Vendrá la Luz Blanca y luego el Frío Blanco” era el lema de su casa, los Eld de Torreblanca, y el Maestre Rhoynar reconoció las palabras como parte de la antigua profecía de Maerlyn Eld, uno de los antiguos señores de la Casa Eld cuando esta aún estaba Más Allá del Muro. Fusk le compró la muchacha a la vieja, y al saberlo, Lord Ulryk sorprendido, le dio permiso para que la llevara a Corona de Hielo, donde podría quedarse en las cocinas, aunque Fusk tuviera que encargarse de su educación y manutención. Pero la fiesta continuaba a su alrededor, y un cuervo mensajero la interrumpió. La borrachera del Maestre de Isla del Oso hizo que fuera Rhoynar quien atendiera al cuervo, leyendo el mensaje antes de entregárselo a Lady Mormont. Lord Eddard Stark, Señor de Invernalia y Mano del Rey, había sido atacado en Desembarco del Rey. En cuanto leyó el mensaje, Lady Mormont se reunió con Lord Aesirk, y poco después, hicieron llamar a Ser Uther y Ser Erwyn, el Maestre Rhoynar, el capitán Percy, Fusk y el escudero Oweyn. Les informaron del ataque sufrido por Lord Stark, y de la extraña situación que creaba eso. El Norte no podía enviar una comitiva oficial a Desembarco del Rey, pues podría asumirse que se trataba de un ejército, y además deberían esperar las decisiones del joven Robb Stark, actual Señor de Invernalia, pero no podían estar mano sobre mano. Ellos seis y diez hombres de los Aesirk debían acudir a Desembarco del Rey, para presentar sus respetos a la Mano… y asegurarse de que todo iba bien.
El viaje fue largo, aunque tranquilo, en barco desde Puertoescarcha hasta el Tridente, pero al llegar a Desembarco del Rey, se encontraron con la noticia de que el rey, Robert Baratheon, había muerto en una cacería, muerto por un jabalí. Y en las puertas de la ciudad, fueron retenidos por los Capas Doradas, hasta que finalmente, uno de los Capas Blancas, Ser Arys Oakheart, llegó con orden de detenerles por traición y conducirles a las mazmorras de la Fortaleza Roja. Al parecer, se acusaba de traición a Lord Stark, y ellos, por ser norteños, debían estar aliados con él. Fueron registrados, desarmados y conducidos a las mazmorras, a pesar de las protestas del Maestre Rhoynar, que apelaba a su vinculación con la Ciudadela, y allí fueron encerrados durante varios días, en los que raras veces recibían comida y agua (salvo el Maestre, que lo hacía a diario). Finalmente, al octavo día, Fusk Aesirk fue sacado de la celda y conducido al Trono de Hierro, aunque no era el rey Joffrey quien lo ocupaba, sino que su madre, la reina Cersei, se sentaba en una silla algunos escalones bajo el trono. Varys, el Eunuco, estaba también presente. Los criados dieron de comer a Fusk, y la reina Cersei le hizo una propuesta. Al parecer, Robb Stark estaba convocando a sus banderizos y se dirigía a los Ríos, donde contaba con el apoyo de la familia de su madre, los Tully. Las fuerzas de los Lannister ya se movían hacia allí, al igual que el ejército real, comandado por su hermano, Jaime Lannister, el Matarreyes. Obviamente, Robb sería derrotado, y el Norte doblegado. Pero los Aesirk podían salir beneficiados. Los contactos comerciales entre Roca Castery y Puertoescarcha podían seguir siendo buenos, y además, los Aesirk podían tener una posición preeminente en el nuevo Norte. Para ello, Cersei quería que los personajes convencieran a lord Ulryk de anular el matrimonio entre Trystenne y Josah Mormont para casar a la muchacha con uno de sus candidatos, además de ofrecer en matrimonio a Fusk a una de sus vasallas, Jeyne Westerling, de los señores de El Risco. Fusk se mostró interesado por la oferta, y la trasladó al resto de los prisioneros. De inmediato, Erwyn se negó a aceptar, pero Ser Uther decidió que lo prioritario era salir de allí. Ya buscarían después qué hacer. El propio Uther fue conducido ante la reina Cersei, que escuchó satisfecha la adhesión a su plan del heredero de Puertoescarcha. Se les permitiría mandar mensajeros, pero ellos mismos permanecerían en Desembarco del Rey para garantizar el buen comportamiento de sus familiares. Mientras, finalmente, Rhoynar era recibido por el Maestre Pycelle, que apoyaba las decisiones de la reina Cersei, y acusaba de traición a lord Stark. De hecho, al día siguiente, el propio lord Stark reconocería su culpa en el Gran Septo de Baelor, y sería enviado al Norte para vestir el Negro y servir en la Guardia de la Noche. Tras la cesión de Uther, sus primos y el maestre fueron sacados de las mazmorras (en las que también se encontraba Eddard Stark) y fueron conducidos a la Torre de Maegor, a unas habitaciones vigiladas. Erwyn estaba furioso por lo ocurrido y la posición que habían tomado, pero al fin y al cabo, era una decisión del heredero.
Al día siguiente, los personajes fueron acompañados por Meryn Trent y algunos miembros de la Guardia Dorada de nuevo a las mazmorras: la reina Cersei consideraba apropiado que ellos mismos condujeran a Eddard al Septo de Baelor. Encontraron a Lord Stark de rodillas ante un rostro dibujado en la pared con su propia sangre y diciendo “Que así sea”. Se apoyó en ellos para alzarse, apenado porque fueran hombres del norte quienes le condujeran al Septo, aunque Erwyn dejó claro que a una orden suya, desenvainaría su espada y… morirían allí mismo. Lord Stark tranquilizó a Erwyn, mientras Rhoynar enviaba un cuervo a Puertoescarcha para contar todo lo que estaba pasando. La multitud acusaba a Eddard de traición, y finalmente, consiguieron llegar, llenos de desperdicios, al Gran Septo de Baelor. Allí, el rey Joffrey esperaba junto a su madre, la reina Cersei; la Justicia del Rey, Ser Ilyn Payne, que empuñaba Hielo, la espada de acero valyrio de Lord Eddard; el Perro y Sansa Stark. Subieron a Eddard al estrado, y allí, el Señor de Invernalia comenzó a hablar.
“Se me acusa de traición. Se me acusa de conspirar para que el legítimo rey no ocupe el Trono de Hierro. Y se me ha amenazado con la vida de mis hijas para conseguir que venga aquí, ante todos vosotros para confesar mi traición. Traición. Lo que he hecho, lo he hecho por el Reino. Por cada uno de los Siete Reinos. Invernalia, los Ríos, Bastión de las Tormentas, Rocadragón, Dorne, el Dominio… incluso Occidente, majestad. Mientras vos enviabais al Matarreyes a acabar con mi hijo, yo pensaba incluso en vuestro reino. Me acusan de traición… y yo digo no”. Cersei hizo un gesto a los guardias para que le interrumpieran, pero Joffrey ordenó que se detuvieran, sonriendo. Ordenó que Lord Stark siguiera hablando, mientras lanzaba una sonrisa siniestra hacia Ilyn Payne y el Perro. “No es traición preocuparse por el destino del reino. No es traición negarse a jurar fidelidad a un rey ilegítimo. Y yo acuso a Joffrey Baratheon de no ser el heredero legítimo del Trono de Hierro. Yo le acuso de no ser siquiera Joffrey Baratheon, sino Joffrey Lannister. Y lo acuso sabiendo que no es ni su culpa ni su responsabilidad, sino la culpa de la reina y de su amante”. “¡Silencio!” gritó Cersei, pero la voz de Ned retumbaba por el Septo de Baelor, con Ilyn Payne ya desenvainando su espada. “’¡Yo acuso a la reina Cersei de incesto y de perfidia! ¡Yo acuso a la reina Cersei de yacer con su propio hermano y de engañar al rey y al Reino, haciendo pasar a los hijos de esta relación maldita por hijos legítimos! ¡Estos no son los tiempos de los Targaryen! ¡Luchamos por ello! ¡Sangramos por ello! ¡Morimos por ello! ¡Joffrey Lannister no es el rey legítimo y no puede gobernar desde el Trono de Hierro!”
Cersei exigió la muerte de Eddard Stark, y en ese momento, una flecha verde procedente de algún sitio se hundió en el pecho de la reina, que caía muerta al instante. Con el caos provocado por ese hecho, Uther, Fusk, Erwyn y Oweyn conseguían subir al estrado, pero en el caos, Ser Ilyn Payne y el Perro desaparecían con Joffrey. Mientras Petyr Baelish aparecía del Septo de Baelor con varios capas doradas y los príncipes Tommen y Myrcella como prisioneros. Hombres de Altojardín y Bastión de las Tormentas irrumpieron en la plaza del Septo de Baelor, mientras Eddard se alzaba, apoyándose en Erwyn y en Sansa. “Sólo hay un rey legítimo para el Trono de Hierro… y ese es Lord Renly Baratheon, señor de Bastión de las Tormentas, y ahora, Rey de los Primeros Hombres, los Ándalos y los Rhoynar, Rey de los Siete Reinos y Protector del Reino”, dijo Eddard, y lord Renly subió al estrado, mientras sus hombres pacificaban la plaza del Gran Septo…
o.O Oh my God! Y Stannis? Madreeeee menudo giro argumental! Todo hubiera sido mucho más bonito así jajaja.
ResponderEliminarAunque lo viví en directo, lo vuelvo a leer y se me ponen los pelos de punta :)
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