lunes, 28 de mayo de 2012

CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO: SANGRE DE LA TORMENTA.


                La presencia de Daenerys y los personajes en Dorne acabó de forma distinta a como esperaban, con la lucha contra Gwyddion y la muerte de Jorah Mormont. La desaparición del que había sido su protector durante tanto tiempo puso furiosa a Daenerys, que tomó la decisión definitiva. Jorah Mormont había muerto para que ella ocupara el Trono de Hierro, y eso era lo que disponía a hacer. Tras las exequias de Mormont, cuyos restos fueron entregados a Uther Aesirk para que cuando acabara la guerra los dejara en las criptas de los Mormont en la Isla del Oso, Daenerys se reunió con su consejo, decidiendo que había llegado el momento de atacar Desembarco del Rey y acabar con el dominio de Eddard Stark. Tanto Barristan Selmy como Erwyn Aesirk se opusieron a atacar Desembarco utilizando los dragones, ni el Fuego Valyrio que atesoraban, para no acabar con la destrucción completa de la ciudad, y aunque Fusk planteó la posibilidad de una negociación con Eddard, Daenerys estaba decidida al ataque. Ella y Stannis atacarían Bastión de Tormentas mientras Barristan Selmy dirigía el ataque a Desembarco del Rey, eliminando finalmente los apoyos de Eddard, mientras los Hombres del Hierro comenzaban a atacar los Ríos y la Roca, y Dorne se revolvía finalmente contra el Dominio.
                Daenerys tenía además un plan para Fusk, Erwyn, Rhoynar, Uther y Oweyn. La Reina de Dragones no estaba dispuesta a que, con su victoria, Sansa Baratheon y el pequeño rey Rickard corrieran el mismo destino que Elia de Dorne y sus hijos con la caída de los Targaryen. Daenerys quería que ellos se adentraran en la Fortaleza Roja, para además, averiguar qué acciones estaba llevando a cabo el Maestre Qyburn en las mazmorras de la Fortaleza Roja. El plan de Daenerys y Selmy era q               ue los personajes entraran aprovechando una grieta en el caos de la batalla, ellos decidieron infiltrarse en Desembarco del Rey la noche anterior al ataque, haciéndose pasar Fusk por un comerciante que introducía comida en la ciudad. Fusk consiguió sobornar a los guardias para entrar en la ciudad, y se dirigieron de inmediato a la posada en la que Rhoynar se encontrara tiempo atrás con Varys, esperando que alguno de los “pajaritos” del eunuco le comunicara su presencia allí y este les ayudara a entrar en la Fortaleza Roja.
                Fue una espera inútil, y finalmente, optaron por buscarse una solución alternativa. A través de los servicios de unas prostitutas, consiguieron envenenar a dos Capas Doradas, haciéndose Fusk y Erwyn con sus ropajes para introducirse con ellos en la Fortaleza Roja, llevando a Oweyn, Rhoynar y Uther como supuestos prisioneros. El amanecer llegó y con él, el ataque de los hombres de Selmy. A la entrada de la Fortaleza Roja, se encontraron con la inesperada presencia del Comandante de la Guardia de la Ciudad, Janos Slynt en las puertas. Slynt les preguntó por su procedencia, y ante las respuestas poco adecuadas de los personajes, ordenó la detención de los dos “Capas Doradas” y la ejecución de sus tres “prisioneros”. En ese momento, una de las catapultas de los atacantes hizo blanco en la Fortaleza, haciendo que varios grandes cascotes cayeran sobre el patio, provocando el caos entre los Guardias Doradas y dando a los personajes la oportunidad de adentrarse en la Fortaleza Roja.
                Dentro del centro de gobierno de Poniente, vieron que varios grandes nombres de la ciudad eran conducidos a la Torre de la Espada Blanca, en busca de seguridad, mientras la Torre de la Mano (con el emblema del huargo de los Stark) y el Torreón de Maegor (con el venado de los Baratheon) eran un caos de gente entrando y saliendo. Confundidos con ellos, los personajes se adentraron en el Torreón de Maegor, descendiendo a las Mazmorras tras averiguar que la Reina Sansa se encontraba en sus aposentos. Para sorpresa de Rhoynar, que ya había descendido anteriormente a las mazmorras, el Maestre Qyburn había puesto una nueva puerta, con una extraña cerradura y un más extraño grabado sobre ella: la Arpía. Rhoynar, ayudado por Fusk consiguió abrir la puerta, evitando por poco una aguja envenenada, y accedieron a las mazmorras. Allí, la oscuridad era impenetrable, y la luz de las antorchas mostró varios cadáveres en diversos estados de descomposición en las celdas. Algunos habían sido torturados, otros simplemente habían sido abandonados y habían muerto de hambre y sed. Y uno de ellos comenzó a gritar, provocando un siniestro coro en las Mazmorras, pues varios de los muertos gritaron hasta quedarse sin voz. Cuando el horrísono grito se esfumó, los personajes sintieron que algo se movía por las galerías subterráneas, y no tardaron en darse de frente con la criatura culpable, una especia de ser draconiano que hirió seriamente a Fusk antes de ser cegado por un vial de Fuego Valyrio que llevaba Rhoynar, que Oweyn le lanzó a los ojos. El dragón, enloquecido por el dolor, comenzó a golpear las paredes, derribando muros, y aunque consiguieron evitar a la criatura, Fusk y Oweyn no pudieron evitar recibir algunas heridas debido a las piedras que caían. Dejando atrás los gritos del dragón, consiguieron llegar al centro del laboratorio de Qyburn. Allí encontraron al maestre, ahorcado y con el sello de la Arpía grabado a fuego en el pecho. Los personajes buscaron restos de que hubiera habido allí alguien más, pero todo indicaba que el nigromante se había quitado la vida. Había restos de otros intentos de crear criaturas como el dragón al que se habían enfrentado, frascos con extrañas sustancias… y Rhoynar vio varios libros, aunque sólo pudo llevarse uno, pues Erwyn decidió que todo aquello debía arder.
                Fusk, Rhoynar, Erwyn, Oweyn y Uther escaparon hacia la superficie, dejando tras de sí los ecos de los aullidos del dragón ciego, y llegando a uno de los patios de la Fortaleza. La batalla continuaba en el exterior, y había llegado el momento de ir en busca de Sansa. El Torreón de Maegor estaba casi desierto, aunque tuvieron que hacer frente a los Capas Doradas que protegían las habitaciones de Sansa. En ellas, pudieron ver a una aterrorizada Sansa, que sujetaba a su pequeño, Rickard Baratheon, mientras mascullaba “He sido buena… no me lo quitéis… no os llevéis a mi niño…” Fusk consiguió tranquilizar a la muchacha, asegurándole que iban a sacarla de allí y llevarla a un lugar seguro. Sansa accedió, y juntos salieron de las habitaciones, pero al llegar a la sala del Trono de Hierro, la joven sintió un fuerte ataque de miedo, que sorprendió a los personajes. Cuando le preguntaron, Sansa les dijo que todos habían sido engañados, que no era Renly quien acudía a su lecho, no era Renly el padre de Rickard…  Decía que todo lo habían hecho por la sangre de la Tormenta…
                Y en ese momento, los personajes fueron atacados por Robert Baratheon, lleno de vida y armado con su martillo de guerra. Sansa confesó a Fusk, que la apartaba de la lucha, que él era quien había acudido a su lecho, el padre de Rickard. Que no había muerto, nunca. Erwyn, Oweyn y Uther consiguieron derrotar a Robert, que finalmente, malherido, contó como el Maestre Oscuro, Gwyddion, había acudido ante él y le había mostrado la verdad en su orbe oscuro. Joffrey, Myrcella y Tommen eran hijos de Cersei y Jaime; Robert y la estirpe de los Baratheon estaban condenados a la muerte y la oscuridad. Robert llamó a Eddard a la corte, aprovechando la muerte de Jon Arryn, y allí, Gwyddion le mostró el futuro también a Eddard. Juntos, lo planificaron todo. Sansa les contó lo que había escuchado de las conversaciones entre su padre y Robert después de la muerte de Renly: Robert había sido quien había planeado la muerte de Cersei, quien  había planeado su propia muerte para arrebatar las máscaras de todos aquellos que tenia alrededor, para entregar su reino a la guerra, de la que surgiría un nuevo rey forjado en fuego, un auténtico rey: su hijo Rickard. Asqueados por la situación, los personajes permitieron que Uther acabara con la vida del antiguo rey, y salían del Torreón de Maegor para encontrarse con que Barristan Selmy había tomado la ciudad. En los muros ondeaba la bandera de los Targaryen, y Eddard Stark había sido capturado. Por supuesto, los personajes quisieron hablar con el que había sido el Señor del Norte, que estaba enloquecido, consumido por la oscuridad. Mantenía que había hecho lo mejor para su familia y para el reino, que sólo había obedecido a su rey… y que ahora, todos serían barridos cuando llegara el Otro. Ni siquiera los dragones podrían detenerle, lo destrozaría todo… El Otro llega y la Arpía le espera… Oh, Discordia…
                El discurso de Eddard Stark era el de un loco, y Barristan Selmy y los personajes le encerraron en un lugar seguro, mientras recibían noticias de que Daenerys había tomado Bastión de Tormentas y se dirigía ya hacia Desembarco del Rey… Pero también llegaron noticias inquietantes: Melisandre de Asshai había desaparecido, y también lo había hecho una de las hijas de Oberyn Martell, Tyene Arena… Rhoynar enseguida recordó su conversación con la Mujer Roja sobre la Sangre Real de los Martell, y las leyendas que decían que un sacrificio de sangre real despertaría a los Dragones de Rocadragón…

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