martes, 29 de mayo de 2012

CRÓNICA DEL ASESINO DE REYES 1: EL NOMBRE DEL VIENTO


              
  Hace ya un tiempo largo, mi amigo Yeray dio casi por azar con el título que hoy nos ocupa, El Nombre del Viento, y la verdad es que le dejó verdaderamente impresionado y me lo vendió muy bien. Lo que pasa que a mi me tenía un poco harto la literatura fantástica en ese momento, así que, aunque me lo recomendó encarecidamente, la verdad es que fue uno de esos libros que dejé pasar. Como todos sabéis tuve una recaída en el mundo de la fantasía épica a raíz de La Saga de Geralt de Rivia y sobre todo Canción de Hielo y Fuego. Las pasadas navidades Yeray me regaló El Nombre del Viento, decidido a que lo leyera de una puñetera vez, y bueno, a estas alturas del año, he conseguido hacerlo.
                Y me ha gustado bastante, la verdad.
                Patrick Rothfuss ha planteado su Canción de la Llama y el Trueno, convertida en la Crónica del Asesino de Reyes por motivos obvios como una trilogía (de momento, que ya sabemos como funciona esto, cuando menos te lo esperas, la trilogía se convierte en siete libros y pasan seis años entre uno y otro…), y en El Nombre del Viento tenemos, como corresponde, la presentación de su mundo y de sus personajes principales. La ambientación de Rothfuss no es muy diferente a la de cualquier otra novela de fantasía épica habitual, quizá más cercana a La Saga de Geralt de Rivia en el hecho de que su mundo es más parecido a los finales de la Edad Media o el principio de la Edad Moderna que las narraciones más clásicas, de momento y por lo que he visto, todo predecible, nada sorprendente. El héroe, Kvothe, es… pues un héroe clásico de este tipo de novelas, joven, sorprendentemente maduro para su edad, con una historia oscura detrás… Y como no podía ser menos, hay unos enemigos míticos con oscuras señales que presagian su llegada, los llamados Chandrian, a los que antes o después, Kvothe tendrá que hacer frente, claro.
                Hasta aquí, como veis, todo es de lo más clásico, poco original. Y es que creo que la historia de Kvothe y El Nombre del Viento no destacan especialmente por su originalidad, sino por el estilo ligero de escritura que tiene Rothfuss y por cómo la historia (que es bastante predecible en general), te engancha. Además, sí que es cierto que Rothfuss tiene unas ideas bastante interesantes al hablar de la Magia, y crea un concepto bastante interesante: la Universidad, donde se desarrollan los capítulos más interesantes del libro. El concepto en sí tampoco es innovador, ya habíamos visto escuelas de hechiceros en, por ejemplo, La Saga de Geralt de Rivia, con la isla de Thanedd,  o la propia Torre de Wayreth en la mítica Dragonlance, pero la Universidad de El Nombre del Viento va un paso más allá, mezclando temas mágicos (la sigaldría de las runas, el poder de los nombres y los vínculos…) con saberes más profanos (matemáticas, retórica…), y además, Kvothe se ve envuelto en tramas y subtramas muy entretenidas, desde sus enfrentamientos con uno de los “alumnos mayores”, Ambrose, a las técnicas que tiene que pergeñar para poder pagar bimestre a bimestre las matrículas de la Universidad. Los profesores están bastante bien trazados en pocas pinceladas (aunque quizá haya alguno un poco Harry Potter… ), y los alumnos caen bastante simpáticos. Todo el entorno universitario está bastante bien creado.
                ¿Los mayores hándicaps de la novela? La historia está un poco inflada, hay escenas que no aportan nada  y no van a ningún sitio, siendo la persecución de un draccus la que más me ha llamado la atención en este estilo. Y probablemente, el personaje de Denna, “la chica”, convertida en amiga y amor imposible del protagonista, y a la que se adivina un destino trágico que, por sus intervenciones en El Nombre del Viento, ya viene llegando tarde. Demasiado arquetípica, incluso por su humor facilón, más que hacer avanzar la historia parece que ha llegado para estorbar.
                En fin, una historia que se deja leer bastante bien, pero que tiene un gran enemigo, y es que alguien ha decidido que lo mejor que podía hacer para publicitarla es compararla con Canción de Hielo y Fuego. Y claro, ahí sale perdiendo, porque dudo mucho de que se haya escrito en el mundo de la épica algo mejor que Canción de Hielo y Fuego desde que Tolkien ultimara El Señor de los Anillos. Lo más fácil es llegar a El Nombre del Viento con unas esperanzas preconcebidas (por culpa de la propia publicidad de la novela, de nadie más), y obviamente, esas esperanzas se desvanecen, porque simplemente, no es comparable.
                Así que dejaos los juicios previos a un lado, y disfrutad. Yo en breve me pondré con la segunda parte, El Temor de un Hombre Sabio, que ha caído para mi cumple, así que, os iré contando.

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