lunes, 26 de agosto de 2013

ELYSIUM

Esta tarde Marco y yo hemos hecho una visita tangencial al cine. Y por tangencial me refiero a que no estaba planeado, simplemente ha sido “¿Qué hacemos? ¿Vamos al cine?”, y eso hemos hecho. Teníamos dudas entre Elysium, de la que nos habían hablado bastante bien pero que no nos llamaba demasiado la atención a priori, y Exorcismo en Georgia, que mola como idea de peli de miedo… pero que me da cierto olorcillo a cutre. Al final hemos decidido hacer caso a los buenos consejos de Oneyros, que además había declarado que esta peli le iba a gustar especialmente a Marco y nos hemos marchado a ver Elysium.



                Y oye, genial consejo. No sé qué tal será Exorcismo en Georgia, que parece llegar para subirse al carro de Expediente Warren, pero Elysium ha sido una auténtica sorpresa positiva (quizá porque no teníamos expectativas sobre ella). Por si alguien no sabe de qué va, os cuento. Estamos en el siglo XXII, y como era de esperar, la Tierra se ha ido a la mierda. Así tal cual, como suena. Crisis demográfica, crisis ecológica... el mundo yéndose al garete, y un grupo de ricachones y líderes políticos deciden marcharse de la Tierra a una estación orbital, Elysium (tomando el nombre del paraíso de los mitos griegos, el Elíseo), donde pueden seguir manteniendo sus privilegios y su nivel de vida, además de disfrutar de adelantos médicos y tecnológicos que les convierten en técnicamente inmortales. Por supuesto, Elysium solo está disponible para unos pocos privilegiados, mientras que el resto de los habitantes de la Tierra se tienen que conformar con las migajas y con trabajar para que las clases altas de Elysium puedan seguir manteniendo su nivel de vida.
                Este es el mundo de Max DaCosta (Matt Damon), antiguo ladrón de coches más o menos rehabilitado que vive en una ciudad de Los Ángeles convertida en una megápolis de la desesperación, patrullada por androides que sirven a Elysium para mantener el status quo. Y es un encontronazo con uno de estos androides lo que envía a Max al hospital, donde se reencuentra con un amor de la infancia, una enfermera con el traicionero nombre de Frey. Debido a un accidente laboral que le expone a un nivel mortal de radiación, Max de pronto descubre que morirá en pocos días, pero en Elysium tienen sistemas médicos que le permitirían curarse, así que Max comienza a organizar lo que podríamos considerar un “asalto al cielo”, una subida a Elysium, que está protegida por los sistemas de defensa ideados por una totalitaria Ministra Delacourt (Jodie Foster), que cuenta con agentes durmientes en la propia Tierra, dispuestos a derribar las “pateras” que tratan de arribar a Elysium en busca de una vida mejor, contando incluso con un sistema de agentes encubiertos dirigidos por un muy salvaje Kruger.
                El plan de Max y el contratista Spider se complica cuando se topan con una conspiración de la Ministra Delacourt para hacerse con el poder absoluto en Elysium, lo que probablemente apartaría a todos los terrestres definitivamente de la estación. Perseguido por Kruger y envolviendo a Frey en el asunto, mientras es conectado a un exoesqueleto mecánico que le da una fuerza y una resistencia parecida a la de los androides de seguridad de Elysium… y ahí va la historia.
                A pesar del planteamiento de historia de ciencia-ficción y tener sus escenas de acción correspondiente, el sudafricano Neill Blomkamp nos trae una metáfora poco escondida de un mundo donde cada vez el abismo entre clases se hace mayor, y donde la mayor parte de la riqueza se concentra en grados enormes en un número extraordinariamente pequeño de manos, con libertades civiles y económicas cada vez más restringidas. Podemos ver el abismo social en una Los Ángeles totalmente ocupada por hispanos, mientras que Elysium está ocupado por una clase dominante blanca y anglosajona, referencia obvia de Estados Unidos. Blomkamp nos habla en esta metáfora de Ciencia-Ficción de las diferencias entre mundos, y de lo realmente fácil que sería en muchos casos reducirlas… solo proponiéndoselo. Aunque quizá simplifica demasiado las bondades de la terapia médica de la inmortalidad en un mundo que ya se enfrenta a grandes problemas de sobrepoblación, convirtiendo la Tierra en una pesadilla demográfica… pero eso es argumento para otro tipo de película.

                En fin, una gran película, que nos alegramos mucho de haber visto.

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