Después de escapar del Castillo Avernus, los aventureros se dirigieron a toda velocidad hacia Il Akun. En la ciudad, capital de imperio de Azalin, y sorteando las complicaciones "legales" que ponía la burocracia darkoniana consiguieron pasajes en un barco que se dirigiría a toda velocidad hacia el poblado de Manantial de Nevuchar, en el otro extremo del dominio, esperando así cumplir con los plazos que el fantasma de Hyskosa les había dado para destruir la Filacteria de Azalin. Tras un viaje tenso, consiguieron llegar en dos días y medio a Manantial de Nevuchar, una población de elfos que vivían prácticamente al borde de las Brumas. Balduin intentó encontrar algún sacerdote o druida que pudiera sanar su cuerpo y, sobre todo, su alma, pero entre los habitantes de Manantial de Nevuchar no había servidores de lo sagrado. Kenzi consiguió averiguar que el Sagrario de Nevuchar era un viejo lugar sagrado, un gran árbol en una isla en el río, en el mismo borde de las Brumas. Hacia allí se dirigieron en una barca, con Balduin llevando la Filacteria, y allí, se encontraron con que Azalin les esperaba, junto a su montura, un pequeño dragón negro, y su familiar, el pequeño demonio Skeever. Azalin liberó su magia sobre los aventureros, y solo la habilidad de Berenice consiguió evitar la muerte de Ezekiel en manos del archiliche. Mientras sus compañeros trataban de cubrirle, Balduin corrió hacia el árbol, seguido de Berenice y Ezekiel, tratando de descubrir como se podría destruir la Filacteria. Berenice y Kenzi habían herido a Azalin, permitiendo que Ronna se enzarzara en un combate con el cadáver viviente. Kenzi acabó con la vida del dragón negro, mientras que Berenice hacía lo mismo con el familiar de Azalin, y Balduin arrojaba la Filacteria a las brumas. En ese momento, Ronna alcanzó a Azalin y mató al Archiliche, que quedó reducido a un montón de huesos y andrajos, mientras las Nieblas cubrían la isla y a los personajes....
Cuando las Brumas se retiraron, ya no estaban en Ravenloft. Se encontraban en algún tipo de pinar, a la sombra de unas grandes montañas y bajo una gigantesca luna pálida, y a su alrededor, se alzaban los muertos vivientes. Y allí estaba la Filacteria de Azalin, resplandeciendo. Balduin la recogió, y aunque Ezekiel consiguió destruir a muchos de los cadáveres animados, tuvieron que retroceder cuando hicieron su aparición varias Sombras que les drenaban la fuerza y la vida. En su huida, Balduin dejó atrás la Filacteria, pero las criaturas de sombra les siguieron. Mientras Ezekiel, Berenice y Balduin trataban de entretener y detener a las Sombras, Kenzi y Ronna corrieron de vuelta a la Filacteria, y desde allí vieron como se alzaba uno de los cuerpos que acababan de matar, animado por una luz idéntica a la que emitía la Filacteria. Azalin volvía, y el Archiliche les mostró que él había manipulado al fantasma de Hyskosa para que llevaran su Filacteria más allá de las brumas. Con ello, el cadáver había escapado de Ravenloft, desencadenando la Gran Conjunción sobre el Multiverso: el mal de Ravenloft se extendía como una enfermedad por todos los mundos, Azalin se lo agradeció a los aventureros, antes de comenzar a retirarse jurando venganza contra Strahd, y lanzando una última orden: acabad con ellos. De pronto, Kenzi se dio cuenta de que Ronna se preparaba para atacarle, y es que aunque ninguno lo sabía, la guerrera había caído bajo el dominio de Azalin en la Sala de la Adivinación del Castillo Avernus, mientras escrutaba la bola de cristal. Kenzi fue más rápido, y consiguió disparar dos veces, una en el pecho y otra en la cabeza. Ronna cayó muerta a sus pies ante la mirada atónita de sus compañeros, Ezekiel intentó hacer algo con ella, pero fue imposible. Había muerto.
Y en ese momento, por si no habían tenido suficiente, apareció Strahd. El propio Strahd von Zarovich, liberado de Ravenloft por la Gran Conjunción, que acudía para reclamar la Filacteria de Azalin, con la intención de volver a dominar al Archiliche, que había sido su esclavo en el pasado. Agotados por todo lo que había ocurrido y amedrentados por el aura de terror que emanaba de Strahd, los aventureros permitieron que se acercara a la Filacteria, pero los hechizos que la impregnaban le rechazaron, y se marchó maldiciendo a los aventureros. Finalmente, y después de que Balduin descubriera que los ojos de la Filacteria parecían brillar cuando miraban en la dirección por la que había desaparecido Azalin, Kenzi voló por encima del pinar que les rodeaba, viendo el humo de una hoguera más adelante, una población y un gran castillo, y por fin, identificó donde se encontraban. Aquello era Barovia, y aquel era el Castillo Ravenloft, pero no el que se encontraba en el Semiplano del Pavor, sino su reflejo en el plano material. Después de recoger el cadáver de Ronna, se dirigieron hacia el fuego, llegando al amanecer a un campamento Vistani, donde una de ellas, Arabelle, les dijo que les esperaban y les dio un té reconstituyente, prometiéndoles que protegerían el cuerpo de Ronna mientras ellos visitaban a su vidente, Madame Yvonna. Los aventureros tuvieron una prueba de la habilidad de los Vistani, que rechazaron a varios zombies con unas hierbas que les concedían invisibilidad ante los muertos vivientes. Y luego, se reunieron con Yvonna en el interior del carro.
Allí, la Vistani utilizó la bola de cristal y las cartas de tarokka para escudriñar su pasado y su futuro. Estaban vinculados a las seis profecías de Hyskosa sobre la Gran Conjunción, y al parecer esta se había desatado... y no lo había hecho al mismo tiempo. Y es que al parecer, las acciones de Azalin habían precipitado el cumplimiento del sexto verso de la profecía antes que el quinto, lo que quizá les daba una opción de evitar que la Gran Conjunción se asentara. En su lectura, Yvonna pareció ver que el gran rival de los aventureros era Azalin, insistió en que encontraran la magia que se perdió y no lo hizo (que los personajes interpretaron como el Icono y el Medallón que habían robado del Castillo de Ravenloft en el pasado), les planteo la posibilidad de que recibirían ayuda de una criatura de la oscuridad, y les indicó que buscaran la ayuda de la Reina Kristiana de Barovia, una poderosa sacerdotisa del Bien, que podría ayudarles en su búsqueda, e incluso resucitar a su amiga. Tras abandonar el carruaje de Madame Yvonna, encontrándose con que habían pasado muchas más horas de las que creían, y tras comprar a los vistani dos unidades de sus hierbas para ocultarse de los no muertos, se dirigieron hacia Vallaki, desde donde podrían llegar finalmente al que parecía haberse convertido en su destino...
El Castillo Ravenloft.
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