Utilizando como refugio los restos de la empalizada y después de apagar el fuego provocado por Balon en la cabaña, los aventureros decidieron refugiarse allí para pasar la noche, después de que al alquimista se asegurara de que no había más amenazas en el árbol ni alrededor de él. Realizaron varias guardias, y al amanecer, Echidna y el orangután Trufa despertaron sintiéndose enfermos a causa de los mordiscos recibidos de las putas del barco del día anterior. Balon les realizó algunas curas, pero continuaron febriles mientras se dirigían al suroeste, hacia el lugar donde Kio había visto a los grindylows con el sombrero de Sandara Quinn. Al acercarse, Kio se adelantó, descubriendo una pequeña cala, de aguas profundas y que se abría a una cueva cuyas aguas estaban muy agitadas. Kio, Balon, Echidna y Sarah saltaron al agua, y allí fueron atacados por un grupo de pequeñas estirges que trataban de hacerse con su sangre. No les costó mucho alejar de ellos a los parásitos, y finalmente Vanderlay, Evania y Trufa se unieron a ellos, aunque Evania sufrió una caída poco acertada.
Lacedones, una de las trampas de los grindylows. |
Una vez en la cala, se dirigieron al interior de la cueva inundada, aunque Sarah y Evania tuvieron problemas a la hora de nadar en aquellas aguas tan revueltas, hasta el punto de que la mediana se vio arrastrada por las corrientes y tuvieron que rescatarla entre Balon y Echidna cuando estaba a punto de perecer ahogada. Una vez que consiguieron reagruparse, comenzaron a explorar el interior de las cavernas, encontrándose enseguida con un puñado de grindylows que les asaltaron golpeando y retirándose a las profundidades de la sala. Pusieron en serios aprietos a Evania y Sarah, aunque finalmente consiguieron reagruparse sobre un islote y rechazarlos. Finalmente, continuaron adentrándose en la cueva, siguiendo un estrecho pasillo que les condujo a una sala en la que en cuanto Kio entró, el agua se volvió negra. Asustados por el efecto, se mantuvieron pegados a las paredes de una sala con los muros llenos de calaveras y huesos llenos de gusanos, a los que Vanderlay se encaramó para mantenerse lejos del agua. Y lo hizo con acierto, porque Sarah sufrió un violento ataque procedente del agua, que laceró sus piernas con gravedad. Echidna consiguió sacarla de la sala, volviendo al pasillo en el que aún permanecían Evania y Balon. Mientras se retiraban, Vanderlay, que cerraba el grupo, fue atacado por unos tentáculos, de los que recibió un golpe. Huyendo de aquella habitación, buscaron otro camino, encontrándose con una peligrosa trampa, una reja con púas que cayó sobre ellos, arrastrando a una gravemente herida Evania al fondo de la cueva.
Echidna consiguió llegar a ella y estabilizarla in extremis, aunque luego tuvieron que esforzarse mucho para sacarla de debajo de la reja y evitar que se ahogara. Balon, Echidna y Trufa intentaron levantar la reja, mientras que Kio intentaba desactivar el mecanismo y Sarah y Vanderlay vigilaban no sufrir nuevas emboscadas. Vanderlay trató de llegar abajo para lanzar un hechizo de curación, pero no consiguió concentrarse y finalmente, Balon tuvo que utilizar sus pociones de fuerza y de crecimiento de gigante para finalmente arrancar la reja y sacar a Evania del fondo. Mientras la marea comenzaba a retirarse, consiguieron curar a Evania, y tuvieron un fuerte debate sobre qué hacer. Mientras Echidna y Evania querían regresar al barco, el resto de sus compañeros votaron por seguir en busca de Sandara y de Tam Tate. Tras un nuevo enfrentamiento con un grupo de grindylows, recuperaron el sombrero de la sacerdotisa de Besmara, y continuaron adentrándose en la cueva. Mientras exploraban una reja temiendo una nueva trampa, Echidna y Kio fueron heridos por las garras de dos lacedones atrapados bajo una reja, aunque Vanderlay y Balon consiguieron sacarlos antes de que fuera demasiado tarde, para encontrarse con que el camino les llevaba de nuevo a la sala en la que el agua se había vuelto negra.. Aunque ahora no había agua y solo quedaba una sala llena de fango...
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