Las ruinas de los antiguos jardines de Nangalore se encontraban finalmente ante ellos. Muchos años atrás probablemente hubiera sido un lugar hermoso, unos jardines colgantes edificados entre estatuas de mármol, altas cúpulas y surtidores... pero ese tiempo había quedado muy atrás. El paso de los años pesaba sobre las ruinas, algunas estatuas se habían derrumbado, igual que el tejado de una de las cúpulas. Extrañas flores, plantas y árboles crecían por doquier, y el río había inundado la zona, hasta el punto de convertir todo su entorno en una zona pantanosa. Kellek, Joehr, Leodithas, Jade y Turión se adentraron en los jardines en busca de la Orquídea Negra, encontrando unos jardines descuidados entre los que sobrevivían unas viejas imágenes de la reina Zalkore, en cuyo nombre parecía haberse fundado el jardín, y que ya transmitían tensión hacia un tal Thiru-Taya, que al parecer había sido su amante y luego la había traicionado. Buscando la orquídea, tuvieron que hacer frente a una emboscada de unos extraños zombies que parecían manejados por unas peculiares plantas amarillas, a lo que Kellek consiguió destruir, y luego, escalando a la parte más alta del jardín, el sacerdote y Joehr acabaron con una araña gigante que había hecho su cubil en una de las estatuas que habían sobrevivido al tiempo.
Después de que Jade y Joehr exploraran una parte del Jardín, decidieron investigar uno de los invernaderos, cuajados de extrañas plantas de colores brillantes y propiedades narcóticas, que decidieron recolectar con la idea de venderlas en el futuro en Puerto Nyanzaru, pero Jade cayó bajo la influencia de las plantas, narcotizada y luego hechizada por una extraña magia que resultó ser causada por los eblis sobre los que Asharra les había advertido en Kir Sabal, y que atacaron a los aventureros, utilizando su magia de ilusión, complicando la lucha. Después de acabar con los eblis, continuaron explorando el jardín, encontrando el nido de los eblis en una cúpula derruida, y pasando después a explorar al palacio central de Nangalore, después de que Jade derribara una puerta que hizo que parte del techo se derrumbara sobre ella. El palacio estaba presidido por una gran estatua de un guerrero chultano cuyo rostro había sido desfigurado por unas poderosas garras. Explorando la sala, encontraron una urna de cerámica, algo escrito en las paredes y una estatua más pequeña, que según pensaron se trataba más bien de un hombre petrificado. Las palabras parecían ser algún tipo de disculpa hacia Thiru-Taya, y pensando que podía tratarse de algún tipo de trampa, Kellek disparó con su arco hacia la urna, que se volcó, derramando un puñado de cenizas.
Finalmente, utilizaron el palacio para cruzar al otro lado del jardín, entrando en la cúpula que había sobrevivido, y donde se encontraba la Orquídea Negra... custodiada por la reina Zalkore, cubierta de ligeros velos. Kellek trató de entablar una conversación con la reina, pero esta estaba enloquecida, y de alguna manera, consiguió saber que el sacerdote había perturbado los restos de su amado Thiru-Taya, por lo que se volvió contra ellos a pesar de las explicaciones de Kellek. Turión consiguió acercarse a ella lo suficiente para herirla, anticipándose a los movimientos tanto de la reina como de los eblis que la servían, pero después de herirla, cayó ante la espada de Zalkore. La lucha comenzó en el antiguo dormitorio real, donde los aventureros trataron de concentrar sus ataques en Zalkore, que después de que Leodithas también la golpeara con fuerza, convocó el espíritu de Thiru-Taya, que la custodió durante el resto de la lucha. La reina finalmente se retiró el velo, revelándose como lo que ellos sospechaban que era, una medusa, y todos trataron de evitar su mirada petrificante. Kellek se apartó del resto, utilizando su magia para sanar a Turión, y aprovechando la distracción de la reina para hacerse con la Orquídea Negra, mientras el ladrón elfo se arrojaba sobre ella, ignorando la posibilidad de quedar petrificado para golpearla de nuevo, sobreponiéndose a la magia de la medusa, que finalmente caería atravesada por la lanza de Jade. La muerte de Zalkore disipó al espíritu de Thiru-Taya y dispersó a los eblis, y con la Orquídea en su poder, los aventureros decidieron alejarse de Nangalore lo más posible antes de poder descansar y recuperarse para emprender el camino hacia Kir Sabal...
LA HISTORIA DE ZALKORE.
Zalkore era una antigua reina de Omu, conocida por todos por su belleza, y en cuyo honor, el general Thiru-Taya, su consorte, construyó los Jardines de Ka-Nanji, el Jardín Colgante de los Sueños. Pero la adulación constante terminó perturbando la mente de Zalkore, que cerró un siniestro pacto con una erinia para conservar su juventud y belleza para siempre. El pacto convirtió a Zalkore en una medusa, pero cuando esto se supo en Omu, el ejército de la ciudad se alzó contra la reina, exiliándola a los jardines, que pasaron a ser llamados Nangalore, El Jardín de los Sueños Perdidos.
Furiosa pensando que Thiru-Taya había sido el instigador de la rebelión del ejército Omuense, Zalkore destruyó las imágenes de su consorte, pero con el tiempo, la reina exiliada descubrió que Thiru-Taya le había sido siempre fiel, y había pasado largas décadas encerrado hasta la muerte, castigado por defenderla. Zalkore consiguió que las cenizas de Thiru-Taya fueran llevadas a Nangalore, y luego comenzó a cultivar las extrañas plantas narcóticas que le permitían vivir en una suerte de sueño eterno en el que podía seguir viendo a su amante...
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