Después de conseguir la Orquídea Negra de Nangalore, los aventureros se dirigieron rápidamente hacia Kir Sabal, para que la sacerdotisa Asharra pudiera realizar para ellos el Ritual de los Siete Vientos, de modo que pudieran sobrevolar la selva y localizar la ciudad de Omu, actual dominio del malvado Ras Nsi, que antaño alzara ejércitos de muertos vivientes en Chult, y a quien la sabia naga de Orolunga les había pedido que mataran... y lugar donde probablemente se escondiera el Almero que llevaban buscando desde que llegaran a Chult. Y en Kir Sabal, tal y como había prometido, la sacerdotisa de Ubtao llevó a cabo su ritual, destruyendo la Orquídea Negra y sacrificando sus propias alas en el proceso para que los aventureros pudieran volar durante tres días. Así, ellos obtuvieron sus propias alas, y siguiendo las indicaciones que habían ido consiguiendo durante su periplo por Chult, se dirigieron hacia el suroeste, donde finalmente, tras haber consumido casi los tres días de vuelo, avistaron la ciudad de Omu.
La ciudad se encontraba en una gran hoya rodeada de jungla y al pie de un volcán activo, y hacía mucho tiempo que había sido devorada por el agua de un río que inundaba parte de la ciudad y que la llenaba de brumas y niebla al precipitarse sobre el pozo de lava que resbalaba del volcán. Cómo les había advertido Asharra, la ciudad estaba vigilada por decenas de gárgolas, así que decidieron mantenerse a cierta distancia, y tras examinar sus posibilidades, Kellek decidió someter a votación por dónde debían entrar en la ciudad, por unas escaleras situadas al suroeste tal y como señalaba Leodithas, o descendiendo por las caídas de agua del noreste, como plantearon Joehr y Jade, y ese fue finalmente el camino que decidieron seguir. Mientras preparaban la bajada, Kellek observó la ciudad y tuvo una sorprendente visión, en la que la ciudad, aún en su esplendor, era devorada por la oscuridad, con centenares de muertos por las calles y las almas volando como buitres sobre ella. Afrontaron el descenso con cuidado, aunque Joehr acabó precipitándose montaña abajo, cayendo a las aguas. Tras recuperarse, finalmente comenzaron a explorar la ciudad, haciendo frente a dos enredaderas asesinas, que pusieron en aprietos a Kellek, y encontrando un pequeño templo inundado al que accedieron tras acabar con cuatro cocodrilos y un cocodrilo gigante que tenían allí su nido. El templo estaba dedicado a un tal Papazotl, que parecía ser una especie de dios semejante a un eblis. En el interior del tempo había varias estatuas y un mosaico que representaba el enfrentamiento entre pel eblis Papazotl y una rana con tentáculos que según las inscripciones descifradas por Kellek, recibía el nombre de Kazamot. En el interior del templo, encontraron un pequeño altar que escondía una trampilla sellada, y que los aventureros se empeñaron enseguida en abrir. Después de que Leodithas consiguiera descifrar un acertijo escrito en las estatuas y descubrieran un pasadizo tras una de ellas, llegaron a una extraña sala vacía con un diseño de cuadrícula de diferentes colores sobre una de las paredes.
Decidieron descansar allí mientras trataban de descifrar el enigma, y finalmente, al transponer las letras del acertijo de las estatuas con la plantilla de la pared, descifraron un nuevo mensaje que les señalaba que debían tapar los ojos de las estatuas. Así lo hicieron, y así se desbloqueó la trampilla sellada, de modo que consiguieron lo que escondía: un pequeño cubo de piedra con el sello de Papazotl tallado en sus caras. Pensando que debían localizar más templos, entendiendo que Papazotl debía ser uno de aquellos Dioses Embaucadores de los que habían oído hablar, se dirigieron hacia un edificio amplio... pero en el camino se encontraron frente a frente con un monstruo que sólo habían atisbado en la distancia, un gran tiranosaurio rex con el lomo cubierto de plumas y que vomitó sobre ellos un enjambre de avispas venenosas antes de tratar de devorarlos. Con Kellek atacando con su magia desde cierta distancia, el tiranosaurio puso en serios problemas a Jade, Leodithas y Jeorh, hasta que finalmente y tras una larga y peligrosa lucha, Jade consiguió acabar con el dinosaurio, hundiéndole dos flechas en uno de sus ojos. Tras ser sanados por Kellek, decidieron continuar su camino, encontrándose con que el edificio al que se dirigían era un antiguo mercado, pero que estaba plagado de simples trampas, en una de las cuales cayó Joehr, que se encontró cubierto de ciempiés venenosos. Y siguiendo unas pequeñas huellas, encontraron un kobold que descendía hacia los sótanos del mercado...
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