Procedentes de diferentes puntos de los Reinos Olvidados, los aventureros llegaron a Puerta de Baldur. El guerrero dracónido Joerh y el sacerdote de Lathander Kellek llegaban llamados por la maga Syndra Silvane; el druida semiorco Mappo y el mago tiefling Tyrael lo hacían esperando unirse a la expedición de la maga; y el ladrón elfo Turión no tenía muchas más opciones, obligado por la guardia de Puerta de Baldur. Los cinco se reunieron en la mansión de Syndra Silvane, y los cinco llegaban con rumores en sus oídos sobre la llamada Maldición de la Muerte, una plaga que parecía asolar los Reinos y cebarse sobre aquellos que en algún momento habían sido revividos. Después de presentarse entre ellos en la mansión de la maga, fueron recibidos por Syndra Silvane en su estudio. La maga estaba embozada, con el rostro oculto tras una máscara de plata y cubierta por una pesada manta que ocultaba todo su cuerpo, y tras invitar a los aventureros a tomar asiento, les contó su historia. Syndra había sido una maga aventurera, que había muerto en una de sus aventuras y había sido resucitada por uno de sus compañeros. A partir de ese momento había puesto fin a sus aventuras, y se había retirado, estableciendo un gran imperio comercial centrado en Puerta de Baldur... hasta que la Maldición de la Muerte la ha atrapado. Los aliados Arpistas de Syndra habían conseguido averiguar que el origen de la maldición estaba en algún punto de Chult, en el sur de los reinos, y estaba provocada por algún tipo de objeto llamado "El Almero". Chult era una tierra ignota, cubierta de montañas y jungla, y poblada por dinosaurios, muertos vivientes y goblins salvajes, de la que no existía un solo mapa completo, y con una sola población merecedora del nombre de ciudad, Puerto Nyanzaru, a donde Syndra les teleportaría si aceptaban la misión, a cambio de la que les ofrecía poderosos objetos mágicos si conseguían destruir el Almero.
Los aventureros aceptaron, y como había dicho, tras entregarles un boceto de mapa, Syndra les teleportó a los espigones de Puerto Nyanzaru, donde se encontraron de pronto en el corazón de una ciudad tropical llena de colores y gente exótica. Allí, Syndra les informó de que se alojaría en la casa de Wakanga O'tamu, uno de los siete príncipes comerciantes de la ciudad, y les recomendó elegir entre una de las dos posadas que se encontraban en el Bazar Rojo, el mercado más importante de Puerto Nyanzaru. Tras evaluar sus opciones y toparse con una carrera de dinosaurios domesticados, decidieron separarse y encontrarse después en El Lagarto Atronador, la posada más bulliciosa de Puerto Nyanzaru. Kellek se dirigió directamente hacia el Bazar Rojo, donde adquirió algunos repelentes de insectos, pensando en los viajes por la jungla que se avecinaban, y luego esperó a sus compañeros en El Lagarto Atronador, averiguando que al parecer, los enanos estaban empecinados en recuperar uno de sus refugios perdidos en Chult, un lugar llamado Mina Wyrmheart, que al parecer ahora estaba ocupada por un dragón rojo. Mientras, Joerh y Turión se quedaron en las carreras de dinosaurios, decidiendo participar en las apuestas, y si bien en su primera ronda el dracónido no tuvo demasiada suerte, se unió a las apuestas de Turión, siendo el elfo más afortunado o más hábil a la hora de elegir sus apuestas, ganando entre ambos una agradable cantidad de oro.
Mappo se había sentido fascinado por los dinosaurios domesticados de la ciudad, y después de sondear a los ciudadanos, decidió pedir directamente una audiencia con el príncipe Ifan Talro'a, que poseía el monopolio de venta e instrucción de dinosaurios y otras criaturas en la ciudad. Ifan se mostró interesado en Mappo, su procedencia y sus objetivos, pero no estaba dispuesto a ceder en cuanto a los precios de sus animales. Mientras, Tyrael decidió reunirse con Wakanga O'tamu, ya que el príncipe controlaba el comercio mágico de la ciudad. Wakanga le recibió amablemente mientras Syndra Silvane descansaba, y puso a su disposición la magia de la que disponía... siempre a buen precio. Además, el príncipe comerciante entregó a Tyrael un viejo diario de un mago que había explorado algunas partes de Chult. El diario estaba destrozado, pero en él Tyrael pudo reconocer imágenes de un curioso medallón y la ubicación del compañero del mago, un tal Volt.
Finalmente, se reunieron todos en El Lagarto Atronador, donde Kellek ya había reservado noche para los cinco, y mientras almorzaban, un hombre llamado Belym acudió a ellos en busca de ayuda. Al ver su aspecto de extranjeros y de aventureros, se había decidido a pedirles ayuda, ya que parecía que en la ciudad nadie quería ayudarle. Su esposo, Draza, había sido condenado por una confusión de identidad al Corredor del Verdugo, pero Draza era inocente, y la condena era a correr el Corredor del Verdugo, donde debería escapar de una pareja de velocirraptores por haber robado fruta. Rechazando la recompensa que ofrecía Belym, y entendiendo que incluso aunque Draza fuera culpable ser despedazado por dinosaurios no era un castigo justo, los aventureros se apresuraron a seguir a Belym al Corredor del Verdugo. Llegaron a tiempo de ver como iba a comenzar la carrera de Draza, y se distribuyeron por la superficie del foso para intentar ayudarle. Mientras Joerh y Turión esperaban su momento, Kellek, Mappo y Tyrael trataron de ayudar a Draza con su magia. Kellek consiguió proteger a Draza de los velocirraptores con un ensalmo sin ser descubierto por los presentes, pero al intentar encantarlos, Mappo les puso nerviosos y ambos velocirraptores escaparon del foso, encarándose con el druida y el mago, que sufrieron diversas heridas, graves sobre todo en el caso del semiorco. Mientras Kellek se centraba en que Draza pudiera escapar, Joerh y Turión atacaron con sus arcos a los dinosaurios, mientras Tyrael abatía a uno de ellos con su magia. Mientras Draza y Belym desaparecían entre el público, los presentes ovacionaron a aquellos que habían hecho frente a los velocirraptores escapados, y finalmente todos pudieron reunirse de nuevo en El Lagarto Atronador, donde Tyrael y Turión escucharon curioso rumores sobre la presencia de poderosos y diminutos duendes enmascarados que vivían en la jungla, y sobre la predilección del dios Ubtao (un dios local) por los laberintos...
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