Después de un viaje de tres días en barco hacia el sur de la península de Chult desde Fuerte Beluarian, los aventureros comenzaron a acercarse a la Bahía de Shilku, y según se acercaban, Tyrael fue el primero en divisar una nube de pesado aspecto situada sobre la bahía. Según se fueron acercando se dieron cuenta de que se trataba de una nube de cenizas en suspensión, y al entrar en la bahía vieron que los volcanes que rodeaban las ruinas de la antigua aldea de Shilku habían entrado en erupción (aún seguían vomitando fuego, lava y cenizas), arrasando toda la bahía y el fuerte a medio construir que el Puño Ardiente estaba construyendo. Pusieron rumbo a la playa, acercándose para comprobar si había algún superviviente, pero fueron atacados por dos peligrosas serpientes de fuego a las que consiguieron anular antes de que prendieran fuego al barco. Temiendo encontrar Salamandras y otras criaturas de fuego en el entorno, y después de que que Kellek y Tyrael se convencieran de que era imposible que nadie hubiera sobrevivido a aquella tormenta de fuego, decidieron volver a Fuerte Beluarian para comunicarle a Lyara Portir lo ocurrido.
Cuando llegaron al Fuerte, la comandante les recibió con cierta decepción ante las noticias. Lyara Portir entregó a los aventureros sus recompensas (varias pociones de curación y un pergamino de restablecimiento), y la castellana Grutta Harlsdottir les ofreció una recompensa por ayudarles a liberar las selvas chultanas de muertos vivientes. Los aventureros decidieron que era el momento de volver a Puerto Nyanzaru para buscar nuevos rumores, aunque el camino de vuelta estuvo lleno de peligros, como el ataque de un grupo de arañas gigantes que hirió de gravedad al clérigo Kellek de Lathander, salvado por el ataque del dracónido Joehr al grito de "¡NO TOQUES A MI LÍDER!". También tuvieron varios encuentros con los mágicos chwinga, y un tenso encuentro con un grupo liderado por un Mago Rojo de Thay que parecía dirigirse a algún punto del interior de las junglas.
De vuelta en Puerto Nyanzaru, los aventureros apenas se dieron el tiempo suficiente para escuchar algunos rumores que les advirtieron sobre la niebla azul que transmitía la Fiebre de la Locura y sobre una antigua ciudad construida por los minotauros y ahora poblada por los hombres serpiente que parecía esconder antiguos horrores en pleno corazón de la selva. Después de adquirir provisiones y despedirse de Qawasha y Kupalué, decidieron acudir a una nueva guía, la exploradora Azaka Stormfang, que se ofreció a llevarles ante la sabia naga que Orolunga a cambio de que la ayudaran a recuperar una ancestral máscara de su familia de manos de los hombres pterodáctico del Dedo de Fuego. Los aventureros tomaron sus canoas y, junto a Akaya, comenzaron a descender por el río Tiryki, muy cerca del cual se encontraba el Dedo de Fuego. Aprovecharon la presencia del río para avanzar con cierta velocidad hacia el interior de Chult, aunque eso no les libró del ataque de un cocodrilo gigante y otras criaturas. Finalmente abandonaron la cuenca del Tiryki para adentrarse en la jungla, pues ya podían ver incluso desde la distancia el promontorio del Dedo de Fuego, una columna de roca natural que se alzaba cien metros por encima del suelo, coronada por una gran hoguera... y la siluetas a su alrededor de los hombres pterodáctico.
Siguiendo los consejos de Azaka, decidieron esperar a la noche para asaltar el promontorio...
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