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domingo, 17 de septiembre de 2017

CALAVERAS Y GRILLETES: LA ISLA DE LOS OJOS VACÍOS (VII)

Motivados por su éxito contra Shaija y sus guerreros, y viéndose en la necesidad de encontrar lo antes posible a Echidna, los aventureros decidieron continuar reconociendo las profundidades de Sumitha. Después de un nuevo encuentro con un grupo de seis cíclopes, se enfrentaron finalmente con el líder de los corruptos cíclopes de Sumitha, un peligroso cíclope salvaje que embistió contra Shen. Mientras el resto trataban de hacerle frente como mejor podían, el capitán se volvió invisible, infligiéndole dolorosas heridas, aunque los violentos golpes del cíclope pusieron en grave peligro al Capitán, aunque finalmente consiguieron deshacerse de él. La situación para ellos era tan grave que Pirkles planteó utilizar sus hechizos de teleportación para huir de Sumitha, volviendo más adelante a acabar con los cíclopes y rescatar a Echidna. 

Finalmente, decidieron continuar adelante, encontrándose con que su siguiente desafío eran dos cariátides animadas armadas con afilados alfanjes y capaces de destrozar las propias armas que se utilizaban contra ellas. Aunque Pirkles estuvo a punto de acabar con la vida de su compañero Ron para destruirlas utilizando una bola de fuego, finalmente consiguieron destruirlas, encontrándose por fin en lo que suponían que era el corazón de Sumitha. Allí se encontraron con una estancia ovalada completamente cerrada, dentro de la cual Pirkles percibía una poderosa magia pero a la que no podían acceder. Encontraron también una cámara de aislamiento sensorial y un almacén con un incienso mágico, que Vanderlay identificó como capaz de inducir a una ceguera temporal. Pirkles reconoció determinados rituales de introspección para los cuales se recurría a la privación sensorial, así que Ron y el Capitán Shen aceptaron utilizar el incienso para tratar de acceder a la sala. Con los dos hombres cegados, la pared que protegía aquella habitación ovalada desapareció, y los aventureros encontraron por fin a Echidna, que convertido prácticamente en una estatua, sostenía en sus manos la Piedra Onírica Inmortal que Bikendi les había enviado a encontrar. 

Istoreth, líder de los cíclopes corruptos de Sumitha


Pero la Piedra no estaba desprotegida, dos grandes cíclopes muertos vivientes la defendían, y además la propia piedra parecía emitir radiación negativa, que alcanzó a Shen y Ben, dejándoles debilitados. Vanderlay obtuvo la piedra con un sirviente invisible, lo que liberó a Echidna, que consiguió curar a sus compañeros lo suficiente como para que comenzaran a intentar huir. Mientras Pirkles trataba de poner a salvo al Capitán, Echidna y Evania resultaron cegadas, y la druida gravemente herida, de modo que Vanderlay y Pirkles organizaron la huida de Sumitha. Mientras el bardo guiaba a Evania y Shen, Pirkles consiguió alcanzar a Echidna y Ben, teleportándoles al patio del fortín chelio en el sur de la isla, para volver luego a Sumitha, donde Vanderlay hacía frente a los cíclopes para mantener a salvo a Evania y Shen, hasta que los tres fueron también teleportados por Pirkles, con Vanderlay llevándose la Piedra. 

Esta vez el hechizo del mediano fue más certero, y consiguieron aparecer en la sala subterránea del fortín, donde se habían encontrado con el mago Bikendi Otongu, que reapareció en cuanto sintió la presencia de la piedra. Bikendi necesitaba un cuerpo mortal para poder lanzar su hechizo, así que Shen aceptó ser voluntario, a pesar de la desconfianza de Pirkles. Pero finalmente Bikendi consiguió lanzar su hechizo, llevando su espíritu al plano de los sueños y acabando con la maldición que había caído sobre el fortín al frustrar los cíclopes su último intento de conseguirlo. Con Bikendi finalmente libre, los aventureros se encontraban en posesión del fortín y de los tesoros que el ilusionista y los suyos habían custodiado allí dentro... 

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