No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

domingo, 31 de julio de 2016

RAVENLOFT: LAS RAÍCES DEL MAL (II)

Después de recibir los consejos y las visiones de Madame Yvonna, y tras pasar la noche bajo la protección de los vistani, partieron al amanecer hacia Vallaki, la población más cercana al Castillo Ravenloft. Vallaki era poco más que una aldea situada al pie del gran pico en el que se alzaba el Castillo, y las puertas de la aldea estaban cerradas. Los guardias parecían asustados por las consecuencias que estaba teniendo la Gran Conjunción, pero finalmente Ezekiel consiguió convencerles para que les dejaran entrar, aunque cerraron rápidamente las puertas tras ellos. Los aventureros acudieron a la posada, el Agua Azul, donde tampoco fueron recibidos con los brazos abiertos, ya que despertaban bastante suspicacias. Al entrar, Ailyn vio una niña que les observaba, pero la muchacha se limitó a correr cuando vio que la bárbara la observaba. Mientras Ailyn custodiaba el cadáver de Ronna, temiendo que las fuerzas libres de Ravenloft pudieran alzarla como una no-muerta, Balduin recorrió el pueblo, encontrando una vieja iglesia en ruinas, dedicada a los dioses de la vida, donde encontró a un anciano sacerdote, que no le dio mucha información más allá de que el pueblo estaba aterrado por lo que estaba pasando y que todos estaban bajo la protección de la Reina Kristiana. Mientras intentaban descansar, Ezekiel creyó ver un ghoul observándole a través de una ventana, así que el vidente salió junto a Kenzi, Ailyn y Berenice a buscar al no muerto, aunque no lo encontraron. Finalmente, se reunieron con Balduin y decidieron comenzar su viaje hacia el Castillo Ravenloft. Tras cruzar las puertas que cerraban el camino, se encontraron con un carruaje negro sin conductor. La mayoría se mostraron cautos, pero Balduin y Berenice decidieron subirse al pescante, con lo que el carruaje se puso en marcha. Finalmente, el resto decidieron subir al carruaje, y este comenzó un viaje de vértigo hacia arriba, a través del estrecho camino hacia el Castillo, un camino que estuvo a punto de costarle la vida a Kenzi que estuvo a punto de despeñarse cuando la puerta del carruaje se abrió al pasar por desfiladero. Finalmente, tras varias horas, y rodeados de lluvia y niebla, llegaron al Castillo Ravenloft.



Ante el Castillo el carruaje volvió hacia la oscuridad, y ateridos y empapados, llamaron la atención de los guardias del castillo, que se encontraban a salvo tras un foso y un puente levadizo recogido. Tras esperar un rato, consiguieron convencer a los centinelas para que les permitieran entrar, llevándoles ante la presencia del Rey Barov y la Reina Kristiana. En aquellos pasillos, Ailyn encontró una sobrecogedora figura en un mural que representaba una batalla en una montaña, la figura de un hombre gigantesco con cabeza de chacal que parecía luchar del lado de Barovia. Ezekiel vio a una niña que les observaba y escapó después, pero cuando iba a seguirla, Ailyn y Kenzi repararon en su ausencia y le llamaron para que continuara con ellos. Finalmente, llegaron ante los Reyes, encontrándose con una sorpresa: el Rey Barov era idéntico a Strahd, y la reina Kristiana les recordaba poderosamente a Tatyanna. Dominando su sorpresa, consiguieron mostrarse diplomáticos ante los reyes. Además de Barov y Kristiana, allí estaban dos sacerdotes de la fe de Kristiana, una docena de guardias y la maga que protegía a Barov, la anciana Anebroun. Ante la petición de los aventureros, Kristiana utilizó su poder divino para devolverle la vida a Ronna, y uno de sus sacerdotes curó la lengua de Balduin, que de inmediato expuso ante Kristiana y Barov todo lo que les había ocurrido desde que cayeran en manos de Azalin. Kristiana les explicó que los dioses estaban furiosos con ellos por haber derramado el mal de Ravenloft sobre el multiverso, pero les daban una oportunidad, y en las visiones de Kristiana, la Filacteria de Azalin era la herramienta con la que podían conseguirlo. Anebroun les pidió la Filacteria para poder destruirla, pero Kristiana se negó, argumentando que los aventureros tendrían que custodiarla. Kristiana y Barov llevaron a los aventureros a la capilla de donde siglos atrás habían robado el Medallón de los Raven y el Icono de Ravenloft, y allí, la Reina oró a los dioses, que le dieron una respuesta. Los aventureros deberían devolver a la capilla el Medallón de los Raven y la Filacteria de Azalin, el bien y el mal más puros, para deshacer la Gran Conjunción. Agradecida por la visión, Kristiana comenzó una vigilia en la que participaron Barov y sus sacerdotes, junto a Balduin y Ezekiel, mientras Kenzi, Ronna y Ailyn descansaban en la capilla y Berenice salía de allí, con la intención de seguir a Anebroun, aunque la presencia de un guardia la persuadió de no hacerlo. 

Y repentinamente, la capilla del castillo fue atacada por un poderoso demonio, una criatura con cuerpo humano y cabeza de chacal, pero cuya sombra se extendía por toda la sala sala, llenándola de sombras y fuego. El demonio tomó al rey Barov, llamándole Strahd, y acabó de un solo golpe con su vida. Ronna y Kenzi trataron de atacarle, pero las balas del pistolero se detuvieron en el aire antes de tocarle, y el mandoble de Ronna se consumió cuando le rozó. El demonio se dio cuenta de que Barov no era Strahd, y trató de alcanzar a Kristiana, a la que Ronna trataba de sacar de la sala, mientras Ailyn, Kenzi y Ezekiel eran dominados por el miedo. El demonio atacó a Balduin, hiriéndole con su espada llameante y su látigo, mientras convocaba a dos criaturas demoniacas, que cerraron el paso a Ronna. El demonio atrapó a Kristiana con su látigo y desapareció junto a ella, y mientras sus criaturas atacaban a Ronna, Berenice hizo su aparición, tratando de atacarles con sus flechas. Pero cuando su maestro demoníaco hubo desaparecido, ellos le siguieron, y mientras se recuperaban de lo ocurrido, antes de que llegara el resto de la guardia, Strahd hizo su aparición, llamando al demonio por su nombre, Inajira, y partiendo tras él en busca de la Reina Kristiana. Ezekiel reconoció el nombre de Inajira de la profecía de Hyskosa, y allí, en la Capilla de Ravenloft, decidieron partir en busca de Azalin para recuperar el Medallón y el Icono. Uno de los sacerdotes de Kristiana, Thormurray, se unió a ellos, y después de volver a pedirles la Filacteria, también lo hizo Anebroun. Al amanecer, Balduin sacó la Filacteria de Azalin del saco donde la guardaban, y vieron que sus ojos se iluminaban cuando señalaba hacia Vallaki...

lunes, 25 de julio de 2016

RAVENLOFT: DESDE LAS SOMBRAS (IV)/LAS RAÍCES DEL MAL (I)

Después de escapar del Castillo Avernus, los aventureros se dirigieron a toda velocidad hacia Il Akun. En la ciudad, capital de imperio de Azalin, y sorteando las complicaciones "legales" que ponía la burocracia darkoniana consiguieron pasajes en un barco que se dirigiría a toda velocidad hacia el poblado de Manantial de Nevuchar, en el otro extremo del dominio, esperando así cumplir con los plazos que el fantasma de Hyskosa les había dado para destruir la Filacteria de Azalin. Tras un viaje tenso, consiguieron llegar en dos días y medio a Manantial de Nevuchar, una población de elfos que vivían prácticamente al borde de las Brumas. Balduin intentó encontrar algún sacerdote o druida que pudiera sanar su cuerpo y, sobre todo, su alma, pero entre los habitantes de Manantial de Nevuchar no había servidores de lo sagrado. Kenzi consiguió averiguar que el Sagrario de Nevuchar era un viejo lugar sagrado, un gran árbol en una isla en el río, en el mismo borde de las Brumas. Hacia allí se dirigieron en una barca, con Balduin llevando la Filacteria, y allí, se encontraron con que Azalin les esperaba, junto a su montura, un pequeño dragón negro, y su familiar, el pequeño demonio Skeever. Azalin liberó su magia sobre los aventureros, y solo la habilidad de Berenice consiguió evitar la muerte de Ezekiel en manos del archiliche. Mientras sus compañeros trataban de cubrirle, Balduin corrió hacia el árbol, seguido de Berenice y Ezekiel, tratando de descubrir como se podría destruir la Filacteria. Berenice y Kenzi habían herido a Azalin, permitiendo que Ronna se enzarzara en un combate con el cadáver viviente. Kenzi acabó con la vida del dragón negro, mientras que Berenice hacía lo mismo con el familiar de Azalin, y Balduin arrojaba la Filacteria a las brumas. En ese momento, Ronna alcanzó a Azalin y mató al Archiliche, que quedó reducido a un montón de huesos y andrajos, mientras las Nieblas cubrían la isla y a los personajes....



Cuando las Brumas se retiraron, ya no estaban en Ravenloft. Se encontraban en algún tipo de pinar, a la sombra de unas grandes montañas y bajo una gigantesca luna pálida, y a su alrededor, se alzaban los muertos vivientes. Y allí estaba la Filacteria de Azalin, resplandeciendo. Balduin la recogió, y aunque Ezekiel consiguió destruir a muchos de los cadáveres animados, tuvieron que retroceder cuando hicieron su aparición varias Sombras que les drenaban la fuerza y la vida. En su huida, Balduin dejó atrás la Filacteria, pero las criaturas de sombra les siguieron. Mientras Ezekiel, Berenice y Balduin trataban de entretener y detener a las Sombras, Kenzi y Ronna corrieron de vuelta a la Filacteria, y desde allí vieron como se alzaba uno de los cuerpos que acababan de matar, animado por una luz idéntica a la que emitía la Filacteria. Azalin volvía, y el Archiliche les mostró que él había manipulado al fantasma de Hyskosa para que llevaran su Filacteria más allá de las brumas. Con ello, el cadáver había escapado de Ravenloft, desencadenando la Gran Conjunción sobre el Multiverso: el mal de Ravenloft se extendía como una enfermedad por todos los mundos, Azalin se lo agradeció a los aventureros, antes de comenzar a retirarse jurando venganza contra Strahd, y lanzando una última orden: acabad con ellos. De pronto, Kenzi se dio cuenta de que Ronna se preparaba para atacarle, y es que aunque ninguno lo sabía, la guerrera había caído bajo el dominio de Azalin en la Sala de la Adivinación del Castillo Avernus, mientras escrutaba la bola de cristal. Kenzi fue más rápido, y consiguió disparar dos veces, una en el pecho y otra en la cabeza. Ronna cayó muerta a sus pies ante la mirada atónita de sus compañeros, Ezekiel intentó hacer algo con ella, pero fue imposible. Había muerto. 

Y en ese momento, por si no habían tenido suficiente, apareció Strahd. El propio Strahd von Zarovich, liberado de Ravenloft por la Gran Conjunción, que acudía para reclamar la Filacteria de Azalin, con la intención de volver a dominar al Archiliche, que había sido su esclavo en el pasado. Agotados por todo lo que había ocurrido y amedrentados por el aura de terror que emanaba de Strahd, los aventureros permitieron que se acercara a la Filacteria, pero los hechizos que la impregnaban le rechazaron, y se marchó maldiciendo a los aventureros. Finalmente, y después de que Balduin descubriera que los ojos de la Filacteria parecían brillar cuando miraban en la dirección por la que había desaparecido Azalin, Kenzi voló por encima del pinar que les rodeaba, viendo el humo de una hoguera más adelante, una población y un gran castillo, y por fin, identificó donde se encontraban. Aquello era Barovia, y aquel era el Castillo Ravenloft, pero no el que se encontraba en el Semiplano del Pavor, sino su reflejo en el plano material. Después de recoger el cadáver de Ronna, se dirigieron hacia el fuego, llegando al amanecer a un campamento Vistani, donde una de ellas, Arabelle, les dijo que les esperaban y les dio un té reconstituyente, prometiéndoles que protegerían el cuerpo de Ronna mientras ellos visitaban a su vidente, Madame Yvonna. Los aventureros tuvieron una prueba de la habilidad de los Vistani, que rechazaron a varios zombies con unas hierbas que les concedían invisibilidad ante los muertos vivientes. Y luego, se reunieron con Yvonna en el interior del carro.

Allí, la Vistani utilizó la bola de cristal y las cartas de tarokka para escudriñar su pasado y su futuro. Estaban vinculados a las seis profecías de Hyskosa sobre la Gran Conjunción, y al parecer esta se había desatado... y no lo había hecho al mismo tiempo. Y es que al parecer, las acciones de Azalin habían precipitado el cumplimiento del sexto verso de la profecía antes que el quinto, lo que quizá les daba una opción de evitar que la Gran Conjunción se asentara. En su lectura, Yvonna pareció ver que el gran rival de los aventureros era Azalin, insistió en que encontraran la magia que se perdió y no lo hizo (que los personajes interpretaron como el Icono y el Medallón que habían robado del Castillo de Ravenloft en el pasado), les planteo la posibilidad de que recibirían ayuda de una criatura de la oscuridad, y les indicó que buscaran la ayuda de la Reina Kristiana de Barovia, una poderosa sacerdotisa del Bien, que podría ayudarles en su búsqueda, e incluso resucitar a su amiga. Tras abandonar el carruaje de Madame Yvonna, encontrándose con que habían pasado muchas más horas de las que creían, y tras comprar a los vistani dos unidades de sus hierbas para ocultarse de los no muertos, se dirigieron hacia Vallaki, desde donde podrían llegar finalmente al que parecía haberse convertido en su destino...

El Castillo Ravenloft.

RAVENLOFT: DESDE LAS SOMBRAS (IV)/LAS RAÍCES DEL MAL (I)

Después de escapar del Castillo Avernus, los aventureros se dirigieron a toda velocidad hacia Il Akun. En la ciudad, capital de imperio de Azalin, y sorteando las complicaciones "legales" que ponía la burocracia darkoniana consiguieron pasajes en un barco que se dirigiría a toda velocidad hacia el poblado de Manantial de Nevuchar, en el otro extremo del dominio, esperando así cumplir con los plazos que el fantasma de Hyskosa les había dado para destruir la Filacteria de Azalin. Tras un viaje tenso, consiguieron llegar en dos días y medio a Manantial de Nevuchar, una población de elfos que vivían prácticamente al borde de las Brumas. Balduin intentó encontrar algún sacerdote o druida que pudiera sanar su cuerpo y, sobre todo, su alma, pero entre los habitantes de Manantial de Nevuchar no había servidores de lo sagrado. Kenzi consiguió averiguar que el Sagrario de Nevuchar era un viejo lugar sagrado, un gran árbol en una isla en el río, en el mismo borde de las Brumas. Hacia allí se dirigieron en una barca, con Balduin llevando la Filacteria, y allí, se encontraron con que Azalin les esperaba, junto a su montura, un pequeño dragón negro, y su familiar, el pequeño demonio Skeever. Azalin liberó su magia sobre los aventureros, y solo la habilidad de Berenice consiguió evitar la muerte de Ezekiel en manos del archiliche. Mientras sus compañeros trataban de cubrirle, Balduin corrió hacia el árbol, seguido de Berenice y Ezekiel, tratando de descubrir como se podría destruir la Filacteria. Berenice y Kenzi habían herido a Azalin, permitiendo que Ronna se enzarzara en un combate con el cadáver viviente. Kenzi acabó con la vida del dragón negro, mientras que Berenice hacía lo mismo con el familiar de Azalin, y Balduin arrojaba la Filacteria a las brumas. En ese momento, Ronna alcanzó a Azalin y mató al Archiliche, que quedó reducido a un montón de huesos y andrajos, mientras las Nieblas cubrían la isla y a los personajes....



Cuando las Brumas se retiraron, ya no estaban en Ravenloft. Se encontraban en algún tipo de pinar, a la sombra de unas grandes montañas y bajo una gigantesca luna pálida, y a su alrededor, se alzaban los muertos vivientes. Y allí estaba la Filacteria de Azalin, resplandeciendo. Balduin la recogió, y aunque Ezekiel consiguió destruir a muchos de los cadáveres animados, tuvieron que retroceder cuando hicieron su aparición varias Sombras que les drenaban la fuerza y la vida. En su huida, Balduin dejó atrás la Filacteria, pero las criaturas de sombra les siguieron. Mientras Ezekiel, Berenice y Balduin trataban de entretener y detener a las Sombras, Kenzi y Ronna corrieron de vuelta a la Filacteria, y desde allí vieron como se alzaba uno de los cuerpos que acababan de matar, animado por una luz idéntica a la que emitía la Filacteria. Azalin volvía, y el Archiliche les mostró que él había manipulado al fantasma de Hyskosa para que llevaran su Filacteria más allá de las brumas. Con ello, el cadáver había escapado de Ravenloft, desencadenando la Gran Conjunción sobre el Multiverso: el mal de Ravenloft se extendía como una enfermedad por todos los mundos, Azalin se lo agradeció a los aventureros, antes de comenzar a retirarse jurando venganza contra Strahd, y lanzando una última orden: acabad con ellos. De pronto, Kenzi se dio cuenta de que Ronna se preparaba para atacarle, y es que aunque ninguno lo sabía, la guerrera había caído bajo el dominio de Azalin en la Sala de la Adivinación del Castillo Avernus, mientras escrutaba la bola de cristal. Kenzi fue más rápido, y consiguió disparar dos veces, una en el pecho y otra en la cabeza. Ronna cayó muerta a sus pies ante la mirada atónita de sus compañeros, Ezekiel intentó hacer algo con ella, pero fue imposible. Había muerto. 

Y en ese momento, por si no habían tenido suficiente, apareció Strahd. El propio Strahd von Zarovich, liberado de Ravenloft por la Gran Conjunción, que acudía para reclamar la Filacteria de Azalin, con la intención de volver a dominar al Archiliche, que había sido su esclavo en el pasado. Agotados por todo lo que había ocurrido y amedrentados por el aura de terror que emanaba de Strahd, los aventureros permitieron que se acercara a la Filacteria, pero los hechizos que la impregnaban le rechazaron, y se marchó maldiciendo a los aventureros. Finalmente, y después de que Balduin descubriera que los ojos de la Filacteria parecían brillar cuando miraban en la dirección por la que había desaparecido Azalin, Kenzi voló por encima del pinar que les rodeaba, viendo el humo de una hoguera más adelante, una población y un gran castillo, y por fin, identificó donde se encontraban. Aquello era Barovia, y aquel era el Castillo Ravenloft, pero no el que se encontraba en el Semiplano del Pavor, sino su reflejo en el plano material. Después de recoger el cadáver de Ronna, se dirigieron hacia el fuego, llegando al amanecer a un campamento Vistani, donde una de ellas, Arabelle, les dijo que les esperaban y les dio un té reconstituyente, prometiéndoles que protegerían el cuerpo de Ronna mientras ellos visitaban a su vidente, Madame Yvonna. Los aventureros tuvieron una prueba de la habilidad de los Vistani, que rechazaron a varios zombies con unas hierbas que les concedían invisibilidad ante los muertos vivientes. Y luego, se reunieron con Yvonna en el interior del carro.

Allí, la Vistani utilizó la bola de cristal y las cartas de tarokka para escudriñar su pasado y su futuro. Estaban vinculados a las seis profecías de Hyskosa sobre la Gran Conjunción, y al parecer esta se había desatado... y no lo había hecho al mismo tiempo. Y es que al parecer, las acciones de Azalin habían precipitado el cumplimiento del sexto verso de la profecía antes que el quinto, lo que quizá les daba una opción de evitar que la Gran Conjunción se asentara. En su lectura, Yvonna pareció ver que el gran rival de los aventureros era Azalin, insistió en que encontraran la magia que se perdió y no lo hizo (que los personajes interpretaron como el Icono y el Medallón que habían robado del Castillo de Ravenloft en el pasado), les planteo la posibilidad de que recibirían ayuda de una criatura de la oscuridad, y les indicó que buscaran la ayuda de la Reina Kristiana de Barovia, una poderosa sacerdotisa del Bien, que podría ayudarles en su búsqueda, e incluso resucitar a su amiga. Tras abandonar el carruaje de Madame Yvonna, encontrándose con que habían pasado muchas más horas de las que creían, y tras comprar a los vistani dos unidades de sus hierbas para ocultarse de los no muertos, se dirigieron hacia Vallaki, desde donde podrían llegar finalmente al que parecía haberse convertido en su destino...

El Castillo Ravenloft.

lunes, 18 de julio de 2016

RAVENLOFT: DESDE LAS SOMBRAS (III)

Después de recibir las sombrías predicciones y avisos del fantasma de Hyskosa, los aventureros se encontraron con varias cuestiones a las que hacer frente. Finalmente, mientras Ailyn y Raven conseguían escapar del castillo para buscar monturas con las que dirigirse al Sagrario de Nevuchar, los demás regresaron a las celdas en las que Lady Berenice protegía a los prisioneros de Azalin. Tras una breve conversación, decidieron armar a los prisioneros con las armas que sus custodios, mientras ellos exploraban el castillo para buscar una salida y encontrar la Filacteria de Azalin. Finalmente, Berenice, Ronna, Ezekiel, Kenzi y Balduin decidieron dirigirse hacia las torres del castillo, donde Raven había escuchado lo que parecía ser el grito de una Banshee, suponiendo que tan poderosa criatura debía ser la custodia de la Filacteria. Recorrieron la primera planta de la fortaleza, encontrando el salón del trono de Azalin, y más importante, la gran biblioteca del castillo. Allí, además de infinidad de volúmenes repartidos en estanterías y mesas, había un altar sobre el que flotaba un libro gigantesco, del tamaño de un hombre, y bajo él, una pluma mágica flotaba, escribiendo en las páginas de un libro de tamaño normal. Escrutando los libros, se dieron cuenta de que eran biografías, y que todas concluían en el momento en que las personas sobre las que se escribía entraban en Darkon. Encontraron volúmenes preparados con sus nombres, pero aún estaban en blanco, y el finalmente, consiguieron llamar la atención del bibliotecario, un fantasma llamado Ezelath, que les explicó que todo el mundo perdía su memoria unos meses después de entrar en Darkon. Esa memoria era lo que se recogía en los libros, mientras el libro gigantesco recogía los nombres y fechas de la vida de la gente de Darkon. Buscaron a Azalin, pero no había ningún libro con ese nombre, así que Ezekiel acudió al Libro de los Nombres, y buscó el primer registro. Así, descubrieron el verdadero nombre de Azalin, Firan Zal´honan, Aza´lan de Knurl. Con esos datos, Ezelath les facilitó el volumen de la vida de Firan Zal´honan, descubriendo así la vida del ahora convertido en Rey Liche, que había ejecutado a su propio hijo, Inrik, y se había entregado a los poderes oscuros, convirtiéndose en un cadáver viviente. 



Con el conocimiento del verdadero nombre de Azalin, continuaron explorando el castillo, y un accidente de Ezekiel en una sala con el suelo de cristal que le hizo caer hasta la sala inferior, hizo que despertaran a varios fantasmas y espectros, que les persiguieron por varias estancias. Mientras esperaban a que Ezekiel regresara y pudiera hacer frente a las criaturas no muertas, Balduin trató de mantenerse contra ellos, mientras Berenice, Ronna y Kenzi daban con la Sala de la Adivinación de Azalin (habían pasado ya por las salas de la Conjuración y la Ilusión). Allí, mientras se enfrentaban a los espectro, Ronna pudo dominar la bola de cristal y escrutó la sala de la Filacteria, escuchando los lamentos del Banshee. Finalmente, Ezekiel llegó y ayudó a Balduin y Berenice, pero aún así se encontraban en inferioridad de condiciones cuando los espectros y fantasmas se detuvieron, como si escucharan algo, y desaparecieron. Los aventureros se hicieron fuertes en la Sala de la Adivinación, y allí Ezekiel consiguió dominar la bola de cristal, encontrándose casi frente a frente con Azalin, antes de atraer la atención del Rey Liche. Al final de la noche, durante la guardia de Ronna, una extraña criatura hizo su aparición ante ellos a través del espejo de la sala, Inrik, el hijo de Azalin, convertido en fantasma. Inrik les guió hacia la Torre de la Filacteria, donde descubrieron la Sala de la Vida, presidida por un altar y ocho columnas coronadas por gigantescas esmeraldas de las que brotaba una niebla gris que contenía sombras... al acercarse, vieron que esas sombras eran sus propios cuerpos, y encontraron en la mesa una nota que insinuaba que ellos podían ser clones de los aventureros originales... mientras debatían este hecho, fueron atacados por Willow, la Banshee elfo que servía a Azalin. Balduin consiguió evitar que lanzara su grito mortal, aunque recibió bastante daño hasta que Ronna y Kenzi, con las armas benditas, consiguieron acabar con la Banshee, accediendo así a las escaleras que subían hasta la corona de la torre. Aún llenos de dudas, ascendieron a la torre, donde se encontraba la Filacteria de Azalin, un gran cráneo de dragón chapado en oro, extraordinariamente pesado en cuya boca ardía una llama. Mientras lo examinaban, fueron atacados por el último guardián que Azalin había puesto ante su Filacteria, un demonio de huesos. Tras vencerle, finalmente redujeron de tamaño la Filacteria con su manto mágico, y Balduin lo guardó. 

De vuelta a la Sala de la Vida, se les planteó una duda, ¿qué hacer con sus clones? ¿O eran los originales? Balduin sacó de las nieblas el cuerpo de Ezekiel, que murió de inmediato. El paladín parecía decidido a continuar y acabar con todos, pero sus compañeros se opusieron, en parte porque notaron que en ese momento los Poderes Oscuros parecían haber puesto su atención en Balduin, mientras Kenzi trataba de enfrentarse al horror que suponía la posible muerte de su clon, y Ezekiel rezaba por la posible alma del suyo. Decididos a resolver el dilema, volvieron a la Sala de la Adivinación, donde Balduin consiguió imponer su voluntad a la bola de cristal, averiguando así finalmente que sus cuerpos eran los originales, que no eran clones. 

Pero la curiosidad de Balduin fue más fuerte en ese momento que su raciocinio, y deseó ver a los propios Poderes Oscuros de Ravenloft. Lo consiguió, y Lady Berenice tuvo que noquearle para que dejara de gritar sin voz, aunque no antes de que el enano de destrozara la lengua con sus propios dientes. El Poder Oscuro de Ravenloft había sembrado su semilla en Balduin, que de pronto se vio privado de todas sus habilidades y poderes de Paladín, alejado del Bien y de su Dios. Llevando a Balduin a hombros, decidieron huir del castillo a toda carrera, sorprendiéndose al encontrar que no tenían enemigos, que no quedaba nadie. Berenice sacó del castillo a los prisioneros, que se dirigieron hacia Il Aluk, mientras ellos se reencontraban con Ailyn y Raven, que les esperaban con monturas frescas. Con Balduin aun sacudiéndose, iniciaron una carrera contrarreloj hacia el Este, hacia el Sagrario de Nevuchar... 

Tras ellos, un dragón negro se elevaba de Avernus, con Azalin montado en su lomo...


lunes, 11 de julio de 2016

RAVENLOFT: DESDE LAS SOMBRAS (II)

Utilizando sus macabras habilidades mágicas, Azalin lanzó sobre los aventureros el sortilegio que les llevaría al pasado, donde esperaba conseguir el Amuleto de los Raven. Más de trescientos años en el pasado, los aventureros se encontraron en el Castillo de Ravenloft, en Barovia, durante la celebración de la boda entre Boris von Zarovich y su amada Tatyanna. Las mentes de los aventureros ocuparon los cuerpos de uno de los guardias del castillo, el ama de llaves, un ladrón infiltrado en la celebración, una maga dispuesta a actuar, un joven hechicero, un poderoso barón y un hermosa joven, comenzaron a buscar el camino al santuario familiar de Ravenloft. Mientras, ocupando otros cuerpos, Kenzi, Raven, Ezekiel y Ronna consiguieron encontrar el santuario y obtener el Medallón (además de otro valioso objeto, el Icono de Ravenloft), Berenice, Ailyn y Balduin fueron testigos del momento fundacional del Semiplano del Horror, la transformación de Strahd von Zarovich en un poderoso vampiro. Tratando de evitar la masacre que el vampiro estaba llevando abajo, los aventureros consiguieron llegar a las habitaciones donde Strahd había matado a su hermano Boris antes de salir en persecución de Tatyanna, y Kenzi utilizó a su anfitriona para arrojarse por la ventana, llevándose con él el Medallón y el Icono... haciendo que sus mentes volvieran a sus cuerpos... o al menos, a la parte de ellos que no estaba dominada por Azalin. 



El hechicero cadáver se mostró satisfecho con el resultado de la misión de los aventureros, cuyas cabezas depositó de nuevo en las estanterías antes de teleportarse fuera de la sala, bajo los cuidados de su familiar, el demonio Skeever. El demonio comenzó a gastar crueles bromas a los personajes, cebándose en Ezekiel, aunque consiguieron engañarle para que mostrara cómo dominaba Azalin sus cuerpos, a través de unas criaturas insectoides que el cadáver había colocado en sus cuerpos decapitados, y averiguaron también que en el almacén cercano, guardaba el Ungüento Sanguíneo que podía volver a unir sus cabezas a sus cuerpos. Sin embargo, antes de que el demonio pudiera explicarles algo más o hacerles algún daño, sus travesuras fueron interrumpidas por la naga que Azalin había convocado para que mantuviera la sala libre de alimañas. Skeever huyó y dejó libre el cuerpo de la gnomo Raven, que se apresuró a liberar el cuerpo de Ronna del insecto que la controlaba. Con sus compañeros libres, comenzaron a buscar sus objetos en el montón de cosas que Azalin amontonaba en un rincón, descubriendo que faltaban varias de sus posesiones, como el mandoble de Ronna, las pistolas de Kenzi o el escudo de Balduin. Al abrir Kenzi la puerta que daba al almacén, atrajo la atención de la naga que Azalin había invocado, que les atacó antes de desaparecer brevemente para atacarles después, cuando estaban todos juntos. Berenice y Ailyn consiguieron acabar con la naga, y pronto todos recuperaron sus equipos y sus cabezas. Sería Berenice quien encontrara la salida del laboratorio de Azalin, al que el liche accedía teleportándose: un angosto túnel excavado por alimañas, Tras descansar unos momentos y recuperarse con pociones curativas, y los poderes de Ezekiel y Raven, siguieron a Balduin y Berenice por el túnel, y a duras penas consiguieron llegar al otro lado, donde el paladín se encontró con una gran sala llena de huesos. Nada más salir, Balduin se encontró atrapado en el interior de un esqueleto gigante que atacó a Berenice con un hacha. La Elfa y Kenzi atacaron al esqueleto, dañándole pero alcanzando también al prisionero Balduin, que finalmente, se liberó utilizando sus habilidades de paladín. Berenice, Kenzi y Ailyn acabaron con el esqueleto gigante, y encontraron unas escaleras que ascendían a otro nivel de sótanos, aunque dejaron atrás varias puertas sin explorar tras las que Raven percibía una poderosa magia. 

En el piso superior, encontraron un pequeño distribuidor. Kenzi y Ezekiel dieron con una gigantesca sala llena de zombis, al menos medio millar de ellos, que se volvieron hacia ellos de forma simultánea, pero sin hacer ningún movimiento amenazador más, aunque eso bastó para provocar un intenso miedo en Ezekiel, aunque se limitaron a cerrar la puerta tras ellos. Por otro lado, Raven se infiltró en la puerta sur, dando con unas celdas en las que un grupo de zombies armados mantenían a una treintena de prisioneros. Los aventureros se ocuparon de los zombies guardianes sin demasiadas dificultades, y liberaron a los prisioneros, encontrándose con un problema a la hora de decidir qué hacían con ellos. Finalmente, y al ver que sus compañeros parecían eludir responsabilidad alguna sobre los débiles prisioneros de Azalin, Berenice decidió quedarse con ellos, custodiándolos mientras el resto de los aventureros buscaba una salida del Castillo Avernus. Aunque habían defendido dejar a los prisioneros a su libre albedrío a instancias de Ailyn, Balduin convenció a los diez que habían decidido seguirles para que permanecieran en la celda, prometiéndoles volver después a buscarles, dejando a Berenice ser la barrera entre ellos y los peligros que pudieran aparecer en el Castillo Avernus. 

Siguiendo a Raven, llegaron a la primera planta del castillo, a nivel de suelo, encontrándose en una galería donde Azalin había reunido retratos de los señores de Ravenloft. Desde la galería pudieron acceder a las puertas de salida del castillo, situadas en dos patios, pero se dieron cuenta de que estaban vigiladas. Balduin utilizó sus babuchas de escalada para observar el exterior y el abismo al que se abría el castillo, y Raven voló convertida en cuervo para escrutar las torres, estando a punto de morir al escuchar el eco del grito de un Banshee, que pensaron que quizá pudiera custodiar la filacteria donde se encontraría el alma de Azalin, por lo que ellos podían saber de los liches. Pero sin haber aun digerido lo ocurrido, Ailyn tuvo un sobrecogedor encuentro con un inesperado, desconocido y al mismo tiempo familiar personaje... el fantasma del vistani Hyskosa, que había muerto en las entrañas del Castillo Avernus. Hyskosa les repitió sus antiguas profecías, las seis rimas que anunciaban el fin del mundo tal y como él lo podía contemplar, y que en su día, Balduin, Ailyn, Clavis, Lady Sombra y Koiel descubrieran en la demente dinastía de los Tarascon, en Souragne. 

La luz del sol brillará sobre los muertos, rezumará y caerá volviendo rojos los restos.

El hijo de los soles ha de alzarse siete veces para hacer que el humilde, por toda la eternidad solloce.

El la casa de Daegon el gran brujo nació, de la vida, la no vida, de los no vivos se burló.

El niño sin vida de la inflexible madre habla. Presagia un tiempo, una noche, en la que la oscuridad se desata. 

Los sin cuerpo viajarán al tiempo de antaño, donde felicidad y odio crean leyendas de año en año.

Inajira sus fortunas invertirá, y todo lo que vive horriblemente maldecirá.

Con sus últimos alientos de existencia, además de recordarles las profecías (que parecían haber vivido por completo... la destrucción del los muertos al servicio de los Tarascon en Souragne, el despertar de Ankhepot en Har-Akir, el intento de resurrección de Daglan Daegon a través de su descendiente, la aparición del espectro de Charlotte, y su propio viaje al pasado), Hyskosa les reveló que Azalin podía perseguirles y destruirles a no ser que ellos consiguieran su filacteria, indicándoles que se la llevaran al Sagrario de Nevuchar, donde podrían destruirla al amanecer del tercer día...