No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

domingo, 17 de abril de 2016

REINOS OLVIDADOS: LA RUPTURA DE LA URDIMBRE (VII)/RAVENLOFT: LA NAVE DEL HORROR (I)

Después de acabar con los guardianes del Corredor del Crepúsculo, decidieron explorar las salas secretas que Clavis había encontrado tras una estatua, y que les llevó a la base de la torre del Refugio Perdido, donde se enfrentaron a una pareja de Shadar Kai y un can del infierno antes de poder acceder a la escalera que conducía al nivel superior. Mientras Ailyn y Balduin custodiaban los accesos, Ronna, Clavis, Bastian y Berenice accedieron al nivel superior de la torre, descubriendo que allí estaban los últimos supervivientes de la tribu del Colmillo Afilado. En la oscuridad de la sala, Ronna fue atacada por una especie de gran cocodrilo, que parecía custodiar a los hombres lagarto, La criatura reptiliana alcanzó a Ronna y Clavis, aunque finalmente entre ellos y Berenice consiguieron acabar con ella, que cayó muerta bajo la cimitarra del sacerdote de Lathander. Con su guardián muerto, los aventureros liberaron a los Hombres Lagarto, prisioneros de los Esclavistas de Shar, que les contaron que el resto de los suyos habían muerto como alimento de la criatura cocodrilo o habían sido enviados a un lugar llamado "El Monasterio", a través de un portal. Con los Hombres Lagarto libres y de vuelta a su hogar, los aventureros decidieron finalmente cruzar el portal oscuro y ver qué había al otro lado. 

Con Berenice como cabeza de puente, Clavis, Bastian y Ronna cruzaron el portal, mientras Ailyn y Balduin custodiaban el refugio. Al otro lado, los aventureros descubrieron una sombría réplica del Refugio Perdido, en un plano sin luz en el que los objetos parecían brillar de una forma extraña y las sombras se arremolinaban por doquier. Sin duda, aquello era el Plano de las Sombras, el dominio de Shar, diosa de la Oscuridad. Explorando el exterior de la fortaleza, Berenice descubrió que se encontraban en una especia de isla rodeada por un río oscuro, con algunas linternas colgadas en los árboles, señalando un camino que conducía a un embarcadero, donde había un barco, el Necreme, con cuatro remeros esqueletos orcos, dirigidos por un Shadar-Kai. Después de reconocer su entorno en sigilo, Berenice regresó a Refugio Sombrío. Allí, mientras, Clavis había localizado una potente fuente de mal, y los aventureros duraban entre seguir el camino de luz hacia el embarcadero o explorar ese lado del Refugio, en el plano de las sombras. Finalmente, optaron por esta última idea, y rehicieron el camino que les había llevado a la torre en el otro lado del portal, accediendo así a la cámara de torturas del carcelero del Refugio, una criatura de las sombras llamada Yegherro, una especie de criatura lupina con seis brazos y cuyos dientes chorreaban veneno. Y allí, ante los ojos atónitos de sus compañeros, Clavis sufrió un ataque mortal por parte de Yegherro. Las garras de la criatura consiguieron penetrar en la armadura del sacerdote de Lathander, despedazándole y hundiendo sus colmillos en su cuello, quitándole la vida. Enfurecidos, Berenice y Ronna se lanzaron sobre Yegherro, y finalmente las flechas de la Elfa acabaron con la malvada criatura.  Perplejos y rotos por lo que había ocurrido, tomaron los restos de Clavis, y cruzaron de nuevo el portal, donde fueron recibidos por Balduin y Ailyn. Allí, mientras fuera amanecía, la luz de Lathander brilló sobre Clavis, al ser su alma reclamada por el dios al que había servido. Junto al Refugio Perdido de Cormyr, prepararon la pira funeraria de Clavis, dejando su medallón en una de las estatuas de la sala del portal, y decidiendo adentrarse de nuevo en el Plano de las Sombras. Al cruzar el portal, entre los mundos, Bastian tuvo una visión de su aliado recién fallecido, convertido en un avatar de Lathander, en el plano de Elíseo en el que este moraba, indicándole que pronto deberian tomar una difícil decisión y que aún no habían concluido su misión en Ravenloft, el semiplano del Pavor....




De nuevo en el Plano de las Sombras, decidieron terminar de explorar la fortaleza, ascendiendo hasta lo que debía haber sido en algún momento un observatorio. Allí, después de hacer frente a dos elementales sombríos, descubrieron que en el exterior, el camino de luz que llevaba al embarcadero continuaba por el propio río, perdiéndose en la distancia y en una gran masa de agua pantanosa. Finalmente, se dirigieron hacia el embarcadero, y aunque planeaban asaltar el Necreme sigilosamente, el ruido de Ronna reveló su presencia, aunque los certeros disparos de Berenice y el ataque mágico de Bastian fueron tan rápidos que el Shadar-Kai no pudo hacer nada, muriendo antes de poder reaccionar. Mientras Bastian se hacía con el medallón de poder mágico que controlaba a los remeros no muertos, Berenice descubría que la barca era un transportador, y que había un superviviente en el fondo de la nave. El hombre se presentó como Kenzi, y era uno de los desaparecidos en Whelun, una de las víctimas de los Sharistas. Kenzi y Berenice tuvieron la extraña sensación de escuchar el ruido de un puerto, incluso gritos que decían "El Resistencia va a zarpar", aunque estaban lejos de cualquier mar que pudieran conocer.  Aprovechando el tiempo para curarse y conocer algo más a su nuevo compañero, comenzaron a seguir el camino de luces, con los remeros muertos impulsando el Necreme... cuando las Brumas surgieron y les rodearon. Sorprendido, Kenzi vio a sus nuevos compañeros prepararse para hacer frente a algo, y cuando las brumas desaparecieron, se encontraban de vuelta en Ravenloft, en una ciudad que Ronna y Bastian ya conocían: Port d´Elhour, en la isla de Souragne. 

Mientras recorrían la ciudad para comprar pociones y vender sus tesoros, explicaron a Kenzi lo que era Ravenloft y lo que hacían allí, así como las profecías de Hyskosa, y mientras, Ronna llamó la atención de una mendiga que le leyó la buenaventura y le indicó que su camino continuaba en el Resistencia. Soprendidos por la coincidencia, buscaron el Resistencia en el puerto, descubriendo que se trataba de un barco que partiría al día siguiente. Garvyn, el capitán del Resistencia, les aceptó como marineros, ya que en ese viaje no llevaban pasajeros, y al anochecer, estaban embarcados y preparados para partir hacia Valachan. Mientras trataban de adaptarse al barco, Bastian tuvo una extraña visión: una mujer vistani atrapada en una celda que le decía "para triunfar, primero debéis morir, esperad al Jinete sin Cabeza..." Justo antes de que al ver unos cascos de caballo y el destello de una guadaña, Bastian despertara... 

domingo, 3 de abril de 2016

REINOS OLVIDADOS: LA RUPTURA DE LA URDIMBRE (VI)

Mientras en el interior del portón del Refugio Perdido Ronna hacía frente a los guardias a los que Berenice había desarmado, fuera el resto de sus compañeros tenía que hacer frente a los que parecían ser los guardianes del lugar. Así, en el patio central, un grupo de Hombres Lagarto Muertos Vivientes hacía su aparición desde el interior de la fortaleza, para hacer frente a Balduin y Bastian, mientras Berenice y Clavis se situaban tras una alta zona de helechos y matorrales. Pero los Hombres Lagarto no estaban solos, su líder, una sacerdotisa de Shar, la "Tejestrellas" Bestra, no tardó en aparecer, enzarzándose en combate personal con Balduin, mientras su seguidores, unas extrañas criaturas sombrías llamadas los Shadar-Kai, armados con cadenas danzarinas que atacaban a sus víctimas. Después de acabar con los guardianes, Ronna se unió a sus compañeros, mientras Bestra convocaba a un grifo para atacar a los aventureros, al que Berenice mató, dejando a Bestra en una situación comprometida, de nuevo enfrentada a Balduin. Los Shadar-Kai fueron cayendo, y finalmente, un hechizo de Clavis consiguió acabar con la Tejestrellas Bestra, de modo que, tras explorar el patio exterior, decidieron adentrarse en la fortaleza por la misma puerta por la que habían aparecido Bestra y los lagartos muertos vivientes. 



En el interior, se encontraron con un edificio que comenzaba a estar ruinoso, con diferentes lugares destruidos, y finalmente, encontraron lo que parecía ser el corazón del edificio, una sala en cuyo centro, pleno de oscuridad, orbitaba un gigantesco orbe del que brotaban zarcillos de oscuridad. Allí, mientras trataban de mantener el equilibrio entre el ruinoso suelo, fueron emboscados por un grupo de Shadar-Kai y sus dos líderes, el Señor de la Estirpe Zhieraven y su aliada, la medio dragona Kerthanna. El aliento ácido de Kerthanna les recibió, mientras las flechas ardientes y la magia del Señor de la Estirpe les ponían en aprietos, ayudados por los múltiples ataques de los Shadar-Kai. Con Balduin tratando de proteger a sus compañeros, y Bastian perdiendo hechizos por la ruptura de la Urdimbre provocada por Zhieraven, Ronna consiguió acabar con los Shadar-Kai, y Berenice terminó matando a la mujer dragón, antes de poder dedicarse a Zhieraven, el más peligroso de los adversarios a los que se habían enfrentado hasta ese momento. 

Clavis y Balduin consiguieron rebasar los zarcillos de oscuridad del orbe negro, enzarzándoe en combate personal con Zhieraven, mientras Ronna quedaba atrapada en los zarcillos de oscuridad, y Berenice trataba de mermarle con sus ataques a distancia. Tanto el paladín como el sacerdote quedaron malheridos, y finalmente, sería el hechizo de esfera flamígera de Bastian la que acabaría con el señor de los Shadar-Kai. Después de que este muriera, Ronna se liberó de la oscuridad, mientras Bastian y Clavis se recuperaban, y Berenice descubría una carta en las ropas de Zhieraven, remitida por una tal Esvele Torregrís en la que le conminaba a establecerse en el Gran Pantano junto a su estirpe en nombre de Shar, Diosa de la Oscuridad. Explorando la sala, Clavis encontró una puerta secreta tras una estatua, accediendo a un pequeño altar dedicado a Shar, y en el que también había una carta, dirigida a un tal Despero por Esvele Torregrís. Esvele incitaba a Despero a establecerse al otro lado de algo llamado El Corredor del Crepúsculo, cuyo acceso estaba en Refugio Perdido y que permitía el acceso a una fortaleza idéntica a esta pero situada en el plano de las sombras...

PAISAJES DEL APOCALIPSIS

Si hay una editorial que se ha hecho con el primer puesto del mercado español en lo que a relatos cortos de terror se refiere, esa es sin duda Valdemar, que con sus elaboradas recopilaciones y cuidadas ediciones, sorprende con cada uno de los tomos que forman sus diferentes colecciones: Gótica, Insomnia, El Club Diógenes... Y es precisamente en Gótica donde se publicó este tomo, una imperecedera colección de relatos que se describe a sí misma con su propio título.



               Y es que Paisajes del Apocalipsis es precisamente eso, una colección de miradas al futuro, o mejor dicho, a un puñado de posibles futuros, todos ellos distópicos, algunos de ellos con un toque de humor, algunos de ellos aterradores, y todos con la punzada de inquietud que trae el "podría ser" que, cada uno en su propio estilo, han compuesto los diferentes autores de cada una de las veintiuna historias que forman este mosaico de lo increíble, lo terrible, o lo posible.

               Lo que el editor John Joseph Adams reunió en la versión original de esta recopilación, fue una muestra del trabajo de los mejores autores contemporáneos del género de la Ciencia-Ficción, voces reconocidas de lo que se ha venido a llamar Ficción Especulativa, maestros de la novela y el relato corto, que nos traen aquí sus personalísimas visiones de los que nos puede traer un mañana más o menos cercanos. Así, George R.R. Martin (Canción de Hielo y Fuego, Muerte de la Luz, El Viaje de Tuf), nos trae en Oscuros, oscuros eran los túneles, una historia de descubrimiento mutuo donde la humanidad se ha separado en dos ramas tan distintas que no se recuerdan la una a la otra, unos aislados en sus colonias lunares, y otros condenados a la vida bajo tierra. Orson Scott Card (El Juego de Ender, Pathfinder, Maestro Cantor) nos muestra un mundo oxidado donde la civilización se basa en el aprovechamiento de lo que se quedó atrás en la historia Chatarra. Olivia E. Butler (Xenogénesis), escribe sobre un mundo en continuo silencio, donde una enfermedad ha hecho que los humanos pierdan prácticamente su posibilidad de expresión verbal en El Sonido de las Palabras; y así, hasta veintiún relatos, cada uno con una nueva sorpresa o una angustiante perspectiva.

               Mención aparte merecen dos de las historias de la recopilación, que no puedo menos que recomendar encarecidamente a cualquier lector. La primera es la aportación de Cory Doctorow (Tocando fondo en el Reino Mágico), el autor canadiense que nos trae Cuando los Admindesis gobernaban la Tierra, una espectacular historia en la que los únicos supervivientes del Apocalipsis son un grupo de empleados de diferentes empresas, administradores de sistemas todos ellos. Y aún mejor si cabe es Inercia, de Nancy Kress (Mendigos en España), con el personaje más encantador de todo el libro, en una historia en la que podemos ver como la civilización resiste dentro de unos guetos donde se aísla a los enfermos, mientras en el resto del mundo se desploma.


               Un libro capaz, sin duda, de hacernos mirar hacia el mañana y sentir un pequeño escalofrío... o varios.