No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

jueves, 31 de enero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 11

Después de acabar con Yesca, los aventureros recorrieron de vuelta el túnel que habían despejado bajo tierra el camino hasta la Forja de Hrakhamar, donde se reunieron de vuelta con los enanos y les entregaron la cabeza de la dragona, demostrando así que habían liberado la Mina Wyrmheart. Siguiendo las instrucciones de Sitti Vinecutter, se adentraron de nuevo en la selva en busca de los restos del navío volador del que habían oído rumores, y en el camino sufrieron el ataque de un grupo de atrapahombres, gigantescas plantas carnívoras que consiguieron atrapar por sorpresa a Leodithas y hechizar con su polen a Joehr, pero Kellek consiguió liberarles a ambos, y decidieron alejarse de las plantas. Finalmente llegaron a los restos del Diosa Estelar un barco volador halruaano del que habían tenido alguna noticia en Puerto Nyanzaru y que al parecer se había estrellado en la selva, partiéndose en tres pedazos. Los aventureros recibieron llamadas de ayuda desde los restos del barco, y se apresuraron a acercarse, encontrándose con que varios ghouls estaban merodeando por la zona, quizá esperando a que los supervivientes del "naufragio" desfallecieran. Kellek utilizó su poder sagrado para expulsar a muchos de los no muertos de la zona, y Joehr y Leodithas se encargaron de los que quedaban, antes de comenzar a trepar a los árboles para poder examinar los restos del barco y ayudar a sus tripulantes. 



Pero mientras Kellek bajaba de nuevo del barco con dos de los supervivientes, tres girallones zombis (un tipo de grandes gorilas de cuatro brazos) cayeron sobre los restos del Reina Estelar, enzarzándose dos de ellos con Joehr y Leodithas mientras el tercero llegaba a otro de los trozos del barco, arrojando a los supervivientes por la borda a una muerte cierta. Joehr y Leodithas consiguieron acabar con uno de ellos y arrojar al otro a la jungla, pero mientras trataban de alcanzar al otro trozo del barco, Joehr se precipitó también al vacío. Abajo, Kellek y un malherido Joehr acabaron con el segundo de los girallones mientras Leodithas hacía frente al tercero, que ya había matado a dos de los supervivientes. Los aventureros acabaron finalmente con el monstruo, salvando así al resto de náufragos (dos más) y haciéndose cargo de ayudarles. Tras un debate, ya que Joehr quería volver a Fuerte Beluarian a través de la selva, mientras que Kellek defendía regresar a Hrakhamar y desde allí volver al fuerte en barco, un camino más rápido y más seguro para los supervivientes del Reina Estelar. Finalmente se impuso la idea de Kellek, y consiguieron un barco en la Forja con el que dirigirse hacia el norte.

Alcanzaron Fuerte Beluarian en dos días, donde pudieron dejar a salvo a los halruaanos, pagando además al fuerte su diezmo del tesoro que habían obtenido en sus exploraciones. Desde allí, regresaron a Puerto Nyanzaru, donde se aprovisionaron para su viaje hacia Nangalore, donde según la sacerdotisa Asharra, encontrarían la Orquídea Negra que les permitiría realizar el Ritual de los Siete Vientos. Después de armarse y aprovisionarse, se dirigieron hacia Kir Sabal siguiendo las rutas que ya conocían, para desde las cercanías del Santuario de Ubtao, dirigirse hacia el sur. En el camino atravesaron un extraño desierto de cenizas con una torre destruida donde hicieron frente a varios esqueletos, y después de volver a la jungla, escaparon de unas enredaderas asesinas antes de encontrar su objetivo: los jardines perdidos de Nangalore. 

miércoles, 30 de enero de 2019

EL ARCO DEL SEGADOR 1: SIEGA

Siega (El arco de la guadaña, #1)Siega by Neal Shusterman
My rating: 4 of 5 stars

Que curioso ha sido leer este libro. Ha llegado a mis manos por recomendación, y cuando empecé a leerlo me resultó un poco bluff. A ver, la premisa está chula: el hombre ha conquistado la muerte, el mundo está regido por una Inteligencia Artificial benigna a la que llaman El Nimbo... y para mantener el equilibrio se ha creado una alianza llamada "La Guadaña", formada por hombres y mujeres elegidos para llevar la muerte a los otros, una especie de orden de caballeros que tienen que "cribar" a la humanidad para mantenerla dentro de unos ratios de población razonables. Y en este mundo, dos jóvenes, Citra y Rowan, se van a convertir en aprendices de Segador para pasar a formar parte de la Guadaña.

Y como podéis imaginar con los dos adolescentes de por medio, la novela tiene bastante carga de novela joven, y al principio se me hizo bastante... endeble. Y es que el mundo que se desarrolla ante esta premisa es un poco descafeinado (de ahí que no tenga cinco estrellas la novela, me guardo la quinta). Hemos conquistado a la muerte, pero los institutos siguen siendo como los de cualquier serie juvenil desde los años 90, como si a lo máximo que la humanidad pudiera esperar fuera a lo que ya conocemos. Pero en fin... El caso es que según he avanzado la novela, me he encontrado cada vez más enganchado a la historia. Pero mucho. Esa sensación descafeinada se me ha ido pasando mientras iba acostumbrándome a Citra, Rowan, Faraday, Curie e incluso Goddard (menudo capullo).

Así que nada, una novela que ha sido una gran sorpresa, que no estaba en mi listado de pendientes y de la que me he llevado una muy muy muy buena impresión.

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jueves, 24 de enero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 10

Los aventureros permanecieron algunos días en Puerto Nyanzaru para recuperarse y comprar nuevas provisiones, para luego partir hacia Fuerte Beluarian, donde guiados por el enano albino Musharib, compraron un pasaje en un barco que les llevaría hasta la costa oeste de Chult, hacia la Forja de Hrakhamar. Allí, los aventureros conocieron a Shitti Vinecutter, la líder de los enanos exiliados de Hrakhamar, que les agradeció su ayuda y pactó con ellos la recompensa que podían conseguir si liberaban la forja de las salamandras flamígeras que se la habían robado, y además de lo que consiguieran dentro, les daría el paradero de un barco volador estrellado en las cercanías. Los aventureros se adentraron en las profundidades de Hrakhamar, descubriendo que la forja se había construido sobre una gran brecha de magma que los enanos habían utilizado para fundir el metal. Después de hacer frente a unos mefits de humo que acechaban en unas cavernas apartadas, se dirigieron a la zona central de la forja, cruzando pesados puentes y haciendo frente a varias salamandras guerreras hasta descubrir el corazón de la forja que las salamandras apenas sabían utilizar, con trabajos mucho más toscos que los que los enanos habían realizado en aquel mismo lugar. Con la ayuda del druida Mappo, los aventureros consiguieron acabar con relativa rapidez con la mayor parte de las salamandras, y finalmente, consiguieron encontrar la puerta que parecía llevar al salón del tesoro de Hrakhamar. Utilizando un viejo libro hueco donde estaban los moldes de las llaves de la puerta, el dracónido Joehr consiguió forjar dos llaves utilizando los útiles de la forja de los enanos, y así, accedieron a la sala del tesoro, consiguiendo armas, armaduras, lingotes de adamantina y recuperando el sagrado Guantelete de Moradin, una reliquia que pertenecía a los enanos. 

Con el guantelete ya en su poder, terminaron de liberar la forja, acabando con las salamandras brujas seguidoras del dios ígneo Ixim, cuya estatua Leodithas arrojó al magma (no sin antes estar a punto de precipitarse él hacia un ardiente final mientras trataba de cruzar una de las cadenas que pendían sobre el magma). Con Hrakhamar de nuevo en manos de los enanos de Shitti Vinecutter, los enanos informaron a los aventureros de la ubicación del barco volador estrellado, y les indicaron además que en el interior de la Forja había un túnel que conducía directamente hacia la Mina Wyrmheart, donde la dragona Yesca se había asentado, expulsando también a los enanos de allí. Tras debatirlo, finalmente Kellek dirigió la balanza hacia enviar una expedición a través de los túneles. Joehr, Leodithas, Jade y él mismo se dirigirían a la Mina Wyrmheart a través de los túneles subterráneos, y Turión, Tyrael y Mappo lo harían por el exterior, a través de las montañas. 



Kellek, Joehr, Leodithas y Jade utilizaron una vagoneta para avanzar más rápido por el túnel que unía ambas construcciones enanas, y en el camino tuvieron que hacer frente a un carroñero y a arañas gigantes, hasta que cerca ya de la Mina tuvieron que hacer frente al asalto de un grupo de kobolds constructores que estaban reparando los railes de las vagonetas y que parecían tener arañas gigantes como mascotas. A fuerza de puro número, los kobolds y las arañas pusieron a los aventureros en serio peligro, y de hecho, Kellek resultó gravemente herido y tuvo que ser sanado por Leodithas mientras Joerh contenía a las arañas, que consideraba más peligrosas. Finalmente consiguieron rechazar a los kobolds y acabar con ellos, para luego hacer un pequeño descanso y recuperarse antes de explorar la mina... pero el destino o la suerte quisieron que sus pasos les llevaran directamente hacia el refugio de Yesca, que quemó con su aliento a Leodithas, Jade y Joehr, dejándoles heridos, y solo Kellek consiguió escapar del fuego de la dragona antes de que los aventureros se lanzaran sobre ella. Tanto Joehr como Leodithas utilizaron los dones obtenidos de Saja N'bazi, y junto a Jade se enfrentaron a Yesca, mientras Kellek se ocupaba de que sanar lo más rápido posible sus heridas antes de que acabaran con ellos. Yesca consiguió causar heridas serias a Leodithas, pero finalmente, los aventureros consiguieron acabar con el dragón y hacerse con su tesoro...