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jueves, 21 de febrero de 2019

LA TUMBA DE LA ANIQUILACIÓN 14

De inmediato los aventureros se lanzaron escaleras abajo tras el kobold al que habían visto, encontrándose con que las escaleras que descendían estaban bloqueadas con un montón de muebles, con solo un pequeño resquicio por al descubierto por el cual se había deslizado la criatura. Joehr y Leodithas forzaron los muebles, arrojándolos escaleras abajo, y todos descendieron hasta el final de estas, donde encontraron unos antiguos almacenes, convertidos en el refugio de un grupo de kobolds dirigidos por un hechicero kobold llamado Kokorol... que afirmaba ser un dragón y que les exigió que se arrodillaran ante él. Sorprendidos y decididos a averiguar qué estaba pasando allí, Los aventureros fingieron ser seguidores del kobold, entregándole incluso el medallón en forma de dragón que habían obtenido en la guarida de Yesca, en la Forja Wyrmheart. Hablando con Kokorol averiguaron que la guardia de los Yuan-Ti de Ras Nsi estaba en el llamado Fano de la Serpiente Nocturna, una estructura amurallada situada en la zona oriental de la ciudad, y que al norte de Omu se encontraba la llamada Tumba de los Nueve Dioses, cuyas llaves estaban escondidas en los santuarios de los Nueve Dioses en Omu. Y que un archiliche llamado Acererak era quien gobernaba realmente todo lo que ocurría en Omu, y sería Acererak quien convertiría a Kokorol en dragón para premiarle por su buen servicio. 

Tras averiguar del kobold todo lo que pudieron, los aventureros liderador por Kerek se marcharon del mercado, dirigiéndose hacia el sur por una gran avenida, en la cual encontraron casi de rebote un nuevo templo, dedicado esta vez a un dios de forma simiesca llamado Wongo. El santuario tenía cinco pasillos de acceso, de modo que los aventureros se distribuyeron uno por cada uno de ellos. Leodithas, que recorrió el camino del centro dio con una  cámara en la cual había una estatua de un suracate, un mono de aspecto violento, con las manos y los pies ahuecadas a modo de cuencos, y en las paredes aparecían cuatro máscaras: un león, un buitre, un jabalí y una cebra. Cada uno de los compañeros que recorrieron los pasillos se encontraron con que los corredores acababan en una serie de inscripciones en omuense antiguo, y unas aberturas que se correspondían con los ojos de las máscaras, además de que cada uno de ellos podía ver un rayo de luz distinto caer sobre una de las extremidades de la estatua de Wongo. Después de que Kellek tradujera las inscripciones, averiguaron que se trataba de un acertijo que señalaba en qué cuenco debían verter agua para conseguir el favor de Wongo. Tras darle varias vueltas, Leodithas planteó una posible resolución, y Kellek trepó a la estatua, siguiendo sus instrucciones y volcando agua en una de las extremidades... descubriendo que habían tomado la decisión correcta. El cubo apareció sobre la cabeza de Wongo, pero Kellek escuchó una voz que decía "Cógela ahora y maldice a tus compañeros o lucha con mis hijos". Kellek avisó a sus compañeros, ya que decidió luchar, y se encontraron enfrentado a cuatro suricates que se teleportaron al interior de la sala mientras cinco rastrillos cerraban las salidas. Aunque uno de ellos consiguió herir a Joerh con un ataque psíquico, los suracatas no resultaron ser rival para los aventureros, que acabaron con ellos enseguida, consiguiendo así el segundo cubo de los Nueve Dioses Embaucadores. Después de asegurarse de que podrían levantar los rastrillos, decidieron pasar la noche en el Santuario de Wongo, aunque tuvieron un encontronazo nocturno con un trío de tarántulas gigantes que consiguieron envenenar a Turión en su guardia, impidiendo que avisara a sus compañeros, aunque Joehr despertó cuando fue atacado por una de ellas, y sí pudo reaccionar, de modo que acabaron con las tarántulas.



A la mañana siguiente continuaron buscando los Santuarios, encontrando un carro abandonado en un patio, donde Kellek pudo leer una inscripción en omuense y común que hablaba de como la Reina Napaka de Omu declaraba la ciudad bajo la protección de los nuevos dioses que habían ocupado el lugar de Ubtao. Además, allí encontraron también un chwinga que pareció sentirse especialmente cómodo entre las barbas del guerrero enano, entre las que se desvaneció.  Algunas horas más tarde, encontraron un nuevo templo, esta vez dedicado a un almiraj llamado I'jin. Accedieron al interior del templo, que resultó ser de los más tranquilos que habían visto, evitando las primeras trampas siguiendo las instrucciones de Leodithas sobre unas baldosas marcadas, y luego consiguiendo cruzar un laberinto sin problemas para acceder a la sala donde encontraron el tercer cubo, dedicado a la diosa almiraj I'jin. 

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