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Aquí empieza todo...
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Tras el pseudónimo de James S.A Corey, se encuentran dos escritores, Daniel Abraham y Ty Franck, autores del que ha sido uno de los fenómenos literarios de la ciencia ficción de la década de 2010. Y es que estos dos autores, que venían de colaborar con George R.R Martin en su Canción de Hielo y Fuego, han escrito las nueve novelas que forman la saga llamada globalmente
The Expanse, nombre que se dio a la serie televisiva que adaptó varios de estos libros (hasta su cancelación en la quinta temporada), y que está disponible cuando escribo esto en Amazon Prime. Aunque comencé a leer estos libros hace varios años, por las cosas de la vida lo dejé en el quinto libro... y hace relativamente poco he vuelto a leer las novelas desde la primera, y las he metido en mi programación de libros (sí, ya he tenido que hacerme una programación de libros) hasta la novena, para leerme las nueve novelas. Así que en este post de hoy, voy a hablar de las cuatro primeras, aunque sea de una forma un poco somera, y cuando vaya leyendo las siguientes, iré hablando de ellas de una en una. Así que... allá vamos.
La primera de las novelas, el primer cañonazo, por así decirlo, es El Despertar del Leviatán, en la que se nos presenta todo el mundo que a partir de aquí se va a desarrollar. Nos encontramos en algún momento de un futuro lo suficientemente cercano como para resultar familiar, y lo suficientemente lejano como para que la humanidad se haya lanzado al espacio y haya establecido colonias en la Luna, Marte y el Cinturón de Asteroides. Desde el principio vemos que hay diferencias políticas entre los bandos: la Tierra y la Luna están unidas bajo el control de las Naciones Unidas, Marte funciona como una república de corte militar, y el Cinturón de Asteroides... bueno, funciona poco más o menos como los bajos fondos del Sistema Solar. Y aquí vamos a conocer a los dos protagonistas de esta primera novela, el detective Joseph Miller, afincado en Eros; y un terrestre, James Holden, que trabaja en una nave que recoge hielo en el Cinturón, la Canterbury. Y mientras que a Miller se le encomienda la búsqueda de una mujer desaparecida, una terrestre llamada Julie Mao, al más puro estilo de novela negra detectivesca, Holden se va a ver metido (junto a parte de la tripulación de la Canterbury) en un conflicto militar que termina poniendo a Holden al frente de su propia nave, una nave militar marciana a la que llamarán Rocinante, y en la que le acompañarán la técnico cinturioniana Naomi Nagata, el piloto marciano Alex Kamal, y el técnico Amos Burton. Sin entran en spoilers del libro, el camino de Miller y el de Holden y su tripulación terminan cruzándose, pues la desaparición de Julie Mao y el conflicto militar que Holden denuncia ante todo el Sistema Solar, y tras todo esto, se encuentran con una forma de vida extraterrestre que denominan Protomolécula (y que resulta bastante creíble como forma de vida extraterrestre, muy lejos de hombrecitos grises o peluches cósmicos).
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Con La Guerra de Calibán, nos ponemos guerreros.
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En el segundo libro, La Guerra de Calibán, y con un Sistema Solar que ya conoce la Protomolécula (los acontecimientos del libro anterior no son precisamente discretos en su final), vamos a seguir a la Rocinante, y dejando atrás el aire de novela negra de la primera parte, nos vamos a encontrar con una historia que tiene un toque de intriga militar, como una novela de Jack Ryan pero futurista, donde vamos a ver como comienza a forjarse una guerra entre la Tierra y Marte, con un escenario de pesadilla alrededor de Júpiter, Ganímedes. En esta novela conoceremos a nuevos personajes, como la política terrestre Chrisjen Avasarala (personaje que se come la novela cada vez que aparece), la artillera marciana Roberta Draper, o el biólogo Praxidike Meng, que busca a su hija, desaparecida justo antes de la crisis de Ganímedes.
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Sin miedo a crecer.
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Y si en las anteriores novelas habíamos visto que la Protomolécula no se andaba con chiquitas, en
La Puerta de Abadón vamos a conocer la amplitud del poder de esta forma de vida, y después de los acontecimientos de
La Guerra de Calibán, más allá de la órbita de Urano parece haber aparecido una puerta a un nuevo universo... y las tres potencias del Sistema Solar parecen decididas a hacerse cada una con su control, pero no cuentan con que hay individuos libres que pueden tener sus propias ideas, y los accidentes ocurren... y por supuesto, esto lo vamos a vivir a través de una especie de "viaje de exploración", que recuerda en parte a los viajes de marineros como Colón o Elcano, en el que va a estar metida (por supuesto) la Rocinante, que no solo va a tener que hacer frente a la extraña situación de la Zona Lenta en el interior del portal entre los Universos, sino que va a tener que desafiar a un fantasma del pasado de James Holden que llega dispuesto a cobrarse venganza por sus supuestos pecados. Y así, además de incorporar a los puntos de vista de la novela los de una villana, Melva Koh (nombre falso), tendremos a una teóloga, la doctora Ana Volovodov, con lo que el factor religioso entra a formar parte de las implicaciones de la existencia de la Protomolécula y de otros universos. Y los autores abordan otro tipo de novela, la de grandes catástrofes.
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Aquí acabamos, de momento.
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Y bueno, llegamos al final, de momento. En este cuarto libro, comienza al colonización de los mundos más allá de los portales creados por la Protomolécula, y cuando estallan los conflictos en el primero de los planetas colonizados en un nuevo universo entre los primeros colonos cinturonianos y una empresa terrícola que ha obtenido de la ONU el permiso para investigar y explotar este lugar, terrícolas y cinturonianos acuerdan que James Holden es el mediador perfecto, lo que lleva a la Rocinante a ese nuevo universo, y a ese nuevo mundo... que puede ser una gigantesca trampa para todos... pero donde vemos que, como es habitual, quizá el mayor peligro para el ser humano sea otro humano... bueno, en el caso de la Protomolécula, igual esto es mucho decir. Retomando a personajes de otras novelas, como Basia Merton (amigo de Prax en La Guerra de Calibán), o Havelock (compañero de Miller en Eros en El Despertar del Leviatán), además de algunos nuevos (la doctora Elvi Okoye), pero sobre todo, uno de los villanos más absolutamente desquiciantes y despreciables que habían aparecido hasta este momento, el jefe de seguridad de Empresas Carta Real, Adolphus Murtry.
En fin, la Ciencia Ficción nunca ha sido lo mío, no es el terreno en el que más cómodo me siento... pero con cada uno de los libros de The Expanse he disfrutado a lo loco. Además de la ágil forma de escribir de James S.A Corey, con capítulos que tardas en leer entre10 y 15 minutos, y la interesante estructura de puntos de vista, tomada sin duda de su tiempo junto a Martin en Canción de Hielo y Fuego, cada uno de los libros parece jugar a un juego y un estilo diferentes (novela negra, espionaje, catástrofes, aventuras...), lo que hace que, teniendo de fondo la trama de la Protomolécula, en cada una de las novelas encontremos cosas distintas, personajes distintos, acción, aventuras, tensión, misterios...
Una gozada de novelas, de verdad.
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