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Ilmar, un sitio peculiar. |
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Ilmar, un sitio peculiar. |
Creo que no engaño a nadie (ni
sorprendo a nadie) al decir que, sin duda, Superman, de James Gunn, y
con David Corenswet en el papel de protagonista, era la película más esperada
de 2025, y una vez estrenada, está siendo una de las películas más comentadas,
para bien y para mal, de lo que llevamos de año, y de hecho, dudo mucho que la
también recién estrenada Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos, llegue al
mismo nivel de repercusión. Y como siempre que hay un fenómeno de este tipo,
aparecen defensores y detractores, con opiniones más o menos fundamentadas
(aunque creo que en estos casos tampoco hay que fundamentarse mucho, no me
gusta es una opinión legítima, sin tener que explicar por qué, porque hay
veces que no sabes por qué no te gustan las cosas, a mi me pasa con las
lentejas). Pero a mí si me ha gustado, y desde mi torre de sabiduría y en un
ejercicio de ego, pues voy a explicar por qué, por si a alguien le interesa.
Superman.
Sin subtítulos. Así ha llegado la película
los cines. Iba a ser Superman: Legacy, pero finalmente, Gunn decidió
prescindir de añadidos, y creo que ha sido un acierto. Solo Superman,
porque en un ejercicio de nostalgia revolucionaria, Gunn recupera al héroe de
la Edad de Plata, el Superman que es un icono, aquel cuyo símbolo es el segundo
más reconocido del mundo, solo por detrás de la bandera de la Cruz Roja. Frente
a exposiciones anteriores (no voy a meterle más caña a El Hombre de Acero de
Snyder, porque se desmonta sola, no necesita de ayuda), Gunn (y Corenswet) nos
traen un Superman que es, básicamente, un buen tío. Un héroe que prefiere no
matar si puede evitarlo. Un héroe que pone su foco en salvar gente y evitar
muertes, y lo hace a pesar de que el monstruo sigue en pie, porque su
foco siempre, va a ser SALVAR VIDAS. Pero es que es lo que hace Superman. Es lo
que ha hecho siempre, es por lo que se ha convertido en un icono. Es porque
Superman es el héroe confiable, el que baja el gatito del árbol, salva al perro,
salva a la ardilla, salva a los niños que quedan atrapados en la mina, salva el
autobús del colegio que cae al pantano, salva a la chica que salta de un
edificio desesperada porque su terapeuta no llega, salva al obrero que cae en
una máquina de prensado de coches. Superman va a salvarnos. Siempre. Y por
supuesto, salva la Tierra. Y se enfrenta a Lex Luthor. A Brainiac. A Bizarro. Al
Juguetero. A Metallo. A Zod. Todo lo que hace Superman, siempre, es para SALVAR
VIDAS. No es un ejercicio de ego para demostrar quien es más fuerte, él no
necesita psicofantes que vayan diciendo “oh, Superman es el mejor, Superman es
el más guay, Superman es el más cool”, porque lo que hace, no lo hace por él.
Lo hace porque sabe que alguien tiene que hacer lo que él hace.
Alguien tiene que ser bueno.
Y hoy, es aún más necesario. Porque si
cuando Superman se convirtió en el HÉROE, había muchos héroes similares. Flash
era un buen tipo, y los demás, Aquaman, Wonder Woman, etc; eran todos buenas personas,
héroes que se resistían a matar y cuya prioridad era salvar vidas. Pero hoy los
tiempos han cambiado, hoy, los buenos no están de moda. En su momento, Lobezno
fue una revolución en el mundo del cómic, porque era un outsider, era un
héroe que tenía un lado salvaje, que se movía en terrenos de gris que
resultaban incómodos para su propio equipo, que en más de una ocasión estuvieron
a punto de poner a Lobezno de patitas en la calle. Incluso algunos compañeros
(recuerdo una viñeta del Ángel, dibujado por Cockrum) dejaron el equipo para
no estar con Lobezno, porque era demasiado peligroso. En ese momento,
Lobezno era el outsider. Hoy, Lobezno es la norma. Y Superman es el rebelde.
“El resto de los héroes no lo respetan”. “Es demasiado bueno, es inocente”.
“Es tonto”
Claro. Porque hoy, hemos
transformado “bueno” en “tonto”. Porque en la sociedad que hemos creado,
creemos que “bueno” es “tonto”. Y entonces, un héroe que es intrínsecamente
bueno… vaya, es un héroe tonto. Y eso, creo, habla más de nosotros que del
personaje, y no nos deja en buen lugar.
Superman NO es tonto. No lo es, no
lo ha sido nunca, y nunca lo va a ser. Superman es UN BUEN TÍO. Superman es una
buena persona, y como es una buena persona, se puede permitir tener amigos, se
puede permitir trabajar en grupo, se puede permitir aliarse con los mejores Superhéroes
del mundo, y confiar en ellos para derrotar a un monstruo mientras él SALVA
GENTE. No necesita ser él el que dé el golpe de gracia al monstruo, porque lo
que hace, no lo hace por él, por su ego, no es el jugador de fútbol que si no le
ponen el balón en los pies para ser él el que marca el gol, se enfada con su
equipo. Ese no es Superman. Superman debería ser un modelo a imitar, y no un
bufón, y si lo ves así, no es un problema de Superman, es un problema de
nuestra sociedad, en la que ensalzamos los grises, los comportamientos turbios,
los héroes que no lo son. Superman no es un héroe atormentado (ese es Batman). Es
más, cuando Superman ha dejado de ser BUENO, no ha funcionado. O perdón, cuando
han funcionado, lo han hecho situando a Superman precisamente en el otro lado
del espectro moral. Y es que cuando Superman nunca ha conseguido mantener el
equilibrio moral. No funciona con él. En 2011, dentro del proyecto Nuevas 52
que arrasó el Universo DC, se creó un nuevo Superman, más moderno, más
hosco, más malencarado, más acorde con los tiempos… que no funcionó. A pesar de
estar en manos de nombres tan potentes de la industria del cómic como Grant
Morrison y George Pérez, no funcionó, y no fue solo por el caos editorial de
las Nuevas 52, es que la gente no conectó con ese Superman un tanto antipático.
Y de hecho, unos pocos años después, DC comenzó a echar marcha atrás, y terminó
recuperando al Superman más clásico, que había estado ese tiempo en una
dimensión alternativa (son cosas que pasan en los cómics) y que ahora regresaba
junto a Lois Lane, y con un hijo, Jon, que, con el paso del tiempo, además se
ha convertido en un icono gay del universo DC.
¿Sabéis cuándo sí funciona Superman malo?
Cuando es malo de verdad. En Injustice, por ejemplo, la serie basada en
un videojuego, y cuyo cómic comenzó como una serie limitada que vender a los
jugadores y de la que nadie esperaba nada… Pero que se convirtió en un éxito
que duró cerca de seis años (puestos a sumar cuentas, casi más que ese nuevo
Superman de las Nuevas 52), un mundo en el que después de que el Joker
mate a Lois Lane, Superman se convierte en un tirano, provocando una especie de
Guerra Civil entre los superhéroes. Y por supuesto, funciona cuando Superman NO
ES Superman. Lo tenemos con Patriota en The Boys, lo tenemos con
Omni-Man en Invencible. Ahí puedes hacer experimentos, porque esos
personajes, aunque basados en Superman, no son Superman, y no tienen que
representar lo que representa Superman.
Y Superman no es un dios.
No necesita serlo, no es SuperGod.
La película, por supuesto, no es
perfecta. No existen las películas perfectas. Y Superman no es perfecto.
Intenta serlo, pero no lo es. ¿No consigue nada? Bueno. Se entrega para salvar
a Krypto. Recupera al hijo de Metamorfo. Vence a la Ingeniera, y de forma más
expeditiva, a Bizarro/Ultraman. ¿Tiene ayuda? ¿Por qué no iba a tenerla? Superman
es un héroe de equipo. Ha inspirado a equipos enteros. Ha formado parte de la
Sociedad de la Justicia y de la Liga de la Justicia. La Legión de Superhéroes
del siglo XXXI se funda inspirada en Superman (en el Superman clásico, sería imposible
que determinados supermanes inspirasen nada a nadie). Pues claro que tiene
ayuda. Una selección curiosa, la de Mister Terrific, Metamorfo, Hawkgirl y Guy
Gardner. Pero que hacen lo que tienen que hacer, que es ponerse del lado de
Superman, porque con este Superman, sabes que ese lado es el correcto. Y si
cuentas con la ayuda de los mejores del mundo, ¿por qué diablos vas luchar tú solo? ¿Por qué vas a dejarlos fuera
del combate? ¿Por qué no vas a contar con un perro que vuela y tiene
superfuerza? Están disponibles. Lo eficaz es COLABORAR. Y es fácil ver que son
los mejores del mundo porque ninguno de ellos se deja una puñetera Caja Madre
encima de un coche para que se la lleven los Parademonios…
Se dicen más cosas, claro. Que el
guion es una copia de Superman, la película de Richard Donner y que
encarnó el mejor Superman que existirá nunca, Christopher Reeve. Bueno, yo no
lo veo así, pero puede ser. Supongo que entonces tendremos que asumir que El
Hombre de Acero fusila Superman II, ya que el argumento es el mismo,
el enfrentamiento entre Superman y los renegados kryptonianos de Zod, ¿no? Y
que a su vez, ambas fusilan ochenta y cinco años de cómics. Porque lo que no
puede ser es utilizar la ley del embudo, si Gunn ha fusilado algo, otros han
fusilado más. Y con peor criterio.
En fin, no quiero hacer esto mucho
más largo, porque creo que ya he expresado lo que quería expresar. La película
no es perfecta. Puede tener fallos. No hay nada que le guste a todo el mundo,
ni siquiera el chocolate. Puedes no entenderlo, pero es así. Pero si hay algo
que esta película ha conseguido, es traer de vuelta a Superman.
Al auténtico.
Al verdadero.
Al único.
Al héroe.
Y con él, creerás que un hombre
puede volar.
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Aquí empieza todo... |
La primera de las novelas, el primer cañonazo, por así decirlo, es El Despertar del Leviatán, en la que se nos presenta todo el mundo que a partir de aquí se va a desarrollar. Nos encontramos en algún momento de un futuro lo suficientemente cercano como para resultar familiar, y lo suficientemente lejano como para que la humanidad se haya lanzado al espacio y haya establecido colonias en la Luna, Marte y el Cinturón de Asteroides. Desde el principio vemos que hay diferencias políticas entre los bandos: la Tierra y la Luna están unidas bajo el control de las Naciones Unidas, Marte funciona como una república de corte militar, y el Cinturón de Asteroides... bueno, funciona poco más o menos como los bajos fondos del Sistema Solar. Y aquí vamos a conocer a los dos protagonistas de esta primera novela, el detective Joseph Miller, afincado en Eros; y un terrestre, James Holden, que trabaja en una nave que recoge hielo en el Cinturón, la Canterbury. Y mientras que a Miller se le encomienda la búsqueda de una mujer desaparecida, una terrestre llamada Julie Mao, al más puro estilo de novela negra detectivesca, Holden se va a ver metido (junto a parte de la tripulación de la Canterbury) en un conflicto militar que termina poniendo a Holden al frente de su propia nave, una nave militar marciana a la que llamarán Rocinante, y en la que le acompañarán la técnico cinturioniana Naomi Nagata, el piloto marciano Alex Kamal, y el técnico Amos Burton. Sin entran en spoilers del libro, el camino de Miller y el de Holden y su tripulación terminan cruzándose, pues la desaparición de Julie Mao y el conflicto militar que Holden denuncia ante todo el Sistema Solar, y tras todo esto, se encuentran con una forma de vida extraterrestre que denominan Protomolécula (y que resulta bastante creíble como forma de vida extraterrestre, muy lejos de hombrecitos grises o peluches cósmicos).
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Con La Guerra de Calibán, nos ponemos guerreros. |
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Sin miedo a crecer. |
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Aquí acabamos, de momento. |
Obra del neoyorquino Max Gladstone, Última Salida es el penúltimo proyecto que ha traído a España la editorial RedKey Books, y es un libro que llevaba demasiado tiempo en mi lista de pendientes hasta que finalmente he podido dedicarle el tiempo que necesitaba. Gladstone había adquirido cierto renombre por otro título, Así se pierde la guerra del tiempo, escrito a cuatro manos junto a la escritora Amal El-Mohtar, y que fue publicado por Insólita, aunque el que parece ser su trabajo más importante, la saga Bookburners ha sido publicada solo en parte por Planeta, en lo que parece que va a ser una de esas muchas sagas que se van a quedar sin terminar por aquí, al menos de momento.
Pero eso aquí no nos preocupa, Última Salida es una historia autoconclusiva, que podemos encajar claramente en el terreno de la fantasía urbana y el road trip, en un viaje de vértigo al corazón mágico de los Estados Unidos. La historia tiene cierto aire a lo It, con acontecimientos que se narran en dos tiempos y un grupo de amigos como protagonistas en ambos, aunque en este caso no se trata de niños, si no de universitarios, que coinciden en un momento llevados por sus intereses en los aspectos más desconcertantes de las matemáticas, y que se lanzan a la carretera llevados por un descubrimiento: la existencia de dimensiones alternativas, lo que llaman alts. Y así, el equipo formado por Sal, Zelda, Ish, Ramón y Sarah, comenzaron a viajar por las carreteras de Estados Unidos y descubrieron la presencia de una entidad malévola llamada La Putrescencia, que amenaza con devorar la realidad tal y como la conocemos.
O más bien, todas las realidades. Y en este viaje, mientras hacían frente a la Putrescencia, sufrieron una gran pérdida: Sal, la novia de Zelda y amiga del resto, desapareció en un enfrentamiento con esa Putrescencia, lo que llevó al grupo de amigos a dispersarse y romper su relación. Más o menos todos han rehecho su vida... hasta que Zelda vuelve a llamarlos, y reúne de nuevo al grupo, diez años después. Parece que sal va a volver... pero lo va a hacer como un heraldo de la Putrescencia, y dispuesta a poco menos que devorar el mundo. Con este planteamiento (potentísimo como tal y más aún con la cuidada prosa de Gladstone, aquí pasada por el traductor de la novela, Raúl García Campos, que hace una labor encomiable), Última Salida nos lanza sin reparos a un viaje a través del espacio (los Estados Unidos que conocemos... y los que no conocemos, esos alts distópicos en su mayoría) y el tiempo, pues lo ocurrido ahora y lo ocurrido diez años atrás se va revelando ante nosotros de forma alterna, a través de los hechos y los recuerdos de los personajes.
Estos están en su mayoría muy bien tratados, quizá un poco previsibles en algunos momentos (Ish, un personaje muy potente con esa cita que le caracteriza de Hay una serpiente royendo la realidad, aparece como prácticamente marcado para lo que va a hacer en el final de la novela desde que se presenta), y de hecho, los capítulos en los que se nos presentan sus vidas previas a la convocatoria de Zelda, me parecen de los más interesantes del libro, que en ese sentido quizá sí es un poco irregular, en tanto que el primer tercio, con la presentación del mundo, los personajes y parte de la historia (y el adversario, un vaquero con un sombrero blanco que pone los pelos de punta en algunos momentos), me parece bastante más interesante que el resto del libro, cuando ya se lanzan a viajar por los alts.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención es el sistema de magia que utiliza el libro (sí, es fantasía urbana, y hay magia, la que permite a los protagonistas viajar entre dimensiones y además llevar acabo sus poderes especiales, tienen un toque Patrulla-X, con sus poderes únicos cada uno de ellos, mucho más sutiles que prenderse en llamas, pero interesantes aún así), y que se basa en lo que ellos llaman espín, y que realmente es la incertidumbre sobre lo que puedes encontrarte en una ciudad o una carretera, y cuanto menos conozcas un lugar, más espín generarás, pues mayor incertidumbre habrá. Al final, normalmente no hay dragones al final de una calle de Nueva York... pero si no has estado nunca allí, ¿puedes realmente asegurarlo? Esa incertidumbre es lo que permite a los protagonistas deslizarse por los diferentes alts, algunos de los cuales tienen nombres tan llamativos y a la vez clásicos como Elsinore o la Ciudad de Cristal Verde.
En resumen, estamos ante un libro al que merece la pena dedicar el tiempo que requiere, con algunos pasajes especialmente brillantes, cuidado y que presenta un mundo (o varios) atractivo y dinámico, con una amenaza insólita y algunas escenas que obligan a contener el aliento.
Volveremos a hablar de Gladstone por aquí...
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El primer libro de la serie: En el Principio fue la Oscuridad. |
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El Profeta Guerrero, segundo libro. |
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El Pensamiento de las Mil Caras, fin de la primera trilogía. |
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The Judging Eye, la aventura continúa. |
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The White-Luck Warrior, uno de los grandes misterios. |
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The Great Ordeal, la parte más dura del viaje. |
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The Unholy Consult... ¿el final? |