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viernes, 6 de mayo de 2011

ENIGMA: THE SCREEN BEHIND THE MIRROR

En el viaje que llevamos varias semanas realizando de la mano de Enigma, hoy cruzamos una nueva barrera, simbólica y mágica al mismo tiempo. Hoy, recordamos la obra de Lewis Carrol, y como Alicia, cruzamos más allá del espejo. Hoy llega el turno del cuarto álbum de Enigma, The Screen Behind the Mirror.

The Gate.

            El primer tema arranca del silencio, y enseguida, la Voz de Enigma, esta vez Elizabeth Houghton, comienza a darnos una serie de datos cósmicos de distancia, albedo, periodo de rotación sideral… y mientras, los ya conocidos sonidos de presentación de Enigma se superponen a la voz. Ya sabemos donde estamos, sabemos donde nos dirigimos en el momento en que Elizabeth Houghton nos dice de qué planeta está hablando: el cuarto del Sistema Solar, Marte. Y entonces, todo lo cósmico se rompe cuando hace su aparición el primer sample del Carmina Burana de Carl Orff, la legendaria recopilación de los cantos de los goliardos alemanes de la Edad Media, y el más famoso de sus sonidos, O Fortuna, que se convertirá en el leit motiv del álbum. La puerta se abre, y cruzamos el espejo.

Push the Limits.

            Arrancan los tambores, la superposición de sonidos, y sobre los susurros de Elizabeth Houghton, aparece de nuevo gloriosa, la ya clásica voz de Sandra Cretú, apenas murmurando la letra de la canción. De nuevo, Enigma, como ya hiciera en otros temas anteriores nos dice que debemos avanzar, ser nosotros mismos, no atarnos a normas ni convenciones sociales, no encadenarnos con reglas. A empujar los límites. Un tema cargado de sensualidad y mística, y que sirve de preludio al que es, desde mi punto de vista, el mejor de los temas de Enigma.

Gravity of Love.

            O Fortuna, velet Luna, escuchamos de fondo, en los cantos del Carmina Burana, “Oh, Fortuna, cambiante como la luna”, y de pronto, Enigma rompe sus propias convenciones y aparece una nueva voz femenina. Ruth Anne Boyle, que nos guía como una luz en la tormenta. El sample de Carmina Burana reaparece, al tiempo que la voz de un hombre nos susurra una de las frases con más fondo de toda la trayectoria del grupo, El Camino del Exceso conduce a la Torre de la Sabiduría. En Gravity of Love, nos movemos entre el pop, la música melódica y unos potentes sonidos de percusión, un equilibrio perfecto, que convierte esta pieza en una auténtica obra de arte que se difumina con un sonido de percusión prácticamente militar.

Smell of Desire.

            Tras el final de Gravity of Love (una de las pocas canciones de Enigma que realmente tienen un final y no encadenan con el siguiente tema), arranca desde cero Smell of Desire, el Olor del Deseo, cuyo título ya explica cual es la carga de la canción. Se trata de un tema prácticamente instrumental, suave y erótico, que nos trae ciertos recuerdos del primer trabajo de Enigma, de aquel MCMXC, del que incluso recupera ciertos samples, los gregorianos inversos de Sadeness y los susurros de Sandra en Mea Culpa.

Modern Crusaders.

            Rompiendo con el resto del álbum y sobre todo con la canción anterior llega este tema, a caballo entre el pop más rockero y los sonidos tradicionales de Enigma y en el que Andru Donalds (el cantante jamaicano que llegaría a los números uno de las listas de ventas con su single Mishale) hace una espectacular presentación de su labor en Enigma, con su peculiar voz rasgada, ronca y rockera. Alzaos, uníos, somos los nuevos cruzados, tenemos el poder para enfrentar el futuro. El mensaje de la canción es claro, somos guerreros, somos luchadores, y la lucha está delante de nosotros. Carmina Burana vuelve a aparecer, de forma rompedora, y a modo de despedida, Cretú nos deja un nuevo homenaje musical, con las notas iniciales de la Tocata y Fuga de Bach.

Traces (Light and Weight)

            Con el calentón del tema anterior aún en la sangre, y con la sabiduría con la que Cretú crea sus álbumes, tras la potencia de Modern Crusaders, llega el momento del relax, de la canción más sutil de Enigma en este álbum. El sonido de un goteo y ocasionales campanas sirven de base para la canción, que forma bucles casi subconscientes, una de esas canciones que se mueven entre lo consciente y lo sutil, un puente que se desvanece entre el tema anterior y el siguiente, el que da título al disco.

The Screen Behind the Mirror.

            Regresamos a los ritmos tribales de inicio, raciales y que parecen anclados en una memoria histórica, pretérita, mientras Andru Donalds y Ruth Anne Boyle vuelven a traernos parte de la letra de Gravity of Love. Una canción de ritmo bajo, con voces que parecen venir de una distancia infinita, de más allá de las estrellas, quizá incluso de Marte, el Planeta Rojo al que nos ha llevado la Puerta, o quizá del otro lado del Espejo.

Endless Quest.

            The Screen Behind the Mirror se cruza con este tema, que la continúa de forma directa. De nuevo es un tema instrumental, con sonidos evocadores, pero eso es sólo el principio de la búsqueda que iniciamos, aunque sepamos que no tiene fin. Poco a poco hace su aparición la guitarra eléctrica, que va cobrando protagonismo, y conduce la canción hacia el caos, como si rompiera la paz de los temas anteriores, desgarrándolos, rompiéndolos, hasta que estallan, abriendo las puertas de…

Camera Obscura

            El tema más breve del disco, y a la vez, el más intenso. Desde la oscuridad, rota por la guitarra del tema anterior, nos golpea de nuevo la voz de Donalds, un sample invertido de Modern Crusaders. Camera Obscura es una auténtica inyección de energía, empujada por la guitarra eléctrica y por la reaparición, de la forma más potente del disco, del Carmina Burana, auténtico protagonista de la canción, que al acabar el sample, vuelve a precipitarse en el abismo del caos musical.

Between Mind and Heart.

            Y con elegancia, apareciendo del caos anterior, el nuevo tema de Enigma, el orden en el caos, lleno de sonidos orientales y con las evocadores voces de los dos principales creadores de Enigma de nuevo trabajando al unísono, Sandra y Michel Cretu, que aparecen entre susurros para decirnos que nos movemos entre la mente y el corazón, el motor de nuestra vida y el motor de nuestro cuerpo.

Silence Must Be Heard

            Y con este tema, acaba el disco. Ruth Anne Boyle vuelve para poner el punto final, para explicarnos por qué el silencio debe ser escuchado. Sonidos orientales, exóticos, se mezclan con bases más pop en las que se apoya la cantante. De nuevo, un tema independiente, continuado y con peso propio, que poco a poco se va desvaneciendo para concluir con el Sonido de Enigma, y volver a donde hemos empezado, a estar ante el espejo…

1 comentario:

Sebastian Castellar dijo...

Muchas gracias por tus acertados comentarios, por ilustrar de manera muy eficiente y didáctica la música que nos gusta.