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lunes, 12 de diciembre de 2011

CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO: TIEMPO DE IRA (II)

                Tras la ejecución de la pequeña Myrcella en manos de Renly Baratheon y la pérdida de Aguasdulces, que había caído en manos del Matarreyes, los personajes habían decidido dividirse.  Mientras Uther y Oweyn se unían a las fuerzas de Altojardín, dirigidas por Loras Tyrell en dirección a Septo de Piedra, Fusk y el Maestre Rhoynar partirían hacia el Valle de Arryn, y Erwyn y Percy, hacia Varamar, donde se había refugiado Robb Stark, acompañado de los supervivientes de Aguasdulces.

                El camino de Fusk, Rhoynar, Erwyn y Percy transcurría por la misma vía durante un tiempo, hacia el norte, hasta que los primeros cruzaran la Puerta de la Sangre para entrar en el Valle de Arryn y los segundos comenzasen a seguir la cuenca del Forca Azul, en dirección a Varamar. Durante el camino, Fusk habló con su reciente esposa, Rayra Bolton, exponiéndole que ya que estaban casados, le gustaría que el matrimonio discurriera de la mejor manera posible. Fusk le contó que tenía una hija, Anisa, que vivía en Puertoescarcha, y Rayra aceptó que se criase con ellos (al fin y al cabo, si la propia Catelyn Stark había convivido con el bastardo de Lord Stark…), y cuando Fusk le preguntó a Rayra por su vida anterior, ella sonrió y dijo que su vida había comenzado el día de su boda, y que había sido virgen hasta su noche de bodas. Recordando su encuentro anterior en los bosques cercanos a Desembarco de Rey, Fusk sonrió, pero Rayra argumentó que aquella, Blaise, era otra persona.

                Fusk, Rhoynar y Rayra, acompañados de varios hombres del Norte, se dirigieron hacia el Este, hacia el Valle de Arryn, y durante el camino, aprovechando un momento en el que Fusk y varios de sus hombres se habían internado en los bosques en busca de caza, Rayra continuó sus intentos de seducir al Maestre Rhoynar, que trató de resistirse, pero con escaso éxito, aunque la llegada de Fusk y sus hombres impidió que la situación continuara. Rhoynar y Fusk se sorprendieron al internarse en el Valle por la ausencia de viajeros, los caminos estaban tranquilos, y no había ni siquiera bandidos. En una posada, averiguaron que el Valle estaba controlado en esos momentos por un Lord Protector, ya que lady Lysa Arryn había sufrido un terrible accidente, precipitándose al vacío desde uno de los balcones del Nido de Águilas. Robert Arryn era aún muy joven, así que el gobierno había recaído en manos de un Lord Protector, Ser Yohn Bronce. Sin embargo, según fueron adentrándose en el camino del Nido de Águilas, al llegar a la Puerta de Piedra, se dieron cuenta de que realmente había muy pocos caballeros o soldados, y muchos salvajes del Valle, que eran los que realmente parecían manejar la situación. Uno de ellos, Scholo, se presentó como su guía, y les ayudó a realizar el escarpado paseo que subía hasta el Nido de Águilas, subidos a mulas y acompañados de niños salvajes que guiaban a las mulas en los tramos más complicados. Fusk y Rhoynar sufrieron bastante en el viaje, mareados, vomitando y agarrotados por el miedo a la altura, provocando la hilaridad de sus guías, hasta que finalmente llegaron al Cielo, desde donde Scholo decidió que sería mejor que subieran en el montacargas que utilizaban para subir las provisiones. La subida por la escarpada ladera en una gran cesta fue una pesadilla, pero finalmente, Scholo, Fusk, Rayra y Rhoynar llegaban al Nido de Águilas… Para ser rodeados y amenazados por salvajes del Valle. Scholo les desarmó, y una vez desprovistos de armas y armaduras, fueron conducidos al salón del trono del Valle de Arryn. Un cadáver, el de Yohn Bronce, ocupaba el trono que había sido de Jon Arryn. Los salvajes les acercaron a la Puerta de la Luna, la trampilla que se abría al vacío, que permanecía cerrada, mientras el auténtico Lord Protector del Valle de Arryn aparecía desde las sombras de detrás del trono, diciendo “Nunca me gustaron las sillas altas”.

                Tyrion Lannister hizo su aparición, y tras él, una mujer salvaje, llevando a Robert Arryn en brazos, y Bronn, su guardaespaldas. Al parecer, Tyrion se había hecho con el dominio del Valle utilizando a los salvajes, a los que había prometido aquellas tierras tras su estancia como prisionero de Lysa Arryn. El propio Tyrion había arrojado a Lysa por la Puerta de la Luna, y ahora gobernaba el Valle, aunque utilizaba para ello el nombre del fallecido Yohn Bronce. Tras una breve conversación con Rhoynar y Fusk, y mientras decidía qué hacer con ellos, les encerró en las celdas del Nido. A mitad de la noche, Rhoynar fue despertado por Bronn, que le acompañó a una estancia donde le esperaba Tyrion, junto a un hombre enfermo. Según Tyrion aquel hombre era Brynden Tully, el Pez Negro. Se había opuesto al alzamiento de Tyrion, pero Bronn le había derrotado y le habían arrojado a las mazmorras. Ahora, se encontraba enfermo, muy enfermo, y Tyrion se negaba a permitir que el Pez Negro muriera bajo su protección. Rhoynar estudió a Brynden Tully. Tenía hinchados el cuello, las axilas y las ingles; el vientre blando; ardía de fiebre, y la sangre parecía acumularse, negra, en sus piernas y alrededor de sus ojos. Rhoynar jamás había visto algo así. Pidió a Tyrion sus materiales, y realizó varias pruebas, drenando una pus negra de las zonas hinchadas de Brynden Tully, pero jamás había visto algo parecido. Rhoynar acudió, poco antes de amanecer, a las estancias de Lord Tyrion, que se encontraba dormido, protegido por dos de sus salvajes. Tyrion prometió a Rhoynar conseguirle lo necesario para tratar a Brynden Tully, y en ese momento, el cielo se llenó de cuervos. Rhoynar se acercó a las ventanas y vio una gran bandada de cuervos, uno de los cuales se dirigió hacia el Nido.  Los cuervos llevaban un mensaje para todo Poniente.

                Guardiaoriente del Mar había caído. Mance Rayder había cruzado el Muro.

                Mientras tanto, Erwyn y Percy viajaban en solitario hacia Varamar. La zona del Forca Azul parecía aún tranquila, muchas pequeñas aldeas y granjas funcionaban con normalidad, aunque ya comenzaban a moverse los primeros movilizados, que huían hacia Desembarco del Rey, temerosos de la guerra entre los Lannister y los Stark. Según se iban acercando a Varamar, sin embargo, la situación cambiaba, y pronto se encontraron con las patrullas de vigilancia del Joven Lobo, Robb Stark. De hecho, Erwyn reconoció al líder, Arnulf Ríos, uno de los soldados de Aguasdulces a los que conocía de su estancia allí al servicio de Edmure Tully. Arnulf les acogió en su campamento, y les habló de que él estaba de patrulla cuando los Lannister habían tomado Aguasdulces, lo que probablemente le había salvado la vida. Les informó de que Lord Ulryk Aesirk seguía con vida y a salvo, y se encontraba en Varamar junto al Joven Lobo. También les contó que Catelyn Stark había llegado a Aguasdulces unas semanas antes del ataque de los Lannister, y que allí, había recibido a un emisario de su esposo, Lord Eddard, un maestre vestido de negro (al que de inmediato Erwyn y Percy identificaron como Gwyddion, el Maestre Negro de Torreblanca, que tantos quebraderos de cabeza le había dado a Oweyn Eld). Catelyn había expulsado al mensajero de Aguasdulces, y había enviados varios cuervos a Invernalia, pero Arnulf desconocía si había habido una respuesta.

                A la mañana siguiente, Erwyn y Percy continuaron hacia Varamar, y se encontraron, apenas a una hora de distancia de la fortaleza, una aldea completamente arrasada. Percy encontró restos que apuntaban a un ataque Lannister, que habían masacrado a toda la población. Los hombres habían muerto intentando defenderse, las mujeres habían sido violadas y asesinadas, y los niños, reunidos en el septo, al que luego habían prendido fuego. Y allí, en las ruinas del Septo, fueron atacados por seis caballeros sin escudos ni emblemas, uno de los cuales esgrimía una espada ardiente. Erwyn consiguió matar a uno de los atacantes, pero Percy recibió varias heridas antes de que un hombre pusiera fin a la pelea, con un grito a los atacantes para que mirasen los escudos de Erwyn y Percy. Percy reconoció de inmediato a aquel hombre: Lord Beric Dondarrion, al que conocían como “El Señor del Relámpago”, y que se suponía había muerto en manos de Gregor Clegane… varias veces. El hombre de la espada llameante era su aliado, Thoros de Myr, y explicó que cuando les vieron, habían pensado que eran hombres del Perro, Sandor Clegane, que habían vuelto para terminar la masacre que habían cometido en aquel lugar. Lord Beric Dondarrion les invitaría a cenar y a descansar para pedirles disculpas por lo ocurrido, y durante la cena, averiguarían que, según Beric, efectivamente Gregor Clegane le había matado… pero Thoros de Myr y su dios, R´hllor, le habían devuelto a la vida. Erwyn también se mostró sorprendido porque el Joven Lobo no había podido defender una aldea tan cercana a Varamar, pero Beric les contó que el Joven Lobo apenas tenía hombres suficientes para defender Varamar, y que estaba pendiente de la ayuda de los Frey, que, como siempre, estaban intentando sacar la mayor tajada posible de lo que ocurría. Además, había escuadras de desertores norteños sembrando tanto miedo como los Lannister en la Tierra de los Ríos.  Tras la cena, Thoros de Myr realizó una ceremonia en nombre de R´hllor, y el sacerdote comenzó a ver imágenes en el fuego. “El León avanza hacia el sur, las flores se agostan al fuego. El Lobo sacrifica al menor de sus cachorros, el Hombre de Negro cabalga riendo y con el Corazón Negro en las manos, extendiendo la Sombra. La Puerta está llamado a la Vieja Sangre…  la habéis perdido, pero sin la Vieja Sangre la Puerta no se abrirá. El cielo se llena de cuervos. Alas negras, noticias negras. Si Azor Ahai regresa, quizá no quede un mundo que salvar”. Erwyn y Percy pasaron la noche con los hombres de Dondarrion, que les pidió que no le hablaran de él al Joven Lobo. De momento, preferían seguir estando al margen, y se iban a dirigir hacia el sur, donde los Lannister se hacían fuertes. Cuando despertaron, los hombres de Dondarrion habían desaparecido, y ellos terminaron el camino hacia Varamar, donde finalmente les condujeron hasta Lord Ulryk Aesirk. Lord Ulryk habló con ellos, preguntándoles por el resto de su familia, y luego les llevó ante el Joven Lobo. Robb Stark estaba con uno de los Frey, Ser Waldon Frey, y con su lobo, Viento Gris, que olfateó el aire cuando entraron Erwyn y Percy, para luego dormirse de nuevo. Robb saludó a los recién llegados, y se mostró extrañado porque su padre no hubiera enviado un ejército hacia Varamar, para permitirle descender hacia el sur y colaborar con los Tyrell en la toma de Aguasdulces. Waldon Frey parecía satisfecho: con los hombres del Norte que habían sobrevivido, y los ejércitos de los Frey, bastaría para reconquistar Aguasdulces.

                Robb se despidió de Erwyn y Percy, que continuaron hablando con Ulryk, quien finalmente, les contó como había sido la caída de Aguasdulces, como Lord Stefron Eld parecía haber enloquecido al ver a un hombre vestido de negro entre los Lannister y había liderado el ataque, como Catelyn Tully había desaparecido, como Umber y Karstark habían muerto para permitirles huir… Y ahora, los Frey estaban negociando con el Joven Lobo, con cada vez mayores exigencias. Erwyn sugirió que quizá había llegado el momento de abandonar los Ríos y volver al Norte, para defenderlo, utilizando Foso Cailin como bastión. Eso dejaría a los Frey en primera línea, bien para que lucharan contra los Lannister o para que los dejaran pasar, pero se verían obligados a decidirse. Además, Erwyn argumentaba que aquella no era su tierra, que debían volver al Norte. Ulryk escuchó, y aunque defendió que aquella era la tierra en la que Lord Umber y Lord Karstark habían muerto, le aconsejó a Erwyn que hablara con Robb. Sin embargo, antes de que pudiera reunirse con el Joven Lobo, llegaron cuervos con noticias desde el Norte. Los Hombres del Hierro se habían movilizado. Ciudadela de Torrhen y Torreblanca ya habían caído, Bosquespeso estaba siendo asediado… La propia Lady Eld había abierto las puertas de Torreblanca a los Hombres del Hierro, que habían convertido la ciudad en un cementerio ardiente.

                Erwyn estaba ahora más decidido. Había que volver al Norte.

                Mientras tanto, Uther y Oweyn viajaban hacia Occidente junto al ejército de Altojardín, una gran columna de soldados que pronto comenzó a encontrarse con refugiados que venían de las tierras de los Ríos. Algunos de ellos se mostraron hostiles a los propios norteños, enfrentándose a Uther, al que contaron como habían sido hombres del Norte, Lobos, no Leones, los que habían destruido su aldea. Los hombres de los Ríos temían ahora tanto a los Lobos como a los Leones. Uther trató de argumentar que ellos buscaban la paz, pero los refugiados le acusaron de ser como el resto de los caballeros: la paz que buscaban era la paz de la tumba. Los hombres se retiraron, pero a la mañana siguiente, se encontraron con un problema. Un gran grupo de refugiados se negaba a apartarse del camino para dejar pasar al ejército, y Loras Tyrell parecía dispuesto a masacrarlos. Uther intervino, y terminó convenciendo a Loras para que apartara al ejército del camino, permitiendo pasar a los refugiados.

                Finalmente, llegaron a Septo de Piedra, donde el ejército tuvo que montar un gran campamento. Ya que no todos los hombres del ejército cabían en Septo de Piedra, se montó un gran campamento en el exterior, donde se reunieron los señores menores, incluyendo a Uther y Oweyn. Mientras Oweyn se ocupaba de montar el pabellón junto a varios habitantes de Septo de Piedra que se habían visto obligados a actuar como criados, Uther se reunía con los líderes en una casa en el interior del poblado, ocupada por Loras Tyrell. Allí, el Caballero de las Flores y otros generales del ejército, revisaban la situación. Ser Alex Fossoway, jefe de exploradores de Altojardín, les informaba de que al parecer, Gregor Clegane había retirado a sus hombres de Septo de Piedra, huyendo hacia el nacimiento del Aguasnegras, en territorio de los Lannister. Loras supuso que los Lannister se habían acobardado por la presencia del poder de Altojardín, habían conseguido una victoria sin siquiera desenvainar sus espadas. Loras hizo un brindis, pero Uther se opuso, ya que consideraba que era demasiado pronto para celebrar nada, lo que despertó la hilaridad y la ira del Caballero de las Flores. Tras un enfrentamiento verbal, Loras humilló a Uther, que tardó varias horas en poder volver a su pabellón, y lo hizo enfurecido. Esa noche, como había dicho, Loras Tyrell organizó una gran fiesta, enviando bebida y comida a los pabellones, y varios aldeanos que sabían tocar música para animar la fiesta. Llegaron las vivanderas, comenzó la fiesta… Uther se negó a participar, observándolo todo con acritud, pero Oweyn se dejó llevar por la alegría reinante, y bebió de más.

                Todo cambió cuando, de forma simultánea, pasada la medianoche, todos los “músicos” comenzaron a tocar al mismo tiempo “Las Lluvias de Castamere”. Los criados alzaron cuchillos al grito de “¡Escucha mi rugido!”, y Uther lo comprendió todo. Los habitantes de Septo de Piedra habían sido reemplazados por soldados Lannister, habían caído en una trampa. Los criados que habían montado las tiendas las habían llenado de aceite, y ahora les prendieron fuego. Septo de Piedra parecía arder, mientras los hombres de Gregor Clegane arrasaban los pabellones y entraban en la ciudad. Uther consiguió salir de la carpa antes de que se derrumbara, pero ésta al caer, hirió a Oweyn. El caos cundió, y los dos se separaron….

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