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viernes, 29 de junio de 2012

X-MEN: ¡EL CLUB FUEGO INFERNAL! ¡BELASCO! ¡DRÁCULA! ¡EL NIDO!


                Tras su enfrentamiento con Magneto y Arcade, la Patrulla-X tuvo que hacer frente a un enemigo del que pensaban que ya se habían deshecho: Emma Frost, la Reina Blanca del Club Fuego Infernal, que al parecer salió mejor parada de su enfrentamiento con Fénix de lo que todos pensábamos, Patrulla-X incluida. Y Emma irrumpe de nuevo (asociada con Sebastian Shaw) revelando la que será una estrategia que seguirá numerosamente en el futuro: atacando el entorno de Xavier a través de sus miembros más jóvenes. En ese caso, los padres de Kitty Pryde deciden trasladarla a la Academia de Massachussetts, dirigida por Emma Frost. Tormenta acompaña a Kitty, y sufre el ataque de Emma, que utiliza una pistola que intercambia sus cuerpos. El plan de Emma tiene éxito, y utilizando los poderes de Ororo consigue derrotar a la Patrulla, pero la intervención de la verdadera Tormenta (en el cuerpo de Emma) y Kitty, que ha descubierto todo el plan, salva a la Patrulla, que prácticamente no tendrá tiempo de respirar, pues pronto verán que el Senador Robert Kelly, al que conocimos en Días del Pasado Futuro, comienza a promover leyes de control sobre los mutantes. La Patrulla, dirigida por Tormenta y ayudada por Carol Danvers, se infiltra en el Pentágono para eliminar la información que sobre ellos tienen los militares, pero dentro del centro neurálgico de inteligencia de Estados Unidos se encuentran con Mística (cuya identidad de Raven Darkholme es una de las autoridades de defensa militares) y Pícara. El conflicto entre ambos hace que la batalla escape de manos de la Patrulla, y termine haciéndose pública, por lo que aquí empezamos a ver cómo Claremont comienza a distanciar a sus personajes del resto del entramado de héroes del mundo Marvel. Hasta este momento, habíamos visto que la Patrulla-X era un “equipo más”, con sus peculiaridades, pero con los mismos privilegios que los Vengadores o los 4F. Poco a poco, eso va a cambiar.



                Y antes de continuar con su historia, Claremont tiene tiempo de diversificar, y lo hace en dos campos. Por un lado, en estos momentos tenemos la historia en la que, por primera vez, los Mutantes se internan en el Limbo de Belasco tratando de rescatar a Illyana, la hermana de Coloso, y tras enfrentarse a muchas pruebas mágicas, consiguen rescatarla, pero vuelve con catorce años, en lugar de los seis que tenía cuando desapareció, historia que sabemos que luego tendría su continuidad en Nuevos Mutantes, Inferno… e incluso en recientes números de X-Men Academy obra de Kyle y Yost. Por otro lado, hace que los Mutantes se adentren en el territorio de lo Sobrenatural, acercándose al personaje que había sido uno de los iconos de la Marvel de los años setenta. Ni más ni menos que el propio Drácula, que, interesado por Tormenta, a la que está a punto de convertir en vampiro, se convierte en adversario de los X-Men. Estos números cuentan además con el dibujo de Bill Sienkiewicz, al que vemos aquí con un trazo mucho más nítido de lo que sería más adelante, en sus obras magnas, La Saga del Oso Místico en Nuevos Mutantes, o Elektra Asesina.





                Tras enfrentar a la Patrulla-X al Club Fuego Infernal, a su propio país, a Belasco y a Drácula, Claremont decidió que había llegado el momento de retomar una de sus creaciones más brillantes: los Shi´ar. Y lo hace en una de las más largas sagas que ha tenido la Patrulla-X, la llamada Saga del Nido. La Saga en sí tiene dos partes claramente diferenciadas: en la primera de ellas, la Majestrix Lilandra es secuestrada por una fuerza desconocida, lo que trae a los Shi´ar a la Tierra, y hace que los X-Men se enfrenten  a la hermana mayor de Lilandra, la que parece ser la guerrera definitiva Shi´ar, Ave de Muerte, mientras los X-Men descubren que la desaparición de Lilandra es un complot de un sector dentro de los propios Shi´ar, un golpe de estado dirigido por Ave de Muerte, que ha conseguido la ayuda de una raza alienígena: el Nido. Auténticas máquinas de matar, los eslyzoides del Nido nos recuerdan estéticamente a los Alien de Ridley Scott, pero encima con hábitos sociales psicópatas y armas. Y alas. Tras esta primera parte, en la que la Patrulla (con la ayuda de Corsario, de los Saqueadores Estelares, que resulta ser el Mayor Christopher Summers, padre de Cíclope y Kaos) se enfrenta a Ave de Muerte y al Nido en la Tierra, llega la segunda, la gran odisea espacial de los X-Men. Hasta este momento, la Patrulla-X no había sido un grupo de aventuras “espaciales”. Para eso estaban los Vengadores, o sobre todo, los Cuatro Fantásticos. Claremont ya había cambiado esto anteriormente, presentando a los Shi´ar y llevando a los mutantes a combatir en el cristal M´Krann, o haciendo a este imperio galáctico intervenir en la Saga de Fénix Oscura. Ahora, la Patrulla retoma la Space Opera, pues en una falsa fiesta de celebración por su victoria, ellos y Carol Danvers son atrapados por el Nido, que ha decidido utilizarlos como cascarones para sus Reinas. Es aquí donde tiene lugar un episodio legendario de X-Men, protagonizado por Lobezno y narrado por completo en primera persona, en el que vemos la naturaleza más salvaje de Logan, enfrentado a criaturas aún más peligrosas que él. El enfrentamiento contra el Nido hizo que la Patrulla-X estuviera desaparecida de la Tierra tanto tiempo que el Profesor Xavier fundaría los Nuevos Mutantes, el primer fill-in de la Patrulla-X. En esta saga, además de ver a la Patrulla enfrentarse al Nido, conocemos a sus naves vivientes, los Acanti, los Cantores Espaciales, y asistimos a la transformación de Carol Danvers en uno de los héroes cósmicos del Universo Marvel durante muchos años: Binaria, obra de la ingeniería genética del Nido. Tras derrotar a sus captores y eliminar los huevos de su interior, los X-Men volverían a casa sólo para encontrarse con que la Reina-Nido que ocupaba el cuerpo de Xavier había eclosionado, los X-Men tendrían que aliarse con los Nuevos Mutantes para derrotar a Xavier, que sería destruido, aunque la tecnología de clonación de Moira McTaggert, tendríamos un nuevo Profesor Xavier, con todos los recuerdos del anterior… y además capaz de andar.




                Aunque la mayor parte de la historia del Nido estuvo pintada por David Cockrum, su final llegaría de los lápices de Paul Smith. De trazo limpio y casi minimalista, Paul Smith es, probablemente, uno de los dibujantes con más personalidad que han pasado por las páginas de X-Men, y que a mí siempre me ha parecido de los más interesantes. Así que nada, seguiré disfrutando con esta revisión…

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