La historia tiene muchos misterios, muchas cuestiones inexplicadas, y una de las más interesantes, es la que da nombre a este libro. Recapitulemos.
Hace más de cuatrocientos años, cuando los británicos estaban colonizando el norte de América, crearon una colonia en Virginia a la que llamaron Roanoke. Allí se estableció algo más de un centenar de colonos, que, como era habitual, tenían ciertas desavenencias con los indios de la zona. El conflicto era tal que el gobernador de la colonia se marchó a Inglaterra para pedir ayuda, pero en el viaje, se encontró con un recrudecimiento de la guerra colonial entre España e Inglaterra, lo que demoró en más de dos años el regreso del gobernador. Para cuando llegó, Roanoke estaba vacío, abandonado, sin rastro alguno de los colonos. Habían desaparecido, sin indicio alguno de a dónde podían haberse dirigido, con vajillas sobre las mesas, utensilios abandonados... Y en uno de los árboles, se encontró una palabra cuyo significado aún no se ha entendido, pero que se ha asociado a la desaparición. Por supuesto, la palabra era CROATOAN.
Con esa historia en la cabeza, José Carlos Somoza plantea su novela, apelando como gancho a desapariciones como la de Roanoke o el enigmático caso del Mary Celeste, que llegó a puerto sin rastro de su tripulación. Una familia desaparece en la Sierra de Madrid de forma misteriosa para aparecer asesinados poco después, y todo esto coincide con una serie de eventos a nivel mundial, que comienzan a aparecer como casos aislados pero que van cobrando una entidad cada vez más inquietante: suicidas que aparecen muertos en el Ganges, peces que van a morir a las playas de Australia, extrañas manifestaciones en Londres... Y una etóloga (estudiante del comportamiento de los animales) madrileña, parece situarse en el centro del misterio cuando un pequeño grupo de personas recibe un extraño mensaje en su correo electrónico, un correo en el que sólo pone CROATOAN y que fue preparado para ser enviado por su profesor, Carlos Mandel, un carismático y peculiar hombre que se había quitado la vida cuatro años atrás. Con el apocalipsis acercándose a pasos de gigante y sin solución alguna aparente, la historia de Somoza atrapa a la etóloga, su exnovio, un antiguo policía, pintor y examante de Mandel, un equipo de las fuerzas especiales, una joven toxicómana, un muchacho con esquizofrenia y el líder de una secta violenta y salvaje en una carrera contrarreloj para descubrir qué provoca todos esos fenómenos, mientras el mundo se enfrenta a un final que no sabe ni prevenir ni curar.
El planteamiento de Somoza, como veis, es el de una trama apocalíptica (segundo libro en lo que va de año de Apocalipsis y estamos a 26 de Enero), sin tintes místicos o parapsicológicos y un trasfondo que tiene más que ver con la etología y el análisis de las conductas animales, y de la inclusión del ser humano como un animal más. La verdad es que la novela es entretenida, me ha parecido curioso leerla escrita en tiempo presente y con los eventos ocurriendo en Alcobendas, Tres Cantos, Plaza Castilla o Torrejón de Ardoz; pero tampoco mucho más. Pese al trasfondo científico que se le quiere dar, todo queda demasiado "en el aire", a pesar de los intentos del autor de, a través de la protagonista, hacernos entender el mundo del comportamiento animal interrelacionado, lo consigue a duras penas, y hay "eventos" que ocurren demasiado forzados como para resultar "creíbles dentro de la incredulidad", por decirlo de alguna manera.
El planteamiento de Somoza, como veis, es el de una trama apocalíptica (segundo libro en lo que va de año de Apocalipsis y estamos a 26 de Enero), sin tintes místicos o parapsicológicos y un trasfondo que tiene más que ver con la etología y el análisis de las conductas animales, y de la inclusión del ser humano como un animal más. La verdad es que la novela es entretenida, me ha parecido curioso leerla escrita en tiempo presente y con los eventos ocurriendo en Alcobendas, Tres Cantos, Plaza Castilla o Torrejón de Ardoz; pero tampoco mucho más. Pese al trasfondo científico que se le quiere dar, todo queda demasiado "en el aire", a pesar de los intentos del autor de, a través de la protagonista, hacernos entender el mundo del comportamiento animal interrelacionado, lo consigue a duras penas, y hay "eventos" que ocurren demasiado forzados como para resultar "creíbles dentro de la incredulidad", por decirlo de alguna manera.
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