El
tercer número de Flash ha llegado como el Rayo a las estanterías (parece
mentira que ya hayamos alcanzado el primer año del nuDC, así como el que no
quiere la cosa), y en él, el trío formado por Manapul, Buccellatto y To,
continúan explorando en el mundo del velocista escarlata para contarnos la vida
de Barry Allen y su entorno en este nuevo mundo. Si hay algo de lo que Flash
puede presumir es de una galería de villanos que probablemente sólo se
encuentre por debajo de la de Batman (que evidentemente está a años-luz por
encima de cualquier conjunto de enemigos de cualquier superhéroe de cualquiera
de las editoriales), y conscientes de ese filón, los creativos de Flash no han
dudado en ir presentándonos a los Villanos que han rodeado a Flash desde su
creación, modificados y adaptados para
formar parte del nuDC.
Así,
en este número, continuamos la aventura del número anterior que servía como
introducción para el clásico Gorila Grodd, y nos encontramos con las versiones
modernizadas del Capitán Frío (que ya había salido en el anterior número), el
Amo de los Espejos, el Brujo del Clima, Ola de Calor, Trickster y el Flautista,
en lo que supone la primera reunión de los Villanos desde el reboot. Sin
embargo, parece que los guiones de Manapul y Buccellatto se han contagiado del
espíritu de la velocidad que transmite el personaje, y en este tercer tomo de
la colección, parece como si las historias hubieran sido disparadas y volasen a
toda velocidad. Si el tomo anterior acababa con la promesa de que Grodd había
llegado para traernos una buena historia, el final es tan apresurado y poco
creíble que la sensación que transmite es la de que el personaje se ha
desaprovechado. Nada más concluir la aventura de Grodd, el vértigo llega ya a un
límite extremo, y es que la aventura en la que Flash se enfrenta al Brujo del
Clima, convertido aquí en parte de una familia de narcotraficantes, parece
haberse escrito a la carrera, y vemos sólo pinceladas de una historia que, sin
llegar a ser compleja, sí se hace poco comprensible, y es que aunque quizá en
otra circunstancia el lanzamiento de una historia in media res puede ser un buen resultado, en este caso en concreto
parece como si nos faltara parte del camino a recorrer.
Tras
estos números, el equipo creativo de Flash se mete de lleno en el conflicto
entre los propios Villanos, que parecen dispuestos a acabar con su antiguo y
rejuvenecido líder, el Capitán Frío, y la verdad es que la historia gana,
además de que se aprovecha para explorar el hecho de que oficialmente, Barry
Allen está muerto para el mundo, por lo que el antiguo policía tiene que
hacerse con una nueva identidad, una nueva vida y un nuevo círculo social. Lo
que no deja de ser curioso es que esta misma trama está siendo utilizada en estos
momentos en Superman, donde Grant Morrison también ha “matado” a Clark Kent,
que está sufriendo unas dificultades parecidas a las de Barry Allen… o que las
ha sufrido, no sabría decirlo, debido a que los desfases cronológicos de las
colecciones del nuDC me tienen un tanto confundido todavía, y eso que ya llevan
un año.
Sobre
el aspecto gráfico del libro, nada nuevo en el horizonte. DC ha encontrado en
Marcus To un complemento adecuado al estilo de Manapul, siendo los dos bastante
semejantes en cuanto a trazo, narrativa y estilo. Lo cierto es que si el guión
va a trompicones, el dibujo al menos se deja ver, aunque la verdad es que yo
echo de menos algo de espectacularidad en las viñetas de estos dibujantes.
En
fin. Esperemos que el Velocista Escarlata corra muy deprisa y mejore, cuanto
más, mejor para todos.
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