La
presencia de Daenerys y los personajes en Dorne acabó de forma distinta a como
esperaban, con la lucha contra Gwyddion y la muerte de Jorah Mormont. La
desaparición del que había sido su protector durante tanto tiempo puso furiosa
a Daenerys, que tomó la decisión definitiva. Jorah Mormont había muerto para
que ella ocupara el Trono de Hierro, y eso era lo que disponía a hacer. Tras
las exequias de Mormont, cuyos restos fueron entregados a Uther Aesirk para que
cuando acabara la guerra los dejara en las criptas de los Mormont en la Isla
del Oso, Daenerys se reunió con su consejo, decidiendo que había llegado el
momento de atacar Desembarco del Rey y acabar con el dominio de Eddard Stark.
Tanto Barristan Selmy como Erwyn Aesirk se opusieron a atacar Desembarco
utilizando los dragones, ni el Fuego Valyrio que atesoraban, para no acabar con
la destrucción completa de la ciudad, y aunque Fusk planteó la posibilidad de
una negociación con Eddard, Daenerys estaba decidida al ataque. Ella y Stannis
atacarían Bastión de Tormentas mientras Barristan Selmy dirigía el ataque a Desembarco
del Rey, eliminando finalmente los apoyos de Eddard, mientras los Hombres del
Hierro comenzaban a atacar los Ríos y la Roca, y Dorne se revolvía finalmente
contra el Dominio.
Daenerys
tenía además un plan para Fusk, Erwyn, Rhoynar, Uther y Oweyn. La Reina de
Dragones no estaba dispuesta a que, con su victoria, Sansa Baratheon y el
pequeño rey Rickard corrieran el mismo destino que Elia de Dorne y sus hijos
con la caída de los Targaryen. Daenerys quería que ellos se adentraran en la
Fortaleza Roja, para además, averiguar qué acciones estaba llevando a cabo el
Maestre Qyburn en las mazmorras de la Fortaleza Roja. El plan de Daenerys y
Selmy era q ue los
personajes entraran aprovechando una grieta en el caos de la batalla, ellos
decidieron infiltrarse en Desembarco del Rey la noche anterior al ataque,
haciéndose pasar Fusk por un comerciante que introducía comida en la ciudad.
Fusk consiguió sobornar a los guardias para entrar en la ciudad, y se
dirigieron de inmediato a la posada en la que Rhoynar se encontrara tiempo
atrás con Varys, esperando que alguno de los “pajaritos” del eunuco le
comunicara su presencia allí y este les ayudara a entrar en la Fortaleza Roja.
Fue
una espera inútil, y finalmente, optaron por buscarse una solución alternativa.
A través de los servicios de unas prostitutas, consiguieron envenenar a dos
Capas Doradas, haciéndose Fusk y Erwyn con sus ropajes para introducirse con
ellos en la Fortaleza Roja, llevando a Oweyn, Rhoynar y Uther como supuestos
prisioneros. El amanecer llegó y con él, el ataque de los hombres de Selmy. A
la entrada de la Fortaleza Roja, se encontraron con la inesperada presencia del
Comandante de la Guardia de la Ciudad, Janos Slynt en las puertas. Slynt les
preguntó por su procedencia, y ante las respuestas poco adecuadas de los
personajes, ordenó la detención de los dos “Capas Doradas” y la ejecución de
sus tres “prisioneros”. En ese momento, una de las catapultas de los atacantes
hizo blanco en la Fortaleza, haciendo que varios grandes cascotes cayeran sobre
el patio, provocando el caos entre los Guardias Doradas y dando a los personajes
la oportunidad de adentrarse en la Fortaleza Roja.
Dentro
del centro de gobierno de Poniente, vieron que varios grandes nombres de la
ciudad eran conducidos a la Torre de la Espada Blanca, en busca de seguridad,
mientras la Torre de la Mano (con el emblema del huargo de los Stark) y el
Torreón de Maegor (con el venado de los Baratheon) eran un caos de gente
entrando y saliendo. Confundidos con ellos, los personajes se adentraron en el
Torreón de Maegor, descendiendo a las Mazmorras tras averiguar que la Reina
Sansa se encontraba en sus aposentos. Para sorpresa de Rhoynar, que ya había
descendido anteriormente a las mazmorras, el Maestre Qyburn había puesto una
nueva puerta, con una extraña cerradura y un más extraño grabado sobre ella: la
Arpía. Rhoynar, ayudado por Fusk consiguió abrir la puerta, evitando por poco
una aguja envenenada, y accedieron a las mazmorras. Allí, la oscuridad era
impenetrable, y la luz de las antorchas mostró varios cadáveres en diversos
estados de descomposición en las celdas. Algunos habían sido torturados, otros
simplemente habían sido abandonados y habían muerto de hambre y sed. Y uno de
ellos comenzó a gritar, provocando un siniestro coro en las Mazmorras, pues varios
de los muertos gritaron hasta quedarse sin voz. Cuando el horrísono grito se esfumó,
los personajes sintieron que algo se movía por las galerías subterráneas, y no
tardaron en darse de frente con la criatura culpable, una especia de ser
draconiano que hirió seriamente a Fusk antes de ser cegado por un vial de Fuego
Valyrio que llevaba Rhoynar, que Oweyn le lanzó a los ojos. El dragón,
enloquecido por el dolor, comenzó a golpear las paredes, derribando muros, y
aunque consiguieron evitar a la criatura, Fusk y Oweyn no pudieron evitar
recibir algunas heridas debido a las piedras que caían. Dejando atrás los
gritos del dragón, consiguieron llegar al centro del laboratorio de Qyburn.
Allí encontraron al maestre, ahorcado y con el sello de la Arpía grabado a
fuego en el pecho. Los personajes buscaron restos de que hubiera habido allí
alguien más, pero todo indicaba que el nigromante se había quitado la vida.
Había restos de otros intentos de crear criaturas como el dragón al que se
habían enfrentado, frascos con extrañas sustancias… y Rhoynar vio varios
libros, aunque sólo pudo llevarse uno, pues Erwyn decidió que todo aquello
debía arder.
Fusk,
Rhoynar, Erwyn, Oweyn y Uther escaparon hacia la superficie, dejando tras de sí
los ecos de los aullidos del dragón ciego, y llegando a uno de los patios de la
Fortaleza. La batalla continuaba en el exterior, y había llegado el momento de
ir en busca de Sansa. El Torreón de Maegor estaba casi desierto, aunque
tuvieron que hacer frente a los Capas Doradas que protegían las habitaciones de
Sansa. En ellas, pudieron ver a una aterrorizada Sansa, que sujetaba a su
pequeño, Rickard Baratheon, mientras mascullaba “He sido buena… no me lo
quitéis… no os llevéis a mi niño…” Fusk consiguió tranquilizar a la muchacha,
asegurándole que iban a sacarla de allí y llevarla a un lugar seguro. Sansa
accedió, y juntos salieron de las habitaciones, pero al llegar a la sala del
Trono de Hierro, la joven sintió un fuerte ataque de miedo, que sorprendió a
los personajes. Cuando le preguntaron, Sansa les dijo que todos habían sido
engañados, que no era Renly quien acudía a su lecho, no era Renly el padre de
Rickard… Decía que todo lo habían hecho
por la sangre de la Tormenta…
Y
en ese momento, los personajes fueron atacados por Robert Baratheon, lleno de
vida y armado con su martillo de guerra. Sansa confesó a Fusk, que la apartaba
de la lucha, que él era quien había acudido a su lecho, el padre de Rickard.
Que no había muerto, nunca. Erwyn, Oweyn y Uther consiguieron derrotar a
Robert, que finalmente, malherido, contó como el Maestre Oscuro, Gwyddion,
había acudido ante él y le había mostrado la verdad en su orbe oscuro. Joffrey,
Myrcella y Tommen eran hijos de Cersei y Jaime; Robert y la estirpe de los
Baratheon estaban condenados a la muerte y la oscuridad. Robert llamó a Eddard
a la corte, aprovechando la muerte de Jon Arryn, y allí, Gwyddion le mostró el
futuro también a Eddard. Juntos, lo planificaron todo. Sansa les contó lo que
había escuchado de las conversaciones entre su padre y Robert después de la
muerte de Renly: Robert había sido quien había planeado la muerte de Cersei,
quien había planeado su propia muerte
para arrebatar las máscaras de todos aquellos que tenia alrededor, para
entregar su reino a la guerra, de la que surgiría un nuevo rey forjado en fuego,
un auténtico rey: su hijo Rickard. Asqueados por la situación, los personajes
permitieron que Uther acabara con la vida del antiguo rey, y salían del Torreón
de Maegor para encontrarse con que Barristan Selmy había tomado la ciudad. En
los muros ondeaba la bandera de los Targaryen, y Eddard Stark había sido
capturado. Por supuesto, los personajes quisieron hablar con el que había sido
el Señor del Norte, que estaba enloquecido, consumido por la oscuridad.
Mantenía que había hecho lo mejor para su familia y para el reino, que sólo
había obedecido a su rey… y que ahora, todos serían barridos cuando llegara el
Otro. Ni siquiera los dragones podrían detenerle, lo destrozaría todo… El Otro
llega y la Arpía le espera… Oh, Discordia…
El
discurso de Eddard Stark era el de un loco, y Barristan Selmy y los personajes
le encerraron en un lugar seguro, mientras recibían noticias de que Daenerys
había tomado Bastión de Tormentas y se dirigía ya hacia Desembarco del Rey…
Pero también llegaron noticias inquietantes: Melisandre de Asshai había
desaparecido, y también lo había hecho una de las hijas de Oberyn Martell,
Tyene Arena… Rhoynar enseguida recordó su conversación con la Mujer Roja sobre
la Sangre Real de los Martell, y las leyendas que decían que un sacrificio de
sangre real despertaría a los Dragones de Rocadragón…
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