Hace
ya un tiempo largo, mi amigo Yeray dio casi por azar con el título que hoy nos
ocupa, El Nombre del Viento, y la
verdad es que le dejó verdaderamente impresionado y me lo vendió muy bien. Lo
que pasa que a mi me tenía un poco harto la literatura fantástica en ese momento,
así que, aunque me lo recomendó encarecidamente, la verdad es que fue uno de
esos libros que dejé pasar. Como todos sabéis tuve una recaída en el mundo de
la fantasía épica a raíz de La Saga de
Geralt de Rivia y sobre todo Canción
de Hielo y Fuego. Las pasadas navidades Yeray me regaló El Nombre del Viento, decidido a que lo
leyera de una puñetera vez, y bueno, a estas alturas del año, he conseguido
hacerlo.
Y
me ha gustado bastante, la verdad.
Patrick
Rothfuss ha planteado su Canción de la
Llama y el Trueno, convertida en la Crónica
del Asesino de Reyes por motivos obvios como una trilogía (de momento, que
ya sabemos como funciona esto, cuando menos te lo esperas, la trilogía se
convierte en siete libros y pasan seis años entre uno y otro…), y en El Nombre del Viento tenemos, como
corresponde, la presentación de su mundo y de sus personajes principales. La
ambientación de Rothfuss no es muy diferente a la de cualquier otra novela de
fantasía épica habitual, quizá más cercana a La Saga de Geralt de Rivia en el hecho de que su mundo es más
parecido a los finales de la Edad Media o el principio de la Edad Moderna que
las narraciones más clásicas, de momento y por lo que he visto, todo
predecible, nada sorprendente. El héroe, Kvothe, es… pues un héroe clásico de
este tipo de novelas, joven, sorprendentemente maduro para su edad, con una
historia oscura detrás… Y como no podía ser menos, hay unos enemigos míticos
con oscuras señales que presagian su llegada, los llamados Chandrian, a los que
antes o después, Kvothe tendrá que hacer frente, claro.
Hasta
aquí, como veis, todo es de lo más clásico, poco original. Y es que creo que la
historia de Kvothe y El Nombre del Viento
no destacan especialmente por su originalidad, sino por el estilo ligero de
escritura que tiene Rothfuss y por cómo la historia (que es bastante predecible
en general), te engancha. Además, sí que es cierto que Rothfuss tiene unas
ideas bastante interesantes al hablar de la Magia, y crea un concepto bastante
interesante: la Universidad, donde se desarrollan los capítulos más
interesantes del libro. El concepto en sí tampoco es innovador, ya habíamos
visto escuelas de hechiceros en, por ejemplo, La Saga de Geralt de Rivia, con la isla de Thanedd, o la propia Torre de Wayreth en la mítica Dragonlance, pero la Universidad de El Nombre del Viento va un paso más
allá, mezclando temas mágicos (la sigaldría de las runas, el poder de los
nombres y los vínculos…) con saberes más profanos (matemáticas, retórica…), y
además, Kvothe se ve envuelto en tramas y subtramas muy entretenidas, desde sus
enfrentamientos con uno de los “alumnos mayores”, Ambrose, a las técnicas que
tiene que pergeñar para poder pagar bimestre a bimestre las matrículas de la
Universidad. Los profesores están bastante bien trazados en pocas pinceladas
(aunque quizá haya alguno un poco Harry Potter… ), y los alumnos caen bastante
simpáticos. Todo el entorno universitario está bastante bien creado.
¿Los
mayores hándicaps de la novela? La historia está un poco inflada, hay escenas
que no aportan nada y no van a ningún
sitio, siendo la persecución de un draccus la que más me ha llamado la atención
en este estilo. Y probablemente, el personaje de Denna, “la chica”, convertida
en amiga y amor imposible del protagonista, y a la que se adivina un destino
trágico que, por sus intervenciones en El
Nombre del Viento, ya viene llegando tarde. Demasiado arquetípica, incluso
por su humor facilón, más que hacer avanzar la historia parece que ha llegado
para estorbar.
En
fin, una historia que se deja leer bastante bien, pero que tiene un gran
enemigo, y es que alguien ha decidido que lo mejor que podía hacer para
publicitarla es compararla con Canción de
Hielo y Fuego. Y claro, ahí sale perdiendo, porque dudo mucho de que se haya
escrito en el mundo de la épica algo mejor que Canción de Hielo y Fuego desde que Tolkien ultimara El Señor de los Anillos. Lo más fácil es
llegar a El Nombre del Viento con
unas esperanzas preconcebidas (por culpa de la propia publicidad de la novela,
de nadie más), y obviamente, esas esperanzas se desvanecen, porque simplemente,
no es comparable.
Así
que dejaos los juicios previos a un lado, y disfrutad. Yo en breve me pondré
con la segunda parte, El Temor de un
Hombre Sabio, que ha caído para mi cumple, así que, os iré contando.
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