¿Un autor favorito?
Supongo que es una
pregunta que a todos nos han hecho en algún salón del cómic, en algún foro o
grupo de debate. Y si no, ya nos encargamos nosotros en cuanto podemos de dejar
claras y patentes nuestras filias y fobias respecto al trabajo de unos y otros.
Si yo he de responder a esa pregunta, sin duda, diría Neil Gaiman. Y es que
aunque el inglés parece que aún vive creativamente de los recuerdos de The Sandman, probablemente esta obra
(que es una puñetera obra maestra) le convierte ya en una referencia no ya del
cómic si no de la literatura universal.
Por eso me hizo una
gran ilusión ver que volvía al cómic cuando vi en el catálogo de ECC “Neil Gaiman. Leyendas del Abismo”. Claro,
lo que tiene es que cuando veo según que cosas, me llama la atención lo que me
imagino que no voy más allá… Así que sorpresa al descubrir que no se trata de
material nuevo, sino de una reedición de antiguos trabajos del autor.
Sinceramente, aunque estoy deseando que Gaiman nos traiga algo nuevo… Ningún
trabajo suyo es desdeñable, y menos cuando viene en una edición de lujo y tan
cuidada como la que ha realizado ECC. Y es que estéticamente, el libro es una
joya. Portadas simulando cuero negro, punto de lectura, papel de buena calidad...
Un libro que parece llamado a durar años inalterado, sin que se le caigan las
páginas o se les suelten las costuras…
En este primer tomo de
Leyendas del Abismo, ECC ha decidido
traernos dos de las más representativas obras de Gaiman (si dejamos Sandman aparte), además de algunas
páginas menos relevantes en su contenido, pertenecientes a House of Mistery, que tienen el punto a favor de estar dibujadas
por Sergio Aragonés, pero que más allá de ahí, no tienen mayor importancia, ya
que sirvieron solo de nexo para un recopilatorio de antiguos números de la
clásica colección de terror.
En este primer post
sobre Leyendas del Abismo, hablaremos
de la obra que ocupa buena parte de este tomo, los tres números que en su día
compusieron la sinfonía visual que se conocería como Orquídea Negra, con guiones de Gaiman y lápices del magistral Dave
McKean. Con Orquídea Negra, podríamos
decir que Neil Gaiman realizó un trabajo paralelo al que estaba haciendo ya en
Sandman: la actualización de un héroe antiguo, prácticamente olvidado. Si en
Sandman se trataba del viejo Wesley Dodds, miembro de la JSA; en Orquídea Negra Gaiman decidió renovar
por completo la historia de Susan Linden-Thorne, una heroína prácticamente
olvidada que Sheldon Meyer y Tony DeZuñiga habían creado en 1973 para Adventure Comics. Susan era uno más de
esos personajes secundarios que han pululado por DC, con unos poderes nada
llamativos y cuyas últimas apariciones como tal estuvieron ligadas al Escuadrón Suicida. En Sandman, Gaiman
decidió crear un personaje completamente nuevo, del que el Wesley Dodds había
sido solo una especie de “sustituto” (de una forma muy retorcida). En Orquídea Negra, Gaiman opta por otro
camino, y es que en las primeras páginas del cómic, nos encontramo con la
muerte de Susan Linden-Thorne. Ni más ni menos que la que se suponía que iba a
ser la protagonista de la serie, muere, de forma bastante violenta además. Algo
que afecta al personaje, y algo que afecta, sobe todo, al lector, ya que de
pronto nos damos cuenta de que Gaiman no va a dejar títere con cabeza ya desde
el principio. Con la muerte de la antigua (y aún enigmática) Orquídea Negra,
comienza la verdadera historia que Gaiman quiere contarnos.
Y es que el escritor
inglés utiliza a Orquídea Negra para narrarnos una hermosa fábula sobre la vida
y el mundo vegetal, y convierte la Susan en la primera de “un experimento”, un
grupo de mujeres flor, desarrolladas para dar vida al planeta por un inspirado
científico, Philip Sylvan. Durante la saga, mientras las nuevas Orquídeas Negras
tratan de escapar de Lex Luthor y del antiguo esposo y asesino de la primera
Orquídea, Carl Thorne; Orquídea (y una versión suya más joven, llamada Suzy), se
mezclan en una trama que implica, además de a LexCorp, a una antigua “cábala”
de científicos especialistas en el mundo vegetal: además del propio Sylvan,
Orquídea investigará a personajes como Alec Holland (la Cosa del Pantano),
Pamela Isley (Hiedra Venenosa) o Jason Woodrow (el Hombre Fluorónico). Y por
supuesto, se encontrará con otros personajes, del calibre de Batman.
Si la narración de
esta fábula es magistral, no menos impresionante es la forma que tiene Dave
McKean que trasladar al papel las geniales ideas de Gaiman. Y es que McKean es
un auténtico genio de la ilustración, y hace de sus páginas auténticas obras de
arte, con una composición que va más allá de lo espectacular para caer cerca de
lo simplemente deslumbrante. Llamas que se disuelven en champán, jaulas que se
convierten en bosques de bambú, viñetas que llevan magia y más magia y que rebosan buen gusto, saber hacer… y
magia. Mucha magia.
Una obra inmensa. En todos
los sentidos.
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