Tras recibir las
extrañas palabras de la Malkavian Tryphosa, Pértinax, Gálico, Fabia, Tíbulo,
Licas y Asshai regresaron a Roma para ocuparse de sus asuntos, ya que Licas y
Pértinax tenían que acudir a la Roca Tarpeya para asistir a la ejecución de los
miembros de la Espada invitados por la Príncipe Camila. Sin embargo, les
esperaba una mala sorpresa, pues fueron emboscados por doce ghouls armados con
lanzas y antorchas. Fabia y Licas resultaron heridos, mientras Gálico y
Pértinax plantaban cara a los atacantes, Tíbulo trataba de huir y Asshai atraía
la atención de la guardia urbana. Al escuchar que la guardia se acercaba los
atacantes escaparon, aunque Gálico mató a uno de ellos, que Pértinax se encargó
de arrojar al río; y Tíbulo y Asshai consiguieron tomar prisionero a uno de
ellos, al que el Toreador y el Setita interrogaron para averiguar quién les
había enviado. Mientras Gálico devolvía a una inconsciente Fabia a su refugio,
Asshai consiguió averiguar que sus atacantes habían sido contratados por un
hombre de aspecto egipcio, cuyo único elemento extraño era un colgante de
piedra negra y plata que representaba a una diosa egipcia con la cabeza
sustituida por un orbe negro, como una luna llena. Sorprendido, Asshai
reconoció el símbolo de Kemintiri, la primogénita de Set. Aunque no reveló
dicha información a Tíbulo, se apresuró a acudir en busca de la ayuda de Nefer-Meri-Isis,
la ghoul setita. Evidentemente, Nefer-Meri-Isis conocía la reputación de
Kemintiri, y aunque desconocía la presencia de la Setita en la ciudad, le
recomendó a Asshai que volviera a Tebas y se alejara de Roma. Asshai se negó, y
ordenó a Nefer-Meri-Isis que comenzaran a buscar a la Primogénita de Set.
Mientras tanto,
Pértinax y Licas acudían a la Roca Tarpeya, el lugar de las ejecuciones de la
República, donde vieron que los Ventrue de Camila y Lisandro habían clavado con
gruesos clavos de hierro a Quinto Léntulo y los suyos a la ladera de la
montaña. Camila ofreció a Licas bálsamos para sus quemaduras y las sutiles
manos de su esclava Livia, mientras Pértinax se daba cuenta del que el Primus
Ventrue, Lisandro, estaba molesto por lo ocurrido. Tras preguntarle, Pértinax
supo que Lisandro había sido el patrón de Léntulo, y temía que por asociación,
su facción se viera perjudicada. Camila ofreció a Licas y Pértinax compartir
uno de sus refugios ese día, una villa frenta a la roca Tarpeya. Allí, mientras
Licas descansaba y era cuidado por Livia, Camila y Pértinax debatían sobre la
política humana, el exilio voluntario del Emperador Tiberio a Capri con sus
jóvenes amantes y el gobierno “de facto” del general Lucio Elio Sejano,
supuesto peón de los Lasombra. Junto a Camila, desde las sombras de aquella
villa, Pértinax pudo ver cómo Léntulo y los demás ardían víctimas de la luz del
Sol y la justicia de Roma.
A la noche siguiente,
Pértinax y Licas fueron recibidos de nuevo por Camila, acompañada de su
esclava, Livia, en unas termas propias de la villa. Camila se mostró interesada
por lo ocurrido la noche del ataque de la Espada a los personajes, y cómo
huyeron de sus atacantes. Pértinax y Licas intentaron contarle a la Príncipe lo
ocurrido sin mencionar la ayuda recibida por Fulmen y Tyrsa, y lo consiguieron,
aunque Camila concluyó preguntándoles por el conocimiento que podrían tener
sobre la Loba, conocimiento que Pértinax y Licas relegaron a las leyendas. Antes de despedirse de Camila, Pértinax comenzó a conspirar, pues quería que el puesto de Senador dejado por Quinto Léntulo y que Escauro había dejado en manos del Senado, fuera para su aliado, Licas. Camila afirmó que los Ventrue no tendrían decisión en ese asunto, que quedaba por completo en manos de los Lasombra y los Malkavian.
Al despertar con sus
heridas, Fabia Naevia se dirigió de inmediato en una litera al refugio de su
Sire, Marco Emilio Escauro, que recibió con sorpresa las noticias de un nuevo
ataque sobre su chiquilla. Sin embargo, el relato de Fabia era confuso, y
enfadado, Escauro la dominó para que le contara todo, de modo que supo de sus
labios todo lo ocurrido con Tryphosa y la relación de su propia chiquilla con
el Setita Asshai. Furioso, Escauro obligó a Fabia a beber de su sangre,
vinculándola y luego enviándola a hablar con los Toreador para tratar de
averiguar quién había sido el Malkavian que había manipulado a la Senadora en
la sesión del Senado Eterno. Fabia acudió a Tíbulo, que aceptó conducirla hasta
el refugio del Primus Toreador, Beshter, el Templo de Apolo. Cecilia Arcina, la
Sire de Tïbulo, les recibió en el Templo de Apolo, poniendo a Fabia bajo la
tutela de Tíbulo a la hora de acceder a Beshter, la encarnación del propio
Apolo. Tíbulo accedió, y Fabia descendió al refugio de Beshter, encontrándose
un nimbo de luz inmensa que presidía el bello Primus Toreador, la criatura más
hermosa que hubieran visto nunca. Herido por la belleza de su visión, Tíbulo
cayó de rodillas, mientras Fabia le pedía a Beshter ayuda para saber quién
había manipulado su mente. Beshter le exigió a Fabia que se arrodillara ante
él, y ella se negó. Fabia provocó la ira de Beshter, que la expulsó del templo
de Apolo, después de obligarla a sacrificar parte de su sangre en los altares
del Toreador. Cecilia Arcina transmitió a Fabia que había sido proscrita del
Templo y que ningún Toreador de Roma la ayudaría o apoyaría jamás. Furioso
porque esto había ocurrido bajo su tutela, Tíbulo atacó a Fabia Naevia,
diablerizándola y acabando con su no-vida.
Mientras, Asshai comenzaba
a buscar el rastro del encargo que le habían hecho los Setitas de Tebas, el
Puño del Faraón Negro, que aparecía además en las palabras de Tryphosa. De ese
modo, Nefer-Meri-Isis le puso en contacto con Simón el Judío, un Capadocio
especializado en viejos textos que había conseguido parte de la Bibioteca de
Alejandría tras la derrota egipcia en Accio. Asshai acudió a Simón, y tras
regatear con él, a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero, consiguió que el
Capadocio le permitiera acceder a sus viejos textos, encontrando finalmente un
manuscrito firmado por un vampiro llamado El
Dracón sobre el reinado de Nephrén-Ka. Así, Asshai averiguó que Nephrén-Ka
había gobernado el Alto Nilo en los míticos tiempos anteriores a Narmer-Menes,
y había pactado con oscuros poderes que desafiaban a los propios dioses. Finalmente,
Sekhmet, la diosa, había descendido desde los cielos, derrotando a Nephrén-Ka.
La existencia del Faraón Negro había sido borrada por su sucesor, Horus Iry,
pero sus seguidores habían robado su cadáver de Abydos, y le habían amputado el
símbolo de su poder, su puño, que habían guardado en un relicario de oro y
joyas. Narmer-Menes había derrotado a los seguidores del Faraón Negro, y el
Puño se había perdido en el Nilo, hasta que un Toreador llamado Néstor, que
había llegado a Egipto junto a Alejandro Magno, lo había encontrado. El tal Néstor
había conseguido sacar el Puño del Faraón Negro de Egipto, pero lo había
perdido en manos de los Baali, que lo habían guardado en Cartago, hasta que la
ciudad fue destruida por los Romanos…
2 comentarios:
Bien... Me encanta esto de las conspiraciones y cada uno por su lado. Con sus aliados y sus enemigos. ¡Y ya se ha sufrido la primera baja! Esto promete...
Hombre, yo espero que en algún momento empecéis a moveros juntos... por mi salud mental... Pero visto lo visto... me temo que no será así.
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