Es curioso, pero hay determinadas
“manifestaciones artísticas” (suena muy gafapasta, pero seguro que ahora me
entendéis) que aunque no pueden explicarse racionalmente, nos llegan por algún
motivo. Un cuadro que a priori no es demasiado llamativo o popular, un libro o
un cómic del que nos atrevemos a decir “es malo pero me gusta”, o una película
nos llama excepcionalmente la atención porque algo en ellas es… bueno, supongo
que diferente o especial. Por eso al margen de que algo sea “bueno” o “malo”, cada
uno tiene su película favorita, su libro favorito, su cuadro, su edificio… No
sé, su todo. Y muchas veces se dice “mi
película favorita es Ciudadano Kane” cuando realmente, la verdad es que tu
película favorita de verdad es “Los
Goonies”, que mola mucho más pero queda menos elitista.
Que
una película, un libro, una serie… sean capaz de transmitirnos sensaciones es
todo un logro, especialmente en un momento en el que, como vemos a nuestro
alrededor, estamos tan saturados sensorialmente que nos hace falta una Boda
Roja para que algo nos llame la atención. El otro día, hace un par de semanas,
estuve viendo una de las películas favoritas de Marco (si es su favorita,
probablemente lo precisara él cuando comente este post), Mulholland Drive, de David Lynch, protagonizada por Naomi Watts,
Justin Theraux y Laura Harring. Que una película tenga como director a David
Lynch normalmente ya basta para hacerla “especial”, y si eso es bueno o malo,
queda a discreción del espectador. Y la propia historia de cómo se rodó esta
película tiene su propio misterio, iniciada como una serie para la cadena ABC,
que finalmente rechazaría el proyecto cuando ya había parte grabado. Canal+
Francia intervino, permitiendo a Lynch convertir el proyecto en un largometraje
que probablemente para sorpresa de muchos, le serviría a Lynch para conseguir
el premio al mejor director en Cannes y una nominación al Oscar.
En
España se mantuvo el título original, Mulholland
Drive, referido a una calle de Hollywood, mientras que en otros países latinos
se tradujo como El Camino de los Sueños o
Sueños, mentiras y secretos. Y es que
aunque suena a traducción estilo Antena 3 (ya sabéis, The Point se convierte en El
Misterioso Caso de la Mansión Hollow), podría decirse que el propio título
es un spoiler… aunque aclararía bastantes cosas de un posible primer visionado
de la película, que en palabras de Marco, “se disfruta mucho más la segunda vez
que la ves”. Lo cierto es que Mulholland
Drive se plantea como una historia de misterio con varias capas, envuelta
en los códigos de Hollywood, con proyectos cinematográficos de por medio,
mafias que se esconden detrás de la elección de actrices, etc. Laura Harring
interpreta a Rita, una mujer que sufre un accidente de tráfico en la carretera
de Mulholland Drive, y queda amnésica, apareciendo casi por azar en casa de
Betty (Naomi Watts), una aspirante a actriz recién llegada a Hollywood. Las
vidas de Betty y Rita se entrelazan por los misterios que presenta esta
segunda, mientras todo esto se combina con los intentos del director Adam
Kesher (Justin Theroux) por rodar una película resistiéndose a las mafias que
intentan imponerle a toda cosa a una actriz que él no quiere. Envuelto todo en
una genial banda sonora de Angelo Badalamenti (compositor que también tiene un
papel en la propia película), la película va adquiriendo cada vez más capas de
misterio unas sobre otras, mientras que el tono y el ambiente se deslizan hacia
lo onírico, casi lo mágico, con momentos que recuerdan poderosamente esa gran
obra maestra de la televisión que fue Twin Peaks, obra magistral de Lynch. El
misterio engancha, los actores convencen, la película atrapa…
Y
de pronto a veinte minutos del final, resulta que no estabas viendo la película
que tú creías, si no otra completamente distinta. Diferente. No es un thriller, no es una película de
misterio, es una película sobre el amor, sobre un amor fallido y sus
consecuencias, y sobre la culpa y el remordimiento. Los misterios dejan de
serlo, lo mágico se convierte en otra cosa. No puedo contar mucho más por si
alguien no la ha visto, pero debo reconocer que me quedé estupefacto, y con una
sensación extraña: la de que esa película me daba dos opciones, o yo era
incapaz de entenderla, o alguien (Lynch) me había engañado. La verdad es que
fue una sensación curiosa, que me recordó a mis primeras lecturas de Crisis Final de Morrison, la sensación
de no terminar de entender del todo lo que estaba pasando junto a la necesidad
de aprehenderlo todo, de principio a fin. Por suerte, a mi lado tenía a un experto
en la película, que me ayudó a entender qué era lo que había visto y que no voy
a negar, me había dejado boquiabierto.
Supongo
que para muchos, el que una película necesite ser explicada es una tomadura de
pelo, pero la verdad es que tener de vez en cuando un desafío intelectual que
no sea el Brain Training, tiene su gracia. La pizza está muy bien y nos gusta
mucho a todos, pero también de vez en cuando hay que sentarse a comer tranquilo
tras un plato bien trabajado y disfrutarlo. Mi consejo es que si no la habéis
visto, lo hagáis. Igual luego me odiáis por ello, porque esta película os
gustará, os parecerá una estafa, o tal vez os deje boquiabiertos. Pero desde
luego, no os va a dejar en ningún caso indiferentes.
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