Tras
los descubrimientos llevados a cabo en Momemn y que Drusas Achamian hiciera el
macabro descubrimiento de un espía del Consulto entre los consejeros del
Emperador-Exalto Ikurei Xerius, finalmente, y con esto aun siendo un secreto,
la Guerra Santa se pone en marcha hacia el sur, hacia Kian, donde esperan
enfrentarse a los Fanim en una guerra por la liberación de la Ciudad Santa de
Shimeh.
Y
así arranca El Profeta Guerrero, el
segundo volumen de la trilogía de R. Scott Bakker, Príncipe de Nada, una obra que profundiza en los planteamientos
narrativos y filosóficos que ya había planteado en En el Principio fue la Oscuridad. La guerra entre los Inrithi y los
Fanim, la Guerra Santa, muestra nudos y más nudos, vueltas y más vueltas, y
tras cualquier sombra puede haber un asesino. Los personajes protagonistas, que
se reunieron en Momemn siguiendo cada uno su destino, participan en la Guerra
Santa, siguiendo a sus líderes, y en algunos casos, convirtiéndose en líderes.
El scylvendio Cnaiur urs Skiota, la antigua prostituta Esmenet, la bella Serwe,
el hechicero del Mandato Drusas Achamian, y estableciendo lazos con todos
ellos, complejos y profundos, Anasurimbor Kellhus, el dunyaino, el falso
Príncipe de Atrithau que va adquiriendo cada vez un mayor protagonismo en la
Guerra Santa, y cuyo objetivo es encontrar a su padre, Anasurimbor Moenghus en
la Ciudad Santa de Shimeh, quizá entre los hechiceros cishaurim… y
probablemente, no le importaría destruir la propia Guerra Santa en su
objetivo. A ellos se unen otros
personajes en la compleja trama: Ikurei Conphas, el Exalto-General del Imperio
Nansur; Nersei Proyas, el Príncipe Coronado de Conriya y líder de facto de la
Guerra Santa; Eleazaras, líder de los Chapiteles Escarlata y muchos otros…
A
través de los hechos de la Guerra Santa, Bakker desarrolla su historia de
traiciones y revelaciones, su historia del Segundo Apocalipsis, con la
interferencia del Consulto en los objetivos de la Guerra Santa a través de sus
Espías-Piel; y además, profundiza aún más en la filosofía que hay tras cada uno
de los personajes a través de complejas discusiones, y sobre todo, de monólogos
interiores en los que los personajes debaten sus propios pensamientos, sus
propias dudas e incertidumbres.
Con
una crudeza casi punzante, Bakker avanza sin rodeos en su trama, demostrando
que además de ser un hábil narrador de personajes, lo es también de escenas de
acción, dando auténtico brillo a las primeras batallas entre los Inrithi y los
Fanin: la Llanura de Mengedda, la toma de Shigek… Cada una de las luchas entre
los Hombres del Colmillo y los Seguidores de Fane es narrada con tal pericia
que, sin recurrir a clichés visuales, Bakker nos introduce en pleno corazón de
la guerra a gran escala. A esto se suman giros y escenas capaces de ponernos el
vello de punta, y es que… no todos los personajes salen vivos de El Profeta Guerrero.
Con
un análisis profundo e imaginativo de la figura del Profeta Guerrero encarnado
en Anasurimbor Kellhus, Bakker teoriza sobre la propia imagen del Mesías, y
sobre como la propia mente del hombre busca lo divino en lo humano en casos de
extremo conflicto. Y es que El Profeta
Guerrero no es solo una novela de fantasía, si no todo un estudio de la Fe
y las creencias humanas.
Un
libro a leer por todos.
1 comentario:
¿Ves como teníamos razón al decir que te tenía que gustar? :p
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