El pasado miércoles 24 se estrenó
en los cines el regreso de los mutantes a la gran pantalla: Lobezno se volvía a
convertir en el protagonista de las salas de proyección, encarnado como siempre
por Hugh Jackman en Lobezno: Inmortal.
Y como no podía ser de otra forma, el viernes fuimos a verla, que había que
comentarla después.
Si
os gustó X-Men Orígenes: Lobezno, sin
duda Lobezno: Inmortal también os
gustará. El estilo de película y de narrativa es el mismo, con mucha acción,
guiones sencillos, buenos muy buenos y malos bastante malos. En este caso, se
ha intentado llevar a la pantalla algo parecido a una adaptación de aquella
saga que se convirtió en un punto de inflexión para el personaje, Lobezno: Honor, de Chris Claremont y
Frank Miller, pero claro, simplificando muchísimo la trama y quitándole mucho
de la oscuridad que transmitía aquella saga de colores oscuros y ninjas por
doquier. En Inmortal, el vínculo de
Logan con Japón viene de un viejo conocido, Yashida, al que conoce durante la
Segunda Guerra Mundial en un campo de prisioneros cercano a Nagasaki y al que
salva la vida. Situada tras los sucesos de X-Men 3, Inmortal nos trae a un Lobezno que continúa enamorado y soñando con
la difunta Jean Grey, encarnada de nuevo por Famke Jansen, y más recurrente que
Jor-El en El Hombre de Acero,
apartado del mundo en Yukón y con pocas ganas de ser un héroe. Allí acude a
buscarlo Yukio (mucho menos salvaje que en los cómics, y con poderes
precognoscitivos, no sé si es que se quieren ahorrar a Destino en la próxima
peli…), pues su viejo amigo, Yashida, está enfermo y a punto de morir, y quiere
despedirse de él.
Así
comienza la historia, con Lobezno llegando a Japón para encontrarse con que su
viejo amigo, ahora moribundo, es la cabeza de una de las mayores empresas de
Japón, que ahora heredará su nieta, Mariko (amiga íntima de Yukio), pese a las
objeciones del padre de esta, Shingen, que desea el control para sí mismo. Las
cosas se complican cuando la Yakuza trata de hacerse con Mariko (prometida al
ministro de justicia japonés), descubrimos que la doctora que trata al viejo
Yashida es ni más ni menos que la versión peliculera de Víbora (convertida en
genetista mutante capaz de desarrollar sus propios venenos), y que hay un viejo
noviete de Mariko, Harada, que va de arquero por la ciudad y que pertenece a un
antiguo grupo al servicio del Clan Yashida, el Clan Negro (o sea, la Mano, lo
que pasa que el nombre se lo quedaron en Elektra…).
Como podéis ver con sólo este resumen, hay muchas cosas que diferencian la peli
de los cómics: Víbora es mutante y no lidera Hydra, Kenuichio Harada ni es el
Samurái de Plata (que aparece, pero como una especie de robot) ni es el
hermanastro de Mariko, Fuego Solar (primo de Mariko) no tiene ni un pequeño
cameo… Los tratos del Clan Yashida con las mafias japonesas están muy diluidos,
y Mariko tiene muchísima menos fuerza que en los cómics (se plantea mucho más
moderna, pero también menos interesante, aunque debo decir que la actriz, Tao
Okamoto, me parece una de las actrices orientales más guapas que he visto en el
cine). El desarrollo de la película es un poco previsible, sin grandes
sorpresas (ni siquiera la sorpresa final es sorpresa del todo, basta con
escuchar un poco para adivinarlo), y no pasa de palomitera…
Pero
eso sí… la escena del final de los créditos merece por sí misma el precio de la
película…
1 comentario:
Y aún siendo floja es mejor que El Hombre de Acero... XD
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