Sigo con los libros que llegaron a casa con Los Reyes Magos, y hoy toca Sueños y Sombras, de C. Robert Cargill, que llegó a mis manos gracias a mi hermano Ángel y a Irene... y que se ha convertido en uno de los libros que más me han impresionado en mi vida lectora. Vamos, que ha pasado a un top x, que no sabría valorar ahora mismo cuanto es el valor x, pero en el que se encuentran mis libros favoritos (El Señor de los Anillos, American Gods, Tormenta de Espadas, los libros de Príncipe de Nada, Ilión...), y en el que se ha colado casi por sorpresa la primera novela de este escritor novel.
C. Robert Cargill tiene unas influencias evidentes en los grandes de la novela de la fantasía urbana, Neil Gaiman y Clive Barker, quizá más con el primero que con el segundo, y en las páginas de Sueños y Sombras encontramos reminiscencias sobre todo a Sandman y la visión que en esta novela gráfica Gaiman nos daba de los seres mágicos, las hadas, los duendes, etc...
En Sueños y Sombras nos encontramos con la historia de dos niños muy especiales, Ewan y Colby. Ambos, de formas muy diferentes, se sumergen en un mundo que no es el suyo, sino el mundo de la magia y de la fantasía, reflejado en el Reino de la Piedra Caliza, un reino feérico situado a no mucha distancia de Austin, Tejas. Con uno de los mejores arranques que he visto nunca en un libro, pronto nos encontramos sumergidos en un mundo mágico y peligroso, lleno de Sidhe, duendes, peligrosos Gorros Rojos o unas terríbles Náyades, cuyos planes y objetivo envuelven a Ewan y Colby. Durante la primera parte de Sueños y Sombras, nos encontramos con la narración del tiempo que Ewan y Colby pasaron con las hadas; mientras que en la segunda mitad del relato, nos encontramos con Ewan y Colby, más mayores, ya convertidos en jóvenes de 21 y 22 años, que viven en Austin...
Pero que se encuentran de pronto con que aunque ellos olviden su vida entre las criaturas mágicas, la magia no tiene una memoria tan frágil. Su vida en Austin se ve amenazada por las manipulaciones y deseos de muchas criaturas, algunas benévolas, como la Leanan Sidhe Mallaidh, otras malvadas como el terrible Náyade Knocks (que es más malo que la quina), y otros que se mueven en un interesante tono de matices de gris, como el djinn Yashar o el enigmático Coyote Manitú.
Un libro impresionante a nivel narrativo, a nivel formal, a nivel argumental, a nivel... a todos los niveles, vaya.
Vamos, que estoy encantado de haberlo leído, y que estoy deseando que C. Robert Cargill siga escribiendo... ¡que tengo muchas ganas de leer más cosas de él!
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