Como ya dije hace unos días, y tras el paréntesis del décimo libro de True Blood que comenté ayer, pues nada, me lancé sobre la segunda parte de Tormenta de Espadas… y sólo puedo decir una cosa, en dos palabras: MADRE MÍA. ¿Recordáis que en el anterior post os decía que Tormenta de Espadas estaba siendo el libro con mayor número de sorpresas por página de toda la saga?
Pues señores, hablaba desde el más completo desconocimiento. Las sorpresas de verdad, las gordas, llegan aquí. Y no puedo comentar mucho más, porque los acontecimientos que se van encadenando en Tormenta de Espadas… hay que vivirlos. Bueno, leerlos. Bueno, ya me entendéis. Y si no lo hacéis, los que estéis como yo, con la saga, ya me entenderéis.
En cuanto a la trama, a la historia, no hay grandes sorpresas, es decir, los reyes de Poniente continúan tratando de imponerse unos sobre otros, y nos encontramos a Tywin Lannister, el padre de Jaime, Cersei y Tyrion, convertido en el gran manipulador, el “Hacedor de Reyes”, en una imagen que me recuerda a la de Lord Warwick durante la Guerra de las Rosas, en las que se inspira remotamente Martin para estas novelas; mientras Daenerys sigue adelante, haciéndose cada vez con más recursos para en algún momento regresar a Poniente… y en el Norte, la amenaza llega al Muro. Pero no es una cuestión de trama, es una cuestión de giros argumentales. Creo que es el libro que, en mis 33 años de vida, más veces ha conseguido dejarme con la boca abierta, por no decir que, tras el epílogo, terminé con los pelos de punta no, lo siguiente. Esto ha dejado de ser la historia de los Stark para convertirse en otra cosa… en algo mucho más grande, y en el que además, se sigue viendo que aún hay mucho, mucho por venir.
Aquí Martin lo entrega todo, y lo más importante: demuestra que no le tiene miedo a nada. Bueno, si tras el primer volumen, Juego de Tronos, había alguna duda de ello, aquí vemos definitivamente que el autor cuenta con una valentía a la hora de enfrentarse a sus personajes que no tienen muchos escritores más, quizá ninguno. La idea es sorprender al lector con sus personajes a través de la historia… y lo consigue.
Ya lo creo que lo consigue.
El Invierno no es que se acerque… es que ya está aquí.
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