Seguimos hablando de los juegos con los que White Wolf nos fascinó durante años, llegando a aquel con el que se cerraría lo que podríamos considerar “la primera era” de su Mundo de Tinieblas. Sería el momento de Changeling: El Ensueño. Del mismo modo que con Wraith, la Factoría de Ficción, a la hora de hacer la publicación en España, decidió no cambiar el título y dejar el nombre en inglés, ya que “Cambiantes: El Ensueño” no tiene demasiado tirón.
Para el que no lo sepa, en el mundo anglosajón, changeling es el nombre que se da a los “niños de las hadas”, niños que, según la tradición, eran dejados por las hadas en las cunas de los niños humanos que se llevaban al bosque para oscuros propósitos… sí, en sus orígenes, la mayoría de las historias relacionadas con hadas no eran tan blanditas como luego fueron… las hadas no llegaban para dar dones a los niños, llegaban y se llevaban al niño, dejándote un monstruito en su sitio…
En Changeling: El Ensueño, nos encontramos con un mundo en el que, desde hace siglos, las verdaderas Hadas se retiraron a su dominio de Arcadia, cerrando las puertas tras de sí, pero han quedado los Changeling, hadas que han mezclado su esencia con seres humanos, y que representan los últimos baluartes del Glamour en un mundo controlado por la Banalidad. Estos Changelings, que tienen un acceso limitado al reino mágico del Ensueño, tienen dos frentes. Uno interno, debido a la propia lucha que existe entre las dos Cortes en que se dividen los Changeling, la Corte Luminosa y la Corte Oscura (o Corte de Verano y Corte de Invierno), una lucha que tiene lugar de forma más o menos abierta en todos los feudos de los Changelings, dominados a nivel general por la Alta Corte del Alto Rey de Concordia, en Nueva York. La otra amenaza, es la externa, y es la representada por el propio mundo, un mundo en el que el Glamour (la magia) es casa vez más escasa, y la Banalidad pesa cada vez más sobre los herederos del Ensueño, y las profecías de las Hadas que hablan del fin del mundo con el Largo Invierno, parecen cada vez más reales.
En Changeling, aunque lo predominante sería la tradición celta y anglosajona, también se incluirían otro tipo de mitos europeos y eslavos, como se puede ver en los Linajes entre los que pueden elegir los jugadores a la hora de crear sus personajes: Boggans, duendes entregados a la artesanía y el trabajo manual; Eshu, contadores de historia y mensajeros procedentes de África; Nockers, vinculados con la tecnología y normalmente malhumorados; Pooka, bromistas relacionados con la naturaleza y el mundo animal; Redcaps, los Gorras Rojas de los cuentos, crueles y sanguinarios; Sátiros, entregados a sus pasiones y procedentes de los mitos clásicos; los Sidhe, la agonizante nobleza del mundo de las Hadas; Sluagh, moradores de la oscuridad y especialistas en lo oculto; y los Trolls, los guardianes y luchadores de la sociedad feérica.
Changeling tenía todos los ingredientes necesarios para convertirse en el más épico de los juegos del Mundo de Tinieblas, pero en los sucesivos suplementos que fueron completando el juego, el tono que se le dio a las historias era, quizá, en exceso infantil, lo que perjudicó su proyección, y poco a poco, fue quedando aislado, hasta que se le dio final en el suplemento “El Día del Juicio”, junto a otros juegos secundarios. Aún así, debo decir que Changeling: El Ensueño ha dado grandes momentos de juego, y puede dar muchos más…
¡Y que probablemente sea lo próximo que dirija si todo sale como yo quiero!
1 comentario:
ME ENCANTA...YO JUEGO ROL Y ES LO MEJOR DEL MUNDO
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