Han pasado casi doscientos años desde que Drácula fuera Abrazado en el Castillo Arghes, y en todo ese tiempo, muchas cosas han cambiado. La Camarilla ha expulsado al Sabbat de Europa, salvo de escasas regiones, como España, Transilvania y Escandinavia. El Sabbat había comenzado a trasladarse en masa al Nuevo Mundo. En Europa, los Turcos han tomado Hungría, y la propia Budapest ha caído bajo su dominio.
Es entonces cuando, en su dominio de Zadar, Mihail, Arzobispo de la ciudad, recibe una enigmática misiva, una mujer, llamada María Asunción, solicita una reunión en Kastroniké, la fortaleza del Tzimisce, y le informa de que ha envidado cartas a otros Cainitas. Pier Francesco, Antoine Henri y Raquel acudieron dentro del plazo indicado por María Asunción, y juntos, recibirían a la mujer.
Esta, que se presentaría como Caitiff, y que traía el halo de la Fe Verdadera, solicitaría refugio en Kastroniké, a cambio de lo cual, ofrecería a los personajes fragmentos de profecías que estaban en su poder. Al parecer, María estaba llevando a cabo alguna clase de ritual para el que necesitaba seguridad. Mihail aceptó, y María les estregó algunos de los textos nodistas que estaban en su poder.
Dos semanas después, una carta llegada de Francia, revelaría que su invitada era más de lo que parecía. El Príncipe François Villon había enviado a un legado a Zadar, y había invitado a varios de los Vástagos de la región, antiguos cuyos propósitos estaban por encima de divisiones nimias como el Sabbat y la Camarilla. Esa misma noche, un nuevo visitante, que exigía que María Asunción les fuera devuelta, reveló la verdad sobre su hospedada. Pietro Giovanni, delegado de la familia en Europa oriental, les explicó que María era una Capadocio. Tras negarse a entregarla a los Giovanni, los personajes hablarían con María y descubrirían que era la última de su Clan, la última de los Capadocios. Sin embargo, decidirían mantener su promesa y darle refugio.
Los personajes pasarían las siguientes semanas preparándose para recibir a los antiguos. Mihail decidiría darle a todo un marcado aire pro-Sabbat. Varias aldeas serían saqueadas para obtener alimento para una veintena de invitados, y la decoración de Kastroniké era cambiada: lámparas de carne, fuentes de sangre y un bosque viviente. Bailes, obras de teatro, una Danza del Fuego, una lucha de gladiadores e incluso una parodia sobre la guerra fueron algunos de los entretenimientos dispuestos.
Finalmente, los invitados comenzarían a llegar. Noel de Artois y su séquito desde París; Bulscu, Vencel Rikard y Nova Arpad de Budapest; Husayn, gobernador Assamita de Transilvania; Pietro y Ambrogino Giovanni; Symeon syn Draconov, Shaagra y el Assamita Fariq por parte del Sabbat; Claas Drescher desde Ceoris… Lucita y Anatole, Zelios, el Malkavian Octavio, un enviado de los Setitas; e incluso un Baali, Ansen de Deva…
En las siguientes noches, los personajes recibirían ofertas, exigencias y sobornos por María, aunque finalmente, decidirían ser fieles a su palabra y mantener su protección sobre María, a pesar de que esto les podría traer problemas a largo plazo, ya que se enfrentarían con ello al enviado de París, a los Giovanni, o a los Baali. María, al saber que iban a mantener su promesa, les entregó la última de las profecías de que disponía, en la que se señalaba su propia muerte como un paso más hacia la Gehena.
A la noche siguiente podrían poner a prueba su palabra, pues Kastroniké sería atacada por los Baali y Ambrogino Giovanni de forma simultánea. Demonios de fuego, espectros y zombis cercarían a los jugadores en las ruinas de la mansión, y el fuego desatado por Raquel para detener a los zombis, causaría graves heridas a Antoine, que moriría atacado poco después por los demonios ígneos convocados por los Baali. Mihail trataría de salvar a María, pero sería asaltado por Ambrogino, Ansen y otros dos Baali. Aunque Pier Francesco conseguiría empalar y diablerizar a Ambrogino; mientras Raquel y Mihail trataban de salvar a María, esta moriría en manos de Ansen, que perecería a su vez bajo el martillo del Tzimisce…
La última de los Capadocios había muerto, y la Gehena se acercaba…
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