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martes, 21 de octubre de 2014

EL MESÍAS DE DUNE

Tras mucho tiempo, o al menos un tiempo considerable, Marco decidió que había llegado el momento de volver a Arrakis. Bueno, más bien decidió que yo debía volver a Arrakis, al que llaman Dune, así que me regaló el segundo y el tercer libro de la trilogía original de Frank Herbert sobre la historia de los Atreides. 




Dune es el inicio de una gran historia, una epopeya galáctica que tiene más de filosofía que de ciencia ficción, la historia de Paul Atreides, perteneciente a la noble casa de los Atreides, una de las grandes dinastías que rigen los destinos del universo, enfrentada en una dura guerra secular con los Harkonnen. A causa de ese conflicto y las manipulaciones de los Harkonnen y el propio Padishah Emperador, a los Atreides se les entrega el gobierno del planeta Arrakis, llamado Dune, un regalo envenenado, ya que Dune es el único planeta que produce la llamada "Especia Melange", una sustancia que se utiliza tanto para prolongar la vida como para los viajes interestelares, imprescindible para la cohesión del Lansraad. Eso hace que muchos intereses confluyan en Dune, que además, está poblada por los llamados "Fremen", hombres del desierto en cuya religión aparece un profeta, Muad´dib, que llevará Dune a una nueva era.

Con estos preceptos, se plantea la historia de Dune, donde pudimos asistir a la entronización del joven Paul Atreides como Muad´dib, y a su victoria sobre los propios hombres del Emperador y los Harkonnen. En El Mesías de Dune, nos encontramos a Paul al frente no sólo de Dune, si no de todo el Imperio, mientras sus hombres se extienden por todo el universo a través de una Yihad cósmica. La expansión de los seguidores de Muad´dib hace que varios poderes se alíen contra él, iniciando una conspiración contra los Atreides (no sólo se trata de Paul, sino de su hermana Alia, que tiene la memoria genética de todas las Bene Geserit), que reúne a la CHOAM (una especie de grupo comercial interestelar), los Bene Tleilax (un grupo obsesionado con las mejoras genéticas), o el propio Bene Geserit (las madres universales que practican el dominio de las emociones). Para ello, recurren al pasado de Paul, recuperando el cuerpo muerto de su antiguo aliado y amigo, Duncan Idaho, que pereció en las batallas contra los Harkonnen, y convirtiéndole en un ghola, una especie de zombie, al que tras un lavado de cerebro, dan un entrenamiento mentat (ordenadores humanos), con un condicionamiento que puede llevarle a matar a Paul en el momento adecuado... o no, porque hay más de Idaho en el ghola de lo que los Bene Tleilax esperaban... o quizá sólo sea parte del plan. 

A través de las páginas de El Mesías de Dune, asistimos a la lucha soterrada entre Paul y su propio destino, en una obra que continúa con la filosofía y la complejidad metafísica que Herbert ya había planteado en Dune, y que se convierte en el punto más duro de la novela, ya que hay momentos "Deathnote" bastante importantes (modo "sé que sabes que sé que sabes pero hago que parezca que sé mientras tú condicionas tus acciones a tu creencia de que yo sé que sabes"), Pero lo cierto es que el ritmo de narración es muy bueno, y el detalle con el que Herbert nos cuenta cómo es el mundo, la historia y la política en el mundo de Dune y su entorno. Los conflictos políticos y religiosos quedan plasmados con un gran detalle, y la filosofía de Dune se va haciendo cada vez más intensa y atractiva. 

Un pequeño gran libro, que sirve como puente entre los dos grandes pilares de esta trilogía, Dune y el tercer volumen del que hablaremos pronto, Hijos de Dune.

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