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jueves, 23 de octubre de 2014

X-FACTOR: MAS QUE UNA MARCA X

En el mundo del cómic actual, donde que un autor pase más de doce números en una misma serie es bastante raro, que un mismo guionista quiera y pueda estar al frente de un mismo título durante casi diez años, es un auténtico fenómeno sobrenatural. Pero eso es lo que ha pasado con Peter David y su X-Factor, título del que se lleva ocupando de forma casi ininterrumpida desde 2005, pasando por encima de crossovers, sagas e imposiciones editoriales, y adaptando un título que ha hecho completamente suyo a los nuevos panoramas que iban surgiendo en Marvel. Así, lo que iba a ser una serie de investigación en el barrio mutante, se convirtió en una historia de investigación sobre los acontecimientos del Día M, se convirtió en una agencia de investigación privada, y terminó en medio de una guerra entre los señores infernales, a grandes rasgos.



Peter David llevó la historia de X-Factor a su final, y ahora, el concepto ha renacido de sus propias cenizas. Dentro del proyecto All Marvel Now, aparece la nueva colección de X-Factor (All New X-Factor), donde Peter David reinventa de nuevo al grupo más pintoresco de la franquicia mutante, dando un nuevo paso y convirtiendo a X-Factor en el grupo mutante oficial de una gran compañía llamada Serval, y que viene siendo al mundo Marvel lo que sería Google para nosotros. Los directivos de Serval han decidido que les conviene tener su propio grupo de superhéroes mutantes, así que ponen a Polaris en nómina, y junto a ella, llegan Gambito y Mercurio. Este será el triunvirato que de origen a X-Factor, cuyo número va subiendo durante este primer tomo hasta los séis miembros habituales en este tipo de colecciones, y de los que no voy a dar detalle aquí por si hago spoiler, que tampoco es plan.



En estos primeros números, vemos como X-Factor se va forjando mientras se enfrenta a amenazas de perfil medio-bajo (un científico loco de IMA, Magus...), mientras vemos como Peter David comienza a establecer las relaciones interpersonales en las que suele basar la mayor parte de sus narraciones. Todo sea dicho, en este número ni el guión no el dibujo (que corre por cuenta de Carmine Di Giandomenico) son como para tirar cohetes, aunque en este caso, la confianza en el guionista es más que suficiente como para saber que esto mejorará con los futuros números y que David sólo está planteando las raíces de grandes historias que no tardarán en llegar.

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